Cartas de lectores
02 Diciembre 2019

UNIVERSIDAD Y CUPO

La “dinosaurización” de la Facultad de Medicina de Tucumán (panorama tucumano “Los últimos cultores del cupo”, de Roberto Delgado, 29/11) es un chiste de mal gusto o la muestra cabal del triunfo de la mediocridad sobre la meritocracia. La calidad en la formación, la economización de fondos del Estado, el respeto al alumno y al docente trabajando en ambientes aptos y con los recursos necesarios, la coincidencia casi exacta de los que ingresan y de los que egresan ... todo “dinosaurizado”, en lo que debería ser el ejemplo a seguir por todas las facultades de ingreso masivo... o en todas las facultades. Todos conocemos la tragedia de la educación argentina. Todos sabemos que lo que era motivo de orgullo unas décadas atrás ya no es ni su sombra. Y eso tiene que ver con esta masificación. No es lo mismo dar una clase a 30, que a 300. No es igual el contacto alumno-profesor. No son iguales los costos ni la infraestructura ni los recursos de todo tipo. Es antipático lo que voy a expresar... pero es real. La universidad argentina pública, libre y gratuita, debe tener cupos en todas sus facultades. Ese cupo debe ser equitativamente determinado según las oportunidades laborales a futuro de la sociedad... o sea a la posibilidad real de trabajo del egresado. Y para poder formar parte de ese cupo, el futuro universitario tendría que sumar el promedio del ciclo primario, más el del secundario, más el puntaje obtenido en exámenes de ingreso. Ocurre en países desarrollados en donde es justamente el puntaje obtenido el que determina si es posible el ingreso en este o en aquel centro de estudios superiores que no siempre son universidades, o no siempre son las de mayor prestigio. Esto mejoraría el nivel de formación de los tres niveles y padres, docentes y alumnos aspirarían a la mejor. El financiamiento, la supervisión y la fiscalización del Estado se fortalecerían representando además ahorro de recursos que se despilfarran año a año en alumnos que deambulan sin estudiar y que por una u otra razón dejan. Que son muchos. Tenemos facultades que se convirtieron en máquinas de producir profesionales que una vez recibidos no tienen posibilidades de trabajo. ¿O no se sabe la cantidad de abogados y otros egresados universitarios que nada tienen que ver con el derecho, que rinden para entrar a trabajar en tribunales? ¿O ingenieros que terminan en la docencia secundaria? ¿O los mismísimos docentes que año tras año se capacitan para subir en el padrón y poder por fin ser convocados? Son muchos los ejemplos que podría seguir dando. ¿Eso es ser selectivo? ¿Eso es ser elitista? ¡Eso es ser realista y honesto y permitir que se formen los profesionales que de verdad se requieren en este gran engranaje que es la sociedad ,que además requiere de mecánicos, electricistas, gasistas matriculados, albañiles, empleados administrativos, cocineros, agricultores, ganaderos y tantos otros! Lo que me llama poderosamente la atención es el silencio de las otras facultades, que deben sufrir como propias esas aulas magnas con cientos de alumnos desconectados que están con sus celulares al fondo del aula o jugando a las cartas. No invento. Lo vi. Debemos trabajar todos para aplaudir lo bueno e ir mejorando lo que no lo es. Y ese dinero malgastado podría aprovecharse entre otras cosas como en implementar carreras cortas con salida laboral, y /o en becas. Porque aún siendo gratuita, miles de buenos y serios estudiantes quedan fuera porque no pueden afrontar los gastos de casa, comida y libros. Y si es necesario modificar la ley de Educación Superior respecto al ingreso irrestricto ... no debe ser muy difícil hacerlo.

María Estela del V. López


24 de Septiembre 1.431


Concepción

LA CARRERA DE MEDICINA

La Universidad Nacional de Tucumán ha sido puesta en apuros por la comunidad estudiantil, respecto a su Facultad de Medicina. La sorprendente postulación de preinscriptos, según cálculos superará los 3.500 aspirantes, entre locales, montañeses, salteños, jujeños y extranjeros que aprovechan la gratuidad. Mayúsculo problema, puesto que el cupo previsto es diez veces inferior, a fin de asegurar una enseñanza de alta calidad, como corresponde a su bien ganado prestigio. Más allá de la imposibilidad abiertamente declamada por el Consejo Superior, preguntémonos, como padres, a qué se debe esta súbita angustia por esta determinada carrera, habiendo tantas otras en cartelera y de alta necesidad para el desarrollo integral del país: Ingeniería, Bioquímica, Contabilidad, Veterinaria, Paleontología, Nurses, Agroquímica, Relaciones Humanas, Tecnología, etcétera, todas igualmente gratuitas y sin problemas de cupo... ¿Acaso nuestros estudiantes están motivados por razones exógenas a lo que sería una verdadera vocación? ¿Tal vez ignoran las posibilidades de trabajar en algo espiritualmente gratificante más allá del rédito económico, inmediato, como habrán quizás observado en algunos no tan buenos representantes del gremio, que se enriquecen rápidamente soslayando básicos preceptos morales? Los padres deben saber que esta no es la única profesión de tan alto valor ético y humano .Velar por la salud física y mental es encomiable y fundamental, pero no lo único que requieren los lineamientos básicos de una sociedad que aspira tenaz aunque a veces no tan sabiamente, a vivir mejor. Conclusión: sabiendo que la Universidad nunca tendrá los medios para atender seriamente a tantos postulantes y sólo entrará una afortunada minoría, sin pérdida de tiempo, iniciar la búsqueda, información mediante, entre tantas otras especialidades abiertas y no menos dignas que aquella, que ofrecen a la comunidad estudiantil los claustros de estudio superior. Abrazarlos con cariño, lealtad y vocación será realizable y gratificante. Buena Suerte.

Darío Albornoz

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