En Tucumán se necesita educación vial intensa

En Tucumán se necesita educación vial intensa

29 Octubre 2019

El incidente municipal del pasado miércoles, en el que se le secuestró una motocicleta de alta gama al hijo de un legislador, por atravesar semáforos en rojo y circular sin casco, derivó en la obligación del conductor de realizar un curso de reeducación vial. Las circunstancias y los personajes involucrados en el incidente le dieron alto interés mediático, pero lo que subyace, y es más importante, es inobservancia deliberada con respecto a las normas de tránsito, varias de las cuales son consideradas de gravedad extrema, como violar la luz roja del semáforo, así como el hecho de que circular en una moto sin casco puede costar la vida de quien la conduce. Fue llamativo, en ese sentido, que el mismo legislador, incluso reconociendo la  gravedad de la infracción, revelara que alguna vez había pasado un semáforo en rojo, lo que puso el foco en la relatividad de las normas en la consideración general.

A propósito de este problema es que en la Municipalidad se estableció hace tres meses la obligación de que los conductores a quienes se les secuestra el rodado hagan el curso de reeducación. El subsecretario de Transporte dijo que se secuestran unas 50 motos y unos 15 autos por día, lo cual implica que unas 1.950 personas hacen el curso por mes. A esto se añade que otras 4.000 personas hacen cada mes el curso para obtener la licencia de manejo. En opinión del funcionario, esto no es suficiente, puesto que la incultura es elevada. Según el subsecretario, la provincia debería dictar una norma que exija la educación vial desde la escuela primaria hasta el nivel terciario.

En nuestra nota del lunes 21/10, a propósito de la necesidad de contención para víctimas de accidentes de tránsito y sus familiares, se reveló de las dificultades para volver a conducir vehículos que padecen personas que han sufrido un percance vial. El experto de la Fundación Conciencia al Volante cuestionó que hay un doble problema: uno es el miedo a volver a manejar y el otro es la técnica deficiente de los conductores, que en general han aprendido a manejar con un conocido antes de obtener su licencia, y por ello su pericia al volante está impregnada “mañas” y desconocimiento de las normas. Tienen que “desaprender” las prácticas equivocadas y volver a adquirir la forma correcta de conducir. A propósito, Tucumán está en el cuarto lugar entre las provincias en cuanto a la mortalidad en accidentes. En 2018 hubo 300 víctimas mortales en tragedias viales. Al hospital Padilla ingresan 50 personas heridas en percances con vehículos.

Se trata de un problema generalizado. Los tucumanos -los argentinos- aprenden a conducir de modo caótico. En otros países, como Estados Unidos, el examen de conducir es extremadamente exigente y se obtiene tras un largo curso que garantiza que el candidato adquiere la pericia necesaria para conducir de modo seguro. Es tan exigente que en Estados Unidos los que aprueban suelen hacer una fiesta tan importante como la de graduación.

Correspondería, entonces, que se considere seriamente la idea de legislar no sólo para que se imparta educación vial en todos los niveles de la enseñanza, sino buscar la manera de que la obtención del carnet de manejo sea fruto de un examen riguroso, que garantice que el aprendizaje se hizo con expertos y con la garantía de que el candidato ha adquirido la conciencia de conducción segura. Por algo el Gobernador dijo hace tres años que los accidentes son “una epidemia” y el Presidente, hace dos años, los calificó como “una tragedia nacional”.

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