Cartas de lectores

IDIOMA NACIONAL

Un excelente resumen el del 7 de abril, sobre lo tratado en el último Congreso Nacional sobre la Lengua realizado en Córdoba, con sus variados matices, sobre los que podemos o no coincidir. Resulta penoso que algunos hayan confundido la política con algo estrictamente académico, filológico y tradicional. Por lo patentizado, hubo calidad y excelencia en la mayor parte de sus expositores y asistentes. Pero nuestro objetivo es otro y, por ello, estimo que una amplia mayoría no lo conoce y vengo a exponerlo como curiosidad. Sorprende el conocer que existe por Ley o Decreto nacionales, el deporte nacional (Pato), la flor nacional (Ceibo), el árbol nacional (Quebracho colorado chaqueño), el animal nacional (Hornero), la piedra nacional (Rodocrosita) y, por supuesto, los símbolos patrios nacionales (Himno, Bandera, Escudo y Escarapela). Pero no tenemos por ley, por ello no es oficial, un idioma nacional. Incluso, nuestra Carta Magna sostiene el culto católico, apostólico romano. Y si sumamos a nuestros emblemas nacionales, incorporamos a la Virgen de Luján como nuestra Patrona y Protectora e incluso en nuestra Acta de la Independencia se eligió como Patrona de la Independencia de América, a Santa Rosa de Lima. En otros países se encuentra formalizado en una norma nacional, e incluso en algunos son dos los idiomas oficiales. Todo esto tiene amplia importancia para lograr una buena organización, redacción de leyes, sentencias, decretos, etcétera. Es obvio que, por usos y costumbres, derecho consuetudinario, nuestro idioma es el castellano. Tal nos enseñaban dicha materia desde el colegio, no obstante, este olvido o falencia. Deviene de nuestra Madre Patria, cuya lengua ha logrado transpolar a una Hispanoamérica, riquísimas en gamas lingüísticas, donde se han respetado y rescatado influencias tanto indígenas como de tantas migraciones.

Justino Terán Molina

CANDIDATOS A LA PRESIDENCIA

A pocos meses de las elecciones, se puede ver y escuchar por todos los medios a los nuevos postulantes para dirigir nuestros destinos. Desde mi humilde opinión, y siendo absolutamente consciente de la triste y preocupante situación del país, puedo decir que ninguno de ellos pudo explicar, hasta ahora, cómo harán para sacar adelante a la Argentina en caso de ser electos. Nos ponderan lo que piensan hacer, pero no de qué manera. Esto ocurre por un sólo motivo: saben que el único camino para un verdadero cambio es la verdad cruel, con cambios profundos y dolorosos que nos llevarán mucho tiempo de sacrificios. Entre quienes intentan llegar al “sillón de Rivadavia” hay para todos los gustos: políticos (muchos ya estuvieron y fracasaron), economistas , gente de la farándula, de la ciencia, ciudadanos comunes, etcétera, criticando o diciendo lo que todos sabemos y algunos entendemos muy bien. Algún día se comprenderá que no hay un mesías ni un mago que “salve” a la Argentina. Sí hay muchos improvisados sedientos de poder o desesperados por “salvación” propia. Somos un país en decadencia económica y moral, motivo por el cual los cambios deben ser desde los cimientos, y eso significa esfuerzo y sufrimiento. Deberemos acostumbrarnos a vivir de otra manera, más como pobres que como ricos, a ser austeros, disciplinados, y por sobre todo honestos. La pobreza en la Argentina es un mal enquistado desde hace muchos años, y fue creciendo sin pausa con pésimos y corruptos gobiernos que el pueblo eligió. Hoy veo a un Presidente que, con errores y aciertos, consciente de lo que pasa, diciendo la verdad, pensando en generaciones venideras y poniendo en juego todo su capital político, está haciendo lo que hay que hacer para evitar tocar fondo una vez más. Quién resulte electo en octubre sabe que sólo hay dos caminos: volver al populismo o seguir cambiando y reconstruyendo desde la raíz con todo lo que eso implica. Ojalá, algún día, oficialistas y opositores se pusieran la camiseta de Argentina para cambiar, para siempre, nuestra repetida historia llena de corrupción, tristeza y frustraciones.

Noemí Barrenechea

DOBLE FRACASO MUNICIPAL

El municipio capitalino fracasó en dos medidas que impulsó con énfasis: el estacionamiento en doble y triple fila en las adyacencias de los establecimientos educativos del centro, y la erradicación del cobro ilegal de estacionamiento pago. Basta con circular por los colegios y escuelas, en horarios de entrada y salida, para observar la interrupción del flujo de circulación de vehículos. La solución fue el anuncio de fuertes sanciones que derivan en multas, que son una mera manera de recaudar y no de corregir. La solución debería ser prohibir el estacionamiento estable en toda la cuadra (de esa escuela o colegio) con la condición de que el motor esté en marcha y las balizas encendidas. Eso obligará al conductor a regresar rápidamente al vehículo y despejar la zona. El cobro irregular de aparcamiento le ganó al municipio; nada cambió. El apriete, por los denominados “trapitos”, sigue, las facturas llevan la denominación municipal apócrifa y nadie dice y hace nada, simplemente negaron tener vínculos con estas organizaciones que cobran lo que quieren y de muy mala manera. Existen en todos lados y a toda hora, ante la mirada al costado de personal de tránsito, todos los días. ¿Podrá el municipio brindarle al ciudadano que paga impuestos la mitad de los lugares que por ley eran gratuitos? Seguimos esperando recuperar algunos derechos perdidos.

Williams Fanlo

LEY DE BOMBEROS VOLUNTARIOS

Quiero referirme a la ley 9.039, que fuera sancionada por unanimidad en nuestra Legislatura el 7 de julio de 2017, con una sala llena de Bomberos Voluntarios de toda la Provincia y la presencia del presidente del Consejo Nacional de la actividad bomberil, y con una caravana de móviles haciendo sonar sus sirenas por la ciudad de San Miguel de Tucumán, y que fuera promulgada por el gobernador, el 31 del mismo mes. Es mi deseo poner de manifiesto que dicha ley, por no estar aún reglamentada, no se aplica en Tucumán, por lo que nuestra Provincia es la única en el país que no cuenta con una normativa al respecto. Pido a las autoridades gubernamentales que, a través del Ministerio de Seguridad, la ley sea reglamentada antes de los dos años de aprobada, ya que correría el riesgo de perder su vigencia. ¡Qué diferente fue nuestro ánimo y el de los legisladores el día de su sanción!, con el que enfrentamos hoy, porque parece que lo conseguido fue en vano ya que faltan apenas tres meses para los dos años de aquella gesta tan esperada por estos arriesgados jóvenes voluntarios.

Enrique Julio Ortega

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios