El fracaso político

El fracaso político

Son los pésimos gobiernos los que posibilitaron que pase lo que pase las cosas sean prácticamente las mismas. Ya no es hora de buscar responsables, sino de transitar un camino que tenga por objetivo transformar esa realidad.

El fracaso político

“Si contaba lo que iba a hacer, no me votaban”. A esta frase se la atribuyen a Carlos Menem y se remonta al siglo pasado. Es posible que al ex presidente riojano le corresponda el copyright de esa definición. Pero podría ser de cualquier candidato en campaña. Lamentablemente, la autenticidad y la sinceridad son dos atributos que escasean en tiempos electorales. Es más, hasta está justificado por el electorado que parece aceptar aquel eufemismo de “mentime que me gusta” que se popularizó hace varios lustros.

Una elección siempre lleva implícita una importante cuota de esperanza. Es un sueño en el que entra quien va a votar y confía que se hará realidad con sólo introducir la papeleta dentro de la urna. Horas después empieza a entrar en la realidad y toma conciencia que de que todo era un sueño. Y, si pasan más horas y días, la realidad le pega el peor de los cachetazos.

La semana que se despidió para siempre fue algo así. Apenas comenzó trajo en su bolsillo la nueva medición de la pobreza que hizo el Indec. En ese informe el organismo nacional dijo lo que ya conocemos. Explicó en números lo que todos saben y lo que nuestros padres supieron, por lo menos, en los últimos 50 años.

Sin ponernos a revisar detalladamente y con detenimiento, el Indec dijo que Tucumán es una provincia pobre. También sentenció que el norte del país es la zona más pobre la República Argentina. Además dejó en claro que el centro del país, que Buenos Aires, que la zona del puerto, son los que menos sufren la pobreza. A aquellos que son más detallistas les precisó que Formosa y Resistencia son las localidades donde la pobreza se ha quedado a vivir y no sólo no se quiere ir, sino que también está decidida a procrear. Roza el 50% la pobreza en esas zonas.

Ninguna sorpresa. Todo es prácticamente igual a cuando éramos chicos; y antes, incluso. Siempre que llegan las mediciones los tucumanos sabemos que estamos muy por encima de la media nacional y que toda la región es la zona que más sufre. Y, para amortiguar, cuando se analizan todos los datos completos, las poblaciones del noreste alivian la frustración. No somos los últimos.

Se trata, en definitiva, de un rotundo fracaso de la dirigencia política argentina. Son los pésimos gobiernos que supimos conseguir los que posibilitaron que pase lo que pase las cosas sean prácticamente las mismas. Por eso sorprende que el gobernador Juan Manzur trate de explicar que los problemas de la pobreza estructural de nuestro Tucumán son por culpa del gobierno nacional y punto. Es comprensible que el mandatario, que está en campaña electoral, diga eso, pero la situación es mucho más compleja. Si se pone a buscar culpables va a encontrar amigos y ex amigos suyos. Pero tampoco tendrá sentido. Ya no es hora de intentar encontrar los responsables, sino de transitar un camino que tenga por objetivo transformar esa realidad, que más parece un destino inexorable e irreversible.

La rápida decisión de Manzur de usar el dedo índice para echar culpas desnuda otra mentira en la que vive subsumido nuestro país: la idea de federalismo y de autonomía nacional. Tampoco eso ha cambiado con el correr de las décadas, sean del signo político que sea los que gobiernan.

Las provincias que están antes que Tucumán o que el NOA se diferencian por tener una mejor calidad institucional. Ella se asegura con educación, con sistemas de representatividad prolijos, con independencia de poderes y hasta con una forma de elegir con menos fisuras. Sin estos ingredientes, el fracaso está asegurado.

A diferencia de lo que ocurrió con la pobreza, hace 50 años, la droga no era la reina que es ahora.  Felizmente, los dirigentes políticos han intuido -y coincidido- que si no se ocupan de una vez por todas, la cocaína, la marihuana, el éxtasis y otras sustancias se los llevarán por delante. La Ley de Narcomenudeo se inscribe en este derrotero. La Legislatura decidió que no se pueden quedar de brazos cruzados y el Gobernador les llevó el apunte. En la Justicia se les paran los pelos porque no están en condiciones de afrontar esa tarea. Sin embargo, se comprometen a hacerlo a como dé lugar si es necesario.

La droga es un tema que une a los tres poderes y que hace coincidir a sus diferentes interlocutores. Los une el espanto. Las diferentes cabezas de los poderes están de acuerdo en que deben enfrentar y afrontar este tema en forma conjunta y cuanto antes. Tal vez sea el momento de tomar conciencia de que ya no hay espacio ni tiempo para que la dirigencia política se siga mirando el ombligo y buscando forma de enriquecerse personalmente.

Un intruso en la plaza peronista

A este contradictorio Tucumán es al que llegará mañana el presidente de la Nación, Mauricio Macri. El titular del Poder Ejecutivo Nacional ha aprendido a hacer política por contraste. Se ha robustecido poniendo en su espejo a Cristina Fernández. Después, lo que cosechó en el terreno político lo tiró por la borda de la economía. Y Manzur cae en la misma bolsa. Cada vez que vino a Tucumán (con la visita de mañana serán 13 veces), las discusiones y las peleas con los dirigentes tucumanos le dieron rédito político. Pero no sólo habrá mensajes nacionales, también se verán cuestiones muy tucumanas. Los problemas para trabajar en forma conjunta no son privilegio de un solo sector. Y, por el contrario, Cambiemos no ha podido cambiar las mezquindades de la política.

Mañana cuando Macri haya levantado vuelo y regrese a Buenos Aires, en Tucumán quedará una foto. Esa imagen es la que dará que hablar. ¿Estará en la foto el intendente Germán Alfaro? Las apuestas en los pasillos de la Municipalidad de Capital están a favor del “no”. Hay quienes apostaron que tal vez vaya su esposa, la diputada Beatriz Avila, pero ese caso sería un eufemismo más porque el matrimonio siempre se ha manejado como un equipo y no como una suma de individualidades. ¿Qué harán y qué lugar ocuparán los otros dos intendentes (Mariano Campero y Roberto Sánchez)? Es que la lista digitada desde Buenos Aires y diseñada a medida por Rogelio Frigerio no sólo crispó a Elisa Carrió.

No obstante, el acto será emblemático. Para el peronismo, la foto de la plaza puede ser un chiste o un fuerte dolor de estómago. La convocatoria y la organización de este acto que ha traído del recuerdo aquella visita de Raúl Alfonsín en 1983 va a ser clave.

Dos caras

El elector asiste absorto a los últimos movimientos de campaña. Es difícil entender cómo transitar el sueño de Alberto Fernández, que se despierta cuando ve los movimientos de izquierda o los piquetes y por lo tanto, a algunos adláteres inseparables de la misma Cristina. Son dos caras de una misma moneda, pero cuando se la revolea es difícil que caiga de canto para que se neutralicen las diferencias. Lo mismo ocurre con la unificación de la CGT. Hace más de 20 años que no coinciden absolutamente en nada. Otra vez las dos caras de la misma moneda. Y en el macrismo las cosas no están mejor cuando empieza a agrietarse la gestión con las voces críticas de Carrió, de Miguel Angel Pichetto y con las acciones y ambiciones de Rogelio Frigerio. Más monedas y más caras.

Y pensar que el ciudadano en pocos días quiere hacer renacer la esperanza de que sus sueños se hagan realidad.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios