Dilemas profundos en clave socarrona

Dilemas profundos en clave socarrona

Parménides, un escritor a sueldo y un libro que quizás nunca llegará a existir.

EL DILEMA A RESOLVER. ¿Cuánto debe cobrar un escritor por un libro que no es suyo, sino de alguien que no tiene idea de lo que quiere escribir, aunque sabe que se trata de la totalidad del ser? M.C. Escher EL DILEMA A RESOLVER. ¿Cuánto debe cobrar un escritor por un libro que no es suyo, sino de alguien que no tiene idea de lo que quiere escribir, aunque sabe que se trata de la totalidad del ser? M.C. Escher
24 Febrero 2019

Por Santiago Garmendia.-

Aira escribe una ficción sobre la firma profanando con mucha destreza los albores de la filosofía.

Perinola es una joven promesa de las letras que es llamado a escribir para y desde el poderoso Parménides de Elea, un activo hombre de la política que busca la fama de un tratado petulante. Quiere firmar un libro que se llame “Sobre la naturaleza”. ¿Cuánto debe cobrar un escritor por un libro que no es suyo, sino de alguien que no tiene idea de lo que quiere escribir, aunque sabe que se trata de la totalidad del ser? La solución llegará mediante un cálculo entre tiempo y resultado, teniendo en cuenta lo que cobra un esclavo y un comerciante. Así comenzará una relación de diez años cuyo fruto es “una obra infinitamente postergada y un hechizo general de espera”. En fin, una feliz vida de escritor.

El lector, como es costumbre en Aira, encontrará en estas páginas dilemas profundos en clave socarrona, sutiles paradojas que acechan: Perinola, Rosetta, la pequeña caverna Afrodita donde el escritor conoce el presente, o un Zenón que nunca llega. Pero sobre todo un Parménides borroso e indeciso (“bicéfalo” para quienes sepan de filosofía), que exaspera al escritor porque nunca toma una decisión. Es un flan que acepta todo, sus propuestas “aun si las planteaba como alternativas excluyentes, serían aceptadas con la misma velocidad y entusiasmo”.

Este librito de César Aira condensa los diez años anodinos de esa relación (¿fraterna, comercial?) en los que el escritor usa la máscara que le da Parménides para escribir en verso la música del ser, o mejor dicho el silencio de todo lo posible. Logra así soltar su pluma como jamás lo haría Perinola, como no podría hacerlo nunca su patrón. Parménides no existe, no es Perinola, el primer escritor a sueldo, pero tampoco es el gran político que lo contrata. Parménides es un poema: no puede ser nada más ni nada menos que poesía, ese enigma que “al no querer decir nada con el instrumento que servía para decir cosas, decía algo, que era a la vez algo y nada”.

© LA GACETA

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