Sueños elevados

“Soñar no cuesta nada”, reza uno de los refranes más repetidos y engañosos de la historia. Primero, porque soñar siempre tiene un costo: genera expectativas, ansiedades, deseos, ilusiones que hipotecan parte de nuestro futuro, de nuestro organigrama mental de lo que pensamos hacer, de cómo nos vemos y nos situamos “mañana”.

Segundo, porque cuando esos sueños no se cumplen, no se concretan, caemos en el desánimo, en la frustración, en la sensación de fracaso. Es decir, soñar siempre cuesta y a veces nos resulta muy caro.

Incluso, cuando le decimos a alguien “quedate tranquilo, soñar no cuesta nada”, pese a que parece una frase optimista, que busca animar al otro a sostener sus ideales, en realidad es una sentencia de muerte encubierta. Es como decir, “vos seguí soñando, total es gratis”.

Ahora, no por ello vamos a dejar de soñar, sino todo lo contrario. Abandonar los sueños es casi como suicidarse, porque una persona que no desea, que no proyecta, que no intenta, que no se levanta todos los días con expectativas, es una persona que está muerta, aunque siga respirando.

“El que persevera triunfa”, podría ser otro lugar común que nos propicie de antídoto contra la frustración de los sueños incumplidos.

Es un ejercicio de caer y levantarse, de volver a caer y de nuevo levantarse que los tucumanos conocemos muy bien, casi que somos expertos.

No todos los tucumanos, porque en el camino de las frustraciones van quedando muchos cadáveres, abatidos por la desazón, agobiados por la mediocridad, cansados de tanta inacción. Pero sí hay un grupo de tucumanos que no baja los brazos, que no abandona la lucha, y es el puñado más valioso -y necesario-, porque son las personas que empujan al resto de la sociedad, que le dan sentido a la vida, como el padre o la madre que levantan bien temprano a sus hijos para que vayan a la escuela. Sin ese padre o esa madre todos los niños se quedarían en la cama durmiendo.

Los que no se rinden

Hay cientos de tucumanos con proyectos altruistas, importantes y hasta imprescindibles para mejorar nuestra calidad de vida, para levantar nuestra autoestima colectiva, para recuperar la provincia próspera y pujante que supimos ser hasta hace aproximadamente medio siglo, hermosa, limpia, más igualitaria y segura, antes de que las pymes de la política tomaran por asalto el Estado y lo esquilmaran para beneficio de unos pocos, mientras reparten migajas a una masa empobrecida y cada vez más embrutecida.

Porque aunque nos duela esa es la realidad, somos una sociedad más pobre y más inculta que hace 50 años, cuando empezamos a dejar de hacer las grandes obras.

Entre esos comprovincianos que no se rinden y sueñan a lo grande, hay un grupo que se conformó hace una década con un único y ambicioso objetivo: impulsar los “Trenes Tucumanos del Bicentenario”.

Hace casi 10 años que golpean puertas y juntan orina en salas de espera con una carpetita bajo el brazo, hoy ya un pen drive.

El proyecto plantea construir un tren elevado en doble vía desde Tafí Viejo hasta La Cocha.

Este grupo promotor se formalizó recién en 2014 y está liderado por el histórico ferroviario de los Talleres de Tafí Viejo, Miguel Angel Herrera, experto en planeamiento, programación y control de actividades complejas. Lo acompañan Cristina del Valle Ruiz, Carlos Duguech, Joaquín Rodríguez y Pablo Della Torre, todos profesionales y activistas comunitarios.

Si bien ya pasaron casi tres años de la celebración del Bicentenario de la Independencia, el proyecto sigue vigente, en tanto la crisis del transporte público en Tucumán es cada vez más grave, lo mismo que el tránsito en el Gran San Miguel de Tucumán.

Más de tres décadas de abulia

En un proyecto de ordenanza de 1997 para la elaboración de un plan estratégico de desarrollo urbano y ambiental del Área Metropolitana, presentado por el concejal José Ricardo Ascárate, ya se recordaba que diez años antes, en 1987, el Concejo Deliberante había advertido que el tránsito de la ciudad sería un caos en el año 2000 si no se buscaban medios de transporte alternativos y si no se restringía el ingreso de autos al microcentro.

Es increíble que hayan pasado más de tres décadas desde que se hizo esta advertencia y lo único que ha mejorado en materia de transporte son los autos de lujo de los funcionarios.

Volvamos a soñar. El proyecto de los “Trenes Tucumanos del Bicentenario” se presentó públicamente por primera vez en 2014, durante un congreso ferroviario que se realizó en la Universidad Tecnológica Nacional de esta ciudad, donde fue recibido con aplausos de pie por profesionales, gremialistas y estudiantes, según recuerdan los autores. La idea se inspiró en los trenes elevados de Lima, Perú, “porque no pretendíamos mirar a Europa, donde se hacen obras imposibles para nosotros, sino a un país vecino, parecido a nosotros”, explicó Herrera.

El plan propone unir diez ciudades: Tafí Viejo y el Gran Tucumán (la capital, Banda del Río Salí, Las Talitas y Yerba Buena) con San Pablo, Lules, Famaillá, Monteros, Concepción, Aguilares, Alberdi y La Cocha, trayecto donde se concentra más del 80% de la población de la provincia. Beneficiaría además a decenas de pueblos intermedios y cercanos.

Se pretende que esta obra sea ejecutada por la Nación, a través de un fondo patriótico de reparación histórica para Tucumán (¿Plan Belgrano?). Estiman que su costo rondaría los 100.000 millones de pesos.

Beneficios exponenciales

Entre los argumentos del proyecto se detallan los fuertes efectos multiplicadores que tendría esta obra, como generar miles de puestos de trabajo, descongestionar el tránsito en las calles y rutas, desarrollar y conectar mejor a las ciudades del interior, otorgar a la población un sistema de transporte alternativo, más seguro, rápido y limpio, como opción además al monopolio de los colectivos.

Permitiría además reabrir los Talleres de Tafí Viejo, generando más empleo genuino, y convertirse en un gran atractivo turístico de alcance internacional e incluso utilizarse de conector entre distintos lugares turísticos, algunos de ellos nuevos, que podrían desarrollarse a partir del tren.

En Santiago del Estero se inauguró en 2016 un tren elevado, de una sola vía, llamado el Tren del Desarrollo, que une la capital con la ciudad de La Banda, en un trayecto de nueve kilómetros. El de Tucumán sería 10 veces más extenso.

“Tenemos esperanzas porque los funcionarios técnicos saben que tarde o temprano habrá que hacer algo. Cuando se inauguraron las obras de los túneles de la Córdoba y la Mendoza, Oscar Mirkin (ex secretario de Obras Públicas) dijo que no se iban a levantar las vías porque en algún momento Tucumán debería tener trenes urbanos e interurbanos”, recordó Herrera.

El ex ferroviario consideró que el proyecto puede parecer desmesurado, pero aclaró que ellos prefieren llamarle grandeza. “La misma grandeza que tuvieron los congresales del 9 de julio de 1816 y la grandeza de los gobernantes que decidieron construir el Ferrocarril Belgrano (el más extenso del país) que une 14 provincias y sus conexiones con Brasil, Chile y Bolivia”, ejemplificó Herrera.

Para soñar mejor soñar en grande, sostenía mi madre. Porque el que sueña pequeño sólo hace cosas pequeñas, cosas posibles, que hace la gente común, pero sólo los genios sueñan proyectos imposibles.

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