24 Febrero 2019
Querible, ocurrente, creativo, Oscar Ferronato se fue dejando tras de sí una estela de anécdotas alegres y tiernas. Sus historias de desventuras, entre la tragedia y la comicidad, arrancaban carcajadas entre sus compañeros de LA GACETA, donde se desempeñó como jefe de la sección Fotografía hasta poco antes de la jubilación. Previamente había formado parte del equipo de Arte y Diseño. El “Pila” solía echar mano a la estrategia del humor para disfrazar la creatividad que lo caracterizaba y que lo llevó a ser un reconocido retratista y paisajista. No le gustaba despertar envidias, era amable y solidario, sin distinción de jerarquías. Por eso su muerte repentina, ayer por la mañana, durante las vacaciones en Las Estancias (su rincón en el mundo), entristeció al ambiente periodístico, especialmente a la comunidad de LA GACETA.
Alegre, “amiguero”, había nacido hace 66 años en Concepción. Era un apasionado de la fotografía y un referente del Foto Club de su ciudad. A los 43 años recibió un duro golpe: quedó viudo y con cuatro hijos. Ya integraba el plantel del diario y sobresalía como diseñador: sus trabajos recibieron premios internacionales de la Society of Newspaper Design (SND), en 1996 y 1997.
“Era un tipo de exquisita sensibilidad, alegre y positivo, de buen trato. Capaz que, como decía Sábato, las lágrimas iban por dentro, por detrás de esas máscaras que él se ponía. Yo a veces me enojaba porque lo pasaban por encima, pero él no se enojaba casi nunca”, recuerda su entrañable amigo y colega Sergio Fernández, con quien había tomado un café dos días antes de su muerte y había hablado por teléfono el día anterior.
Con Roberto Espinosa, otro amigo cercano y compañero de LA GACETA, compartía estas vacaciones familiares que fueron las últimas. “Era solidario, creativo, sensible. Sufría con las injusticias. Defensor del talento de los otros, propietario de la ternura, el Pila era de esas personas tan buenas que el corazón le ocupaba todo el cuerpo. Su sonrisa era un abrazo”, lo describió.
Rubén Falci, jefe de Arte y Diseño del diario, lo recuerda como “un tipo especial”. “Era de esas personas que no son comunes, con las que uno se cruza pocas veces en la vida. Te hacen reír y no sabés si está actuando o no. Generoso como él solo, con una gran chispa de humor, con un ojo diseñado para captar la estética perfecta de cada imagen y plasmarla en la fotografía. Un gran tipo. No sé si estoy triste o alegre por su partida. Para mí, que soy una persona de fe, en el fondo estoy muy feliz por él. Mientras tanto, los que no tienen la capacidad de correr el velo para ver lo que hay más allá de la muerte, sufrirán esta despedida tan repentina”.
Apenas se publicó la noticia en LA GACETA.com los mensajes de condolencias comenzaron a llegar y no se detuvieron durante toda la jornada. Los restos de Ferronato fueron velados ayer en la sala de Flores y de inmediato, al anochecer, fueron cremados.
Esa luz que nos iluminaba...
Por Juan Pablo Sánchez Noli
Te abrazaba. Se agarraba la cabeza. Te decía “escuchá”, y tenías que escuchar alguna canción del tributo de George Martin a Los Beatles. Se despeinaba. Agrandaba el pequeño problema que podía tener alguna página. Volvía a diagramar. Se iluminaba. Cada primavera les pedía a los fotógrafos que sacaran fotos de los lapachos. “¡Mandá esa foto a concurso! -demandaba-. ¡Hay que poner esa foto en la tapa! ¡¿Cómo hiciste esa foto?! ¡Nooo...!” Y así te hacía creer que eras grande.
Sabía comer las cosas ricas. Sabía fumar y quedarse solo, al fondo de los pasillos del diario. Cuando algo se le escapaba recurría al “tenemos un problema”. Sabía cantar. Lo rodeaban vasitos de plástico. Sabía mirar los colores de Tucumán. ¿Se acuerdan de “La vida es bella”? El del protagonista de esa película era el estilo del Pila. Él era ese personaje. El que sabía mostrar los días iluminados.
Era la luz que muchas veces tenía la Redacción.
El Pila era luz, como la fotografía.
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