A ser feliz también se aprende en la escuela

A ser feliz también se aprende en la escuela

En el colegio Almafuerte enseñan a los chicos a descubrir sus emociones y a gestionarlas. Ahora los recreos son más tranquilos. Experiencias.

PIONEROS. Alumnos de 5° grado del colegio Almafuerte comenzaron el proyecto de inteligencia emocional que luego continuó en toda la escuela. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI.- PIONEROS. Alumnos de 5° grado del colegio Almafuerte comenzaron el proyecto de inteligencia emocional que luego continuó en toda la escuela. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI.-

A Carlitos le dijeron “anteojudo” y él, antes de darle una trompada a su compañero puso en práctica el semáforo emocional que le habían enseñado en el colegio. Primero se frenó en rojo. Respiró hondo en amarillo y reflexionó: “no me tengo que sentir mal, el problema no soy yo”. En verde abrió el diálogo: “¿tenés algún problema con mis anteojos?” Florencia, de 10 años como Carlitos, es la mejor alumna, pero también la más silenciosa. Con voz suave y sin mirar a los ojos cuenta: “yo soy muy tímida, a mí me cuesta liberar las emociones. Me siento en la última fila y solamente charla con mi compañera de al lado. Pero cuando nos enseñaron a manejar las emociones me hice amiga de todos, hasta de los varones”, sonríe.

Las hojas del anotador no alcanzan para escribir todas las experiencias de los chicos. Cada uno quiere contar la suya. Josías relata que a principio de año se divertía llamando a Jero “niño rata”. “Él se enojaba mucho y una vez me tiró una silla en la cara y me aflojó un diente”, recuerda. Pero a mitad de año aprendió una palabra que él desconocía: “empatía”. “Es eso de ponerse en los zapatos del otro. En el colegio nos enseñaron a hacerlo con un juego y a partir de ahí ya no lo molesté más. Ahora Jero es mi amigo”, dice.

El proyecto “Aprendiendo a ser feliz” no sólo les cambió la vida a los chicos de 5° grado del colegio Almafuerte, sino también a todos los docentes del establecimiento, desde jardín de infantes, pasando por el primario hasta el secundario. Incluso los docentes comenzaron a capacitarse en una diplomatura sobre Inteligencia Emocional. El proyecto se presentó en Feria de Ciencias y ahora se espera que llegue a la instancia nacional. Los resultados fueron tan positivos que el colegio decidió transformarlo en un proyecto transversal, para las distintas materias y niveles.

Así nace el proyecto

Cómo comenzó esta historia: “observamos los recreos y pensamos que debíamos encontrar una manera reducir las situaciones de conflicto. Se nos ocurrió un proyecto que enseñara a gestionar las emociones y para que los chicos aprendieran a conciliar con sus compañeros. Gracias a que tenemos jornada prolongada abrimos un espacio en cada grado para trabajar las emociones en todas las materias, a partir del juego y de otras actividades como la radio escolar”, explican la maestra de 5° grado Mabel Checa y la directora Marcela Abregú. Los chicos trabajaron el tema en un programa que se llamó “Educando nuestras emociones” y que difundieron por FM Antares (FM 88.5).

En el jardín de infantes se hizo escuchar a los niños seis tipos de melodías diferentes. A cada una le correspondía una carita que representaba una emoción: alegría, tristeza, enojo... Los chicos debían expresar con una carita los sentimientos que le provocaba cada melodía. En hora de Tecnología, los chicos del primario se ponían frente a diferentes obras pictóricas de grandes maestros. Debían contemplarlas un rato y detectar qué emoción estaba representando cada una: miedo, alegría, amor, tristeza.

El taller duró varios días. Terminó con un ejercicio singular. Cada chico debía hacer un dibujo donde manifestara sus sentimientos. “Y fue muy revelador. Un niño dibujó un secreto familiar tan grande que ocupaba toda la hoja. Se le planteó al papá y él tampoco se había dado cuenta de lo que le estaba pasando a su hijo. Nos dimos con que a muchos les costaba reconocer sus propias emociones. A tal punto que decimos hacer una encuesta a 150 alumnos. La hicieron ellos mismos, con gráficos de barras con la ayuda de la profesora de Tecnología. El resultado fue que el 60% de los niños no sabe identificar sus emociones, no puede ponerle un nombre. No podía tener empatía con los demás, porque tampoco sabía lo que le estaba pasando a él”, reflexiona Mabel, que vio con sorpresa los cambios que se producían día a día en sus alumnos.

La experiencia de explorar las emociones fueron compartidas por radio, y en forma personal en una visita a la escuela Paul Groussac. La empatía fue puesta a prueba una tarde que fueron al hogar San Roque. “Los chicos ofrecieron una coreografía y conversaron con las persona mayores, muchas de ellas estaban en silla de ruedas. Volvieron muy movilizados”, cuenta la directora. Todo eso hizo que cambiara la dinámica del recreo, que se volvió más tranquilo y hasta hubo que poner canastos con piolas y pelotas porque los chicos decidieron volver a los juegos tradicionales.

Los docentes ahora están ansiosos porque van a participar el 27 de una jornada nacional de Educación Emocional y Neuroeducación en Córdoba.

Pequeñas maestras

Jero, uno de los más inquietos, cuenta que primero se peleó a las piñas con Alejo y después con Lucas. Esto alertó a Pía que, con la complicidad de Martina, esperó el momento justo para darle su lección. Cuando Jero vio que el spinner (un juego) pasaba de mano en el recreo le pidió a Pía: “¿me lo prestás un ratito?” Y ella con un guiño a Martina le puso condiciones: “sí, pero antes tenés que hablar con Alejo y con Lucas y amigarte. Ah ... y copiar la tarea”. Pía dice que Jero se quedó en el recreo a copiar. Pero que después le dijo: “Pía, no me prestés nada. Me voy a amigar porque yo quiero”.

> Inteligencia emocional
La teoría que revolucionó el mundo de la psicología y la pedagogía
En 1983, Howard Gardner, en su libro “Inteligencias múltiples: la teoría en la práctica”, introduce la idea de que los indicadores de inteligencia, como el cociente intelectual, no explican plenamente la capacidad cognitiva. Antes que Gardner otros autores habían comenzado a hablar del tema, pero fue Daniel Goleman quien popularizó el término. Sus trabajos dieron lugar a cientos de programas educativos. Goleman demostró que la inteligencia emocional es clave para el bienestar mental y físico y para el mundo de relaciones con los demás. También señaló que el manejo de las emociones puede ser aprendido.

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