El regalo de Suñé a un niño de siete años

El regalo de Suñé a un niño de siete años

A los 72 años murió el "Chapa" Suñé. Brilló en el "Xeneize" en la década del 70, club en el que ganó dos Copas Libertadores y una Intercontinental.

El regalo de Suñé a un niño de siete años FOTO TOMADA DE EL GRÁFICO

Nunca hubo tanta gente en la cancha de Racing como aquella noche. Las crónicas hablan de 100.000 espectadores y no es una exageración, porque el Cilindro de Avellaneda se construyó a imagen y semejanza del Maracaná. Los hinchas se amontonaban en los pasillos, en las escaleras, en los accesos. Una locura bajo la lluvia de diciembre, en aquel año -1976- tan amarrete de buenos recuerdos. Final del torneo Nacional. Boca vs River. Escenario neutral.

Van 0 a 0 y Arturo Iturralde, un árbitro como los de antes –canoso, pancita, dirigiendo al trote- cobra tiro libre al borde del área. El “Pato” Fillol empieza a armar la barrera, sus compañeros lo miran, intentan ubicarse, relojean a los rivales. Rubén Suñé no se distrae: remata y convierte. Se hace un silencio. Los de Boca no saben si festejar, los de River no entienden nada. Iturralde señala el centro de la cancha. Gol. 1 a 0. Boca campeón.

Lo curioso es que no existe registro fílmico de esa final, la primera que enfrentó a los más grandes en un mano a mano decisivo. Apenas algunas fotos. Una es clave: Iturralde levanta los brazos en señal de aprobación –como diciendo ¡juegue! o ¡tire!- mientras se recorta el perfecto gesto técnico de Suñé, rematando convencido. Otra, tomada detrás del arco, muestra al enorme Fillol vencido, de pie, azorado, mientras la pelota se dirige a la red. Y otra más: “El Chapa” con los brazos en alto, pletórico de felicidad. Campeón.

Suñé (¿puede encontrarse un apellido más español que ese?), que brilló como defensor y como volante central, y que jugó en la Selección pero no disfrutó un Mundial, se metió a los hinchas de Boca en el bolsillo durante una época generosa en grandes jugadores. Tal vez no alcanzó la altura de Rattín, pero sí fue ídolo, querido y admirado. Lo distintivo, lo que le otorga un plus en los corazones, es el apunte legendario. El toque mágico. Ese gol en una noche de lluvia que fue capaz de definir una final, gol de guapo, de vivo. Un gol, a fin de cuentas, capaz de revelarles a los ojos deslumbrados de un niño de siete años, que por primera vez visitaba una cancha de fútbol, el verdadero significado de la pasión. Al “Chapa”, fallecido a los 72 años, sólo queda decirle gracias.

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