En altura: el edificio que escondía jardines en su interior

En altura: el edificio que escondía jardines en su interior

Construido en 1968 para algunos miembros de la familia Mizrahi, el edificio en altura (Crisóstomo Álvarez 616) cuenta con áreas compartidas, oficinas, un local comercial en la planta baja y cinco departamentos que -pese al devenir de los años- todavía conservan el espíritu artístico del maestro. 

Apenas con ingresar al primer piso de la torre -que en esa época le correspondía al matrimonio de Isaac Mizrahi y Rebeca Kristal- las marcas de Sacriste se reconocen en la doble altura de los techos y los ventanales que permiten contar con luz natural a toda hora.

Fotos de arriba: en la vivienda que le pertenece a la familia de Helena Azubel de Osatinsky, una pieza de mármol hace que la luz se reflecte como en un cuadro de arte. El juego de niveles y de alturas que tiene el departamento permite que -al subir las escaleras- tengamos una habitación igual de espaciosa que abajo.

En el living, una ronda de sillas y sillones estilo Luis XV (hechos a medida) nos dan la bienvenida e invitan a que los visitantes se sienten a conversar o tomar un fugaz cóctel. Cortesía de una pequeña barra que sirve de vitrina para diversas figuras de porcelana. Sin embargo, hay otro objeto que llama la atención. A un costado de la sala, un biombo tamaño extra large recrea el paisaje del Monte Fuji (Japón) y propone una curiosa sintonía con el resto del mobiliario francés. “No sé por qué la mezcla -confiesa Alejandro Dito Mizrahi, uno de los hijos del matrimonio-. A Sacriste y a mi papá les gustaba mucho la cultura japonesa. El dibujo fue pintado con claras de huevo y, aunque con distintas alturas, este tipo de separación entre el comedor y la sala se repite en otros departamentos”.

Como era una constante en el trabajo del arquitecto, la vista está puesta en los detalles. Por ejemplo, en el sinfín de divisiones para la vajilla y los cubiertos que ocultan las alacenas y los muebles. O en la ingeniosa idea de agregarle a la puerta de la cocina una cajonera para guardar las escobas detrás.

Al mostrar la cocina, también enfatiza otro ingenioso uso del espacio: un pequeño control que le permite a la familia escuchar música en cualquier habitación.

“Antes no había equipos, pero sí combinados. Desde acá podías reproducir los discos y la música funcional resonaba y llegaba a las otras piezas”, explica el actual propietario mientras señala los parlantes de la pared y el mueble del comedor.

Fotos de abajo: para separar los ambientes, hay departamentos que tienen biombos. En el caso de la vivienda de Alejandro Dito Mizrahi, el mobiliario es el mismo que eligió Eduardo Sacriste al construir su hogar. El estilo responde a muebles hechos a medida en Francia y en sus terminaciones pueden verse apliques de madera. Las sillas del comedor y los armarios para reproducir música funcional en el resto de las piezas también fueron pensadas por el arquitecto. De aquella época, los cambios más drásticos sólo se dieron en el balcón.

Además, más allá de la calidad de cada pieza y los generosos metros cuadrados, el departamento cuenta con un tesoro verde en pleno microcentro tucumano. Al descorrer los ventanales, un enorme balcón con salida a la calle aparece. Aunque ahora el suelo sea de cemento y ya no queden rastros de pasto, en el pasado aquel sector contaba con un jardín japonés lleno de piedras y macetas. Sumado a una peculiar decoración. “También había una enorme piedra tallada al natural que, si vos la veías de perfil, parecía la cara de una persona”, recuerda.

El resto del recorrido consiste en habitaciones perfectamente encadenadas en un juego de desniveles y alturas. En el segundo piso está el cuarto de servicio (lo suficientemente grande para que quepan dos camas, una mesa de luz, un baño y placard) y el lavadero. Se agregan los dormitorios de abajo, un área de recreación y otro baño decorado con cerámicos negros, luces y salpicaduras de oro.

Al ampliar la mirada, la fachada del edificio es custodiada por una puerta de reja labrada que conduce -al seguir su camino- hasta un garage y, más allá todavía, una fuente deshabilitada que supo divertir con sus peces de colores a los propietarios más pequeños.

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