127 días para contar en la tele conflictos y costumbres argentinas

127 días para contar en la tele conflictos y costumbres argentinas

Fue un soplo de aire puro en la TV abierta: hoy se despide “100 días para enamorarse”, la ficción más vista del año, de Underground.

ÚLTIMO CAPÍTULO. Como toda telenovela que se precie, “100 días... “ también termina con una boda. clarín.com ÚLTIMO CAPÍTULO. Como toda telenovela que se precie, “100 días... “ también termina con una boda. clarín.com

Llega el final: hoy a las 22.30 Telefe emitirá el último capítulo de “100 días para enamorarse”, la ficción que de a ratos logró eclipsar el bastión de rating de Show Match. Si bien el episodio de hoy es el número 127, el número redondo del título en sí ya era un dato alentador: la tira diaria debía plantear conflictos que pudieran resolverse en ese lapso. No habría que sobrellevar 500 capítulos de otomanos en túnicas de terciopelo o culebrones rabiosamente mexicanos, estereotipados y anticuados. Nada de idioma neutro; se escucharía porteño coloquial. El horario, prime time, dictaminó el gancho necesario pero no suficiente: el elenco. Se plantó un protagónico coral con actores muy conocidos, eficaces y, obvio, atractivos.

Otra vez el tiempo

“100 días...” partió, en mayo, con un argumento original sostenido por historias secundarias. Underground volvió al leit motiv del paso del tiempo, una temática constante en la exitosa productora de Sebastián Ortega y Pablo Culell. (Recordar “El tiempo no para”, “Graduados”, “Un año para recordar” o “Lo que el tiempo nos dejó”).

Con la amistad y los amores como ejes fundamentales del texto que escribieron Silvina Fredjkes y Alejandro Quesada, hubo humor en cada capítulo, pero no obligado ni como un fin. Los subtemas fueron varios, diversos, actuales pero ante todo inusuales en el living del prime time nacional, y ese fue el mayor mérito de “100 días...”

Los vínculos desgastados, la insatisfacción de la generación intermedia, las cuentas pendientes, la tristeza y la alegría estructuraron el guion, y en los momentos de temáticas complejas afloraron la personalidad y la identidad de la ficción.

Desde el comienzo llamó la atención cómo se fue describiendo el proceso hacia la transexualidad que transitó Juani (Maite Lanata, toda una revelación), bullying escolar incluido, con un tratamiento adecuado y respetuoso.

Esa fue la historia central, alrededor de la cual al comienzo aparecieron el acoso laboral sobre Antonia (Nancy Dupláa), la bigamia de Javier (Juan Gil Navarro), la eterna soltería irresuelta de Diego (Luciano Castro). Y el disparador de la historia: el pacto firmado por los abogados Laura (Carla Peterson) y Gastón (Juan Minujín), de interrumpir por 100 días su matrimonio para ver el mundo fuera de la pareja, y luego tomar la decisión -que hasta hoy está pendiente- mientras en su buffet dirimían divorcios ajenos.

Después vendrían otros temas, como la homosexualidad indecisa de Fidel (Michel Noher), el consumo de alcohol o de sustancias tóxicas; el autoritarismo en la escuela; la violencia de género; la legalización del aborto; el Alzheimer y el trasplante de órganos, entre otros temas.

Momentos destacados hubo unos cuantos. Resaltamos las clases sobre identidad de género que dictó la psiquiatra personificada por Sandra Mihanovich y el momento -muy emotivo- en que Juani le pide a su madre que le corte el pelo, dando el paso simbólico de cambio de género.

La profundidad con que la trama desarrolló algunos temas, como las elecciones individuales, sexuales o las familias ensambladas no evitó que aparecieran ciertos clichés típicos de la telenovela. Sin embargo, todo lo inverosímil de las situaciones se tornó creíble con un elenco de gran capacidad interpretativa.

La pareja central, Minujín-Peterson, deambuló en su crisis entre “touch and goes”, amores y desamores, sin saber a ciencia cierta qué querían. Dupláa se mantuvo en el registro apasionado de “La Leona” hasta en la pollera tubo. El resto del elenco acompañó al tono. Pero fue Inés (Jorgelina Aruzzi) la que desató carcajadas con su hablar al borde de las lágrimas y sus desopilantes intervenciones.

El éxito de “100 días...” ratifica que la TV argentina necesita contar historias que reflejen la cercanía de conflictos y costumbres, aquellos que la vastedad del streaming nunca podrá abarcar.

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