Los ídolos merecen ser respetados

Los ídolos merecen ser respetados

La vida de un deportista de elite es intensa pero corta. Los años van moldeando la personalidad y modificando las características. La juventud tiene sus ventajas: mayor potencia física, desenfado y entusiasmo. La experiencia aparece en el tramo final de la carrera y suele ser muy útil en la medida que se la sepa utilizar. ¿Qué es más importante? Depende de la óptica con que se mire. En el caso de los ídolos, algunos son cuidados y respetados hasta que deciden su retiro. Otros son dejados de lado a medida que su rendimiento comienza a declinar. Ejemplos hay muchos. En los últimos días el basquetbol, el rugby y el fútbol se manejaron con diferentes criterios. Los resultados están a la vista.

Luis Scola viajó a China para jugar el Mundial de basquetbol con el seleccionado argentino con el objetivo de ponerle el broche de oro a una trayectoria exitosa. A los 39 años y con múltiples conquistas -medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y bronce en Pekin 2008, además de dos finales perdidas en mundiales con el equipo nacional-, dejó su huella en competencias internacionales con clubes europeos y de la NBA, “Luifa” realizó un valioso aporte dentro de un plantel que sorprendió al llegar a la final del torneo, donde perdió ante España.

El jugador aportó su experiencia y capacidad para convertirse en la figura de Argentina. Pero también fue decisiva la postura que asumió el entrenador Sergio Hernández, quien respetó los pergaminos del jugador y le otorgó un rol protagónico que le permitió explotar sus principales virtudes.

Scola le dio el equilibrio necesario a un conjunto joven y explosivo, que por momentos desplegó un juego vistoso hasta convertirse en candidato cuando en la previa pocos confiaban en que iba a llegar tan lejos. El capitán fue elegido el jugador más valioso en varios partidos y fue quebrando marcas a nivel personal que terminaron agigantando su figura al punto de reconvertir su carrera. Varios clubes intentaron seducirlo. Finalmente aceptó la propuesta que llegó desde Italia, donde jugará en Olimpia Milano. Además, confirmó que su objetivo es estar presente en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

La otra cara de la moneda la mostraron Los Pumas en el Mundial de Japón. El entrenador Mario Ledesma tomó medidas polémicas y las consecuencias fueron la temprana eliminación del seleccionado, que se despidió en la primera fase. La decisión de sacar a Nicolás Sánchez del equipo titular primero, y no convocarlo ni para integrar el banco de suplentes después, sorprendió a más de uno. Las críticas llegaron desde diferentes sectores.

El goleador histórico de Los Pumas fue uno de los emblemas del equipo en los últimos años y máximo anotador argentino en el Mundial jugado en 2015 en Inglaterra. Sin dudas, merecía otro trato. Se podrá discutir si su rendimiento es el mismo que lo consagró en el pasado, pero al sacarlo hasta de los suplentes para improvisar en el puesto con un jugador que habitualmente ocupa otra posición Ledesma demostró tener poco tacto. Tal vez fue traicionado por su fuerte personalidad, que lo hace sentir por encima de los propios jugadores.

El fútbol no está al margen de estas situaciones. Un caso emblemático es el que atraviesa Carlos Tevez en Boca. Es el ídolo indiscutido, pero pasó de ser el emblema del equipo a convertirse en uno más en apenas un par de años. Ahora juega poco y generalmente es suplente.

Con un contrato que se vence a fin de año, resulta difícil que pueda retirarse con la camiseta de Boca. Una situación similar a la que vivió Juan Román Riquelme en su momento, quien culminó su carrera en Argentinos Juniors pero ahora se prepara para volver a La Bombonera y jugar su partido de despedida. Esto demuestra que los ídolos, para los hinchas, son eternos. Por más que algunos pretendan convertirlos en material descartable.

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