Carta de lectores
Crisis 
Los nacidos en los ‘60 podemos hablar de la verdadera pobreza. No cualquiera tenía gas en garrafa, se cocinaba en braceros con carbón o leña, se freía con grasa, el aceite era un privilegio de pocos. No cualquiera tenía teléfono, televisor, moto o auto, se andaba en bicicleta. Era común el pantalón remendado y los zapatos arreglados dos y tres veces. Las zapatillas de lona y las alpargatas, las medias cocidas y los cuellos de las camisas que se daban vuelta cuando se gastaban. Hoy no pocos hogares cuentan con medio de movilidad como una moto o auto, varios teléfonos celulares, calefón, cocina a gas natural, con un guardarropa lleno y vivienda de material en lugar de la vivienda rancho que eran muy comunes. Poner en la mesa una mermelada, dulce de leche, manteca o queso era un privilegio de pocos. Trabajar en un banco o empresa con aire acondicionado y calefacción, salir en familia a cenar o almorzar en un bar, viajar en tour los estudiantes o jubilados. Las fiestas se hacían en casa, sin animación, ni filmación, y los mozos eran los familiares. Cuando pienso en la “crisis” de la que se habla todos los días en los medios de comunicación, creo que primero deberíamos agradecer lo mucho que tenemos.
Jorge Juan Dip
Frías Silva 465
Monteros
Aborto
Como en una marcha forzada avanza la intervención de personas que opinan en favor y en contra de la despenalización irrestricta del aborto, atrincherado cada bando en posiciones profundamente ideologizadas. El menos avisado se da cuenta que se ha llegado a un punto en que ningún razonamiento humanista se tiene en cuenta y sólo se busca la derrota intelectual del adversario. La exigua diferencia numérica con que se aprobó el proyecto en Diputados es matemáticamente indiscutible, pero en términos políticos debiera habilitar un espacio para que la mayoría permita la inclusión de algunas de las objeciones o mejoras propuestas por la circunstancial minoría. Parece que no es así y los defensores del proyecto con media sanción pretenden que en Senadores se apruebe sin cambios, con lo cual se encaminarían a una victoria pírrica, que ampliará a límites angustiosos esta nueva grieta a la que se somete a la sociedad de los argentinos. Párrafo aparte para el inconcebible declinación de responsabilidad del Poder Ejecutivo Nacional, al adelantar que no se vetará la ley, sin conocer aún su redacción final. Por ejemplo, en la media sanción de Diputados jamás se menciona al padre de la criatura que va a ser ejecutada. Si es una omisión involuntaria, puede ser resuelta por medio de un veto parcial. Si no lo es, en ese caso el Poder Ejecutivo debe subsanar esa omisión, que es tan simple como dramática. El poder de veto no es  una  gracia concedida a una persona en particular, sino una alternativa que permite  al Poder Ejecutivo en su conjunto, moderar o morigerar aspectos ríspidos de las leyes, que como obra humana son siempre perfectibles. Un veto, así sea parcial, siempre es sensato y nunca negativo, porque obliga sanamente a nuevos diálogos y oportunos consensos, al fin y al cabo la viga maestra que sostiene todo el andamiaje de la democracia. La sociedad merece expresarse acerca de este proyecto de ley en una consulta popular, artículo 40 de la Constitución nacional. Al menos así sabremos con certeza si aún conservamos los valores humanista que nos distinguieron siempre como Nación.
José Félix Risso
Crisis 

Los nacidos en los ‘60 podemos hablar de la verdadera pobreza. No cualquiera tenía gas en garrafa, se cocinaba en braceros con carbón o leña, se freía con grasa, el aceite era un privilegio de pocos. No cualquiera tenía teléfono, televisor, moto o auto, se andaba en bicicleta. Era común el pantalón remendado y los zapatos arreglados dos y tres veces. Las zapatillas de lona y las alpargatas, las medias cocidas y los cuellos de las camisas que se daban vuelta cuando se gastaban. Hoy no pocos hogares cuentan con medio de movilidad como una moto o auto, varios teléfonos celulares, calefón, cocina a gas natural, con un guardarropa lleno y vivienda de material en lugar de la vivienda rancho que eran muy comunes. Poner en la mesa una mermelada, dulce de leche, manteca o queso era un privilegio de pocos. Trabajar en un banco o empresa con aire acondicionado y calefacción, salir en familia a cenar o almorzar en un bar, viajar en tour los estudiantes o jubilados. Las fiestas se hacían en casa, sin animación, ni filmación, y los mozos eran los familiares. Cuando pienso en la “crisis” de la que se habla todos los días en los medios de comunicación, creo que primero deberíamos agradecer lo mucho que tenemos.

Jorge Juan Dip
Frías Silva 465
Monteros


Aborto

Como en una marcha forzada avanza la intervención de personas que opinan en favor y en contra de la despenalización irrestricta del aborto, atrincherado cada bando en posiciones profundamente ideologizadas. El menos avisado se da cuenta que se ha llegado a un punto en que ningún razonamiento humanista se tiene en cuenta y sólo se busca la derrota intelectual del adversario. La exigua diferencia numérica con que se aprobó el proyecto en Diputados es matemáticamente indiscutible, pero en términos políticos debiera habilitar un espacio para que la mayoría permita la inclusión de algunas de las objeciones o mejoras propuestas por la circunstancial minoría. Parece que no es así y los defensores del proyecto con media sanción pretenden que en Senadores se apruebe sin cambios, con lo cual se encaminarían a una victoria pírrica, que ampliará a límites angustiosos esta nueva grieta a la que se somete a la sociedad de los argentinos. Párrafo aparte para el inconcebible declinación de responsabilidad del Poder Ejecutivo Nacional, al adelantar que no se vetará la ley, sin conocer aún su redacción final. Por ejemplo, en la media sanción de Diputados jamás se menciona al padre de la criatura que va a ser ejecutada. Si es una omisión involuntaria, puede ser resuelta por medio de un veto parcial. Si no lo es, en ese caso el Poder Ejecutivo debe subsanar esa omisión, que es tan simple como dramática. El poder de veto no es  una  gracia concedida a una persona en particular, sino una alternativa que permite  al Poder Ejecutivo en su conjunto, moderar o morigerar aspectos ríspidos de las leyes, que como obra humana son siempre perfectibles. Un veto, así sea parcial, siempre es sensato y nunca negativo, porque obliga sanamente a nuevos diálogos y oportunos consensos, al fin y al cabo la viga maestra que sostiene todo el andamiaje de la democracia. La sociedad merece expresarse acerca de este proyecto de ley en una consulta popular, artículo 40 de la Constitución nacional. Al menos así sabremos con certeza si aún conservamos los valores humanista que nos distinguieron siempre como Nación.

José Félix Risso
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