“El alumno debe investigar, buscar materiales, construir proyectos y solucionar problemas”

“El alumno debe investigar, buscar materiales, construir proyectos y solucionar problemas”

Guillermina Tiramonti, experta en educación, habla sobre la escuela flexible e innovadora que requiere el siglo XXI. La falta de políticas.

DEL DICHO ... “Tenemos muchos discursos sobre la educación, pero raramente se traducen en políticas públicas robustas”, afirma Guillermina Tiramonti. LA GACETA / FOTO DE INÉS QUINTEROS ORIO.- DEL DICHO ... “Tenemos muchos discursos sobre la educación, pero raramente se traducen en políticas públicas robustas”, afirma Guillermina Tiramonti. LA GACETA / FOTO DE INÉS QUINTEROS ORIO.-

Al argentino medio le interesa la educación de “su” hijo; pero no percibe cuál es el beneficio que le aporta a la sociedad la educación de “todos los chicos”, afirma Guillermina Tiramonti. Tal vez esa mezcla de indiferencia social e individualismo explique por qué la educación en la Argentina atrasa por lo menos 60 años, según se infiere de una charla con la experta en Educación -por vía telefónica-. Es que, como se verá, uno de los temas que más inquietan a Tiramonti es el hecho de que el Estatuto Docente que rige en la Argentina está cumpliendo seis décadas; y que, en este mundo en permanente cambio, se necesitan modificaciones estructurales para aportar a una escuela innovadora y creativa. Cambios que, opina, sólo se lograrán en un marco de consenso político e intersectorial.

- ¿Cómo impacta que la clase media se vaya cada vez más de la escuela pública?

- Esta dinámica comienza en la Argentina en los años 60; a medida que se van incluyendo nuevos sectores en la escuela pública, los sectores más altos de la clase media empiezan a mandar a sus hijos al circuito privado; esto se hace más evidente a partir de los años 80 y se profundiza en los 90, cuando empieza a haber una clara diferenciación entre uno y otro circuito. Las clases medias empiezan a mandar a sus hijos a un mercado más amplio y heterogéneo del circuito privado, y los sectores más pobres quedan cada vez más “encerrados” en la escuela pública. Aquellos sectores sociales que logran flotar un poco sobre la línea de pobreza, en cuanto pueden envían a sus chicos a la escuela privada.

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- ¿Qué efectos “colaterales” provoca esa clase de transformación?

- Se rompe esa heterogeneidad que había en la escuela pública. Los distintos sectores sociales no intercambian recursos, no intercambian visiones del mundo que siempre enriquecen a unos y a otros. Pero básicamente enriquecen más a los más pobres, en cuanto a recursos simbólicos. Muchos chicos que ampliaban su horizonte con los chicos de clase media se han quedado sin ese diálogo. El otro efecto es que los sectores incluidos en la escuela pública son los que menos capacidad de reclamo público tienen, son los que menos capacidad tienen de transformar sus necesidades en exigencias para que estas sean resueltas por la sociedad, y entonces tenemos escasa y poca demanda pública por la educación. Tenemos muchos discursos sobre la educación, pero estos discursos raramente se transforman en políticas públicas robustas, fuertes, en favor de mejorar la educación.

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- ¿Es posible romper ese círculo?

- Es posible si lográs una escuela pública deseable para los sectores medios. Y para eso se necesitan muchas cosas. Una política que mejore la formación de los docentes, y junto con eso el prestigio social de los docentes; otra es comenzar a hacer una política que organice más las instituciones públicas. En general, en las escuelas públicas no hay equipos de trabajo, no hay un orden, hay niveles muy altos de ausentismo; y entonces son visualizadas por los sectores medios como escuelas poco deseables para sus hijos. Hacen falta escuelas con mayor capacidad de organización y de formar equipos; mantener una política de evaluación, pero no para amenazar a nadie, sino para buscar las soluciones a los problemas que se presentan.

- ¿Sirve mirarse en el modelo educativo de Finlandia?

- Sirve, sí, si bien es cierto que las condiciones de Finlandia son muy diferentes de las argentinas, básicamente cuando hablamos de la calidad de los docentes, de su formación, y del contexto social. Sirve mirarse en Finlandia porque es un modelo que bien puede adaptarse a la idiosincracia argentina. Como creo que no nos sirve mirar al sudeste asiático, que tiene una mirada muy distante de la nuestra. Es difícil pensar que uno pueda adoptar ese modelo en nuestro país, y básicamente en algunos centros donde los padres están más preocupados por satisfacer a sus hijos que por someterlos. Finlandia ha logrado articular excelentes resultados educativos con una escolarización muy satisfactoria y gratificante, tanto para los chicos como para los docentes; por eso sirve Finlandia.

- Usted suele plantear que cada vez hay más chicos que buscan “saberes” por fuera de la Escuela...

- Si mirás las tasas de exclusión , si bien es cierto que los chicos que más se van son los que se “caen” de la escuela -los sectores más bajos de la población-, hay un porcentaje de chicos de clase media o alta que abandonan la secundaria. Y esto significa algo: mucha insatisfacción por parte de los chicos respecto de la formación que reciben en la escuela, de la misma manera que en las universidades. Lo que está pasando es que hay algunos nichos de actividad, de trabajo, para los cuales las titulaciones no son demasiado importantes. Lo que importa es qué saben hacer los chicos. Entonces, para algunos casos, los chicos están incursionando en obtener aquellos saberes por fuera de la educación formal, e incorporarse al mercado de trabajo con esos saberes. Por supuesto que son pocos ¿eh?, y con eso no estoy queriendo decir que es mejor que los chicos se vayan de la secundaria. De ninguna manera, pero sí creo que quienes hacen política educativa deben empezar a pensar que los sistemas están pensados en otro momento histórico, con trayectos largos y poco flexibles. Y que hay que pensar trayectos con opciones muy diversas para los chicos, donde puedan entrar y salir, de acuerdo a sus intereses o necesidades del tipo de trabajo que están haciendo. En nuestras universidades tenemos trayectos larguísimos.

- ¿Le interesa la educación al argentino medio?

- Creo que le interesa la educación de sus hijos, pero no tiene un sentido de la importancia que tiene la educación para la sociedad, más allá de qué educación reciban sus hijos. La sociedad recibe un beneficio de la educación de las nuevas generaciones. Pero me parece que no tiene claro cuál es el beneficio que obtiene como sociedad al tener una educación para todos los chicos, y no solamente para los propios.

- ¿Con qué encabezaría usted un ranking de problemas relativos a la educación en la Argentina?

- Lo que más me preocupa es que este año se cumplen 60 años del Estatuto Docente. Hace 60 años que la Argentina no puede cambiar su Estatuto Docente. Me preocupa que desde los años 70 hemos ensayado una serie de reformas de la educación media, la mayoría con poca eficacia; pero lo que no hemos podido hacer es cambiar determinados condicionantes estructurales; no podemos cambiar el marco de regulación del trabajo docente. No podemos cambiar el modelo de inserción docente de la Argentina. Creo que con Uruguay somos los únicos que todavía tenemos profesores taxi.

- Pero ese es un reclamo histórico de los gremios..

- Sí, pero resulta que acá no lo hemos podido resolver...

- ¿Cuánto pesa lo salarial en esa traba?

- Ese mal que es la inflación nos obliga a estar discutiendo siempre lo salarial. Es necesario un mecanismo de negociación política que nos permita resolver los temas estructurales: discutir también la carrera docente, un sistema que mejore el reclutamiento de los docentes. Pienso que urge una salida política para generar acuerdos y cambiar estos marcos estructurales. Y trabajar con los docentes, con las escuelas, porque las reformas que vienen desde arriba no garantizan nada. Necesitamos escuelas creativas, innovadoras., Hay que cambiar y discutir los estatutos docentes, discutirlos con los políticos, con la sociedad, con los gremios. Sesenta años son mucho tiempo para un mundo en permanente cambio.

- A propósito, se observa en la actual gestión el privilegiar la educación técnica...

- Aquí hay un tema para empezar a pensar. Así como la del siglo pasado fue una escuela con una matriz ilustrada, iluminista, ahora estamos avanzando hacia una cultura más tecnológica, no tecnocrática, en el sentido de que el saber, el conocimiento, está más relacionado no tanto con la exhibición de ese conocimiento, sino con el poder hacer, con el poder reflexionar sobre la realidad, y pensar alternativas para esa realidad. Y este es un modelo más tecnológico: “pienso para cambiar la realidad”, y no tanto como antes. Estamos vislumbrando un mundo más tecnológico, y es posible que la matriz con la que se piensa la propuesta educativa tenga más elementos basados en este tipo de conocimiento.

- ¿En qué está trabajando hoy?  

- En las nuevas reformas, en las nuevas propuestas que están apareciendo en la Argentina, pero que ya están muy presentes en países de América latina y de Europa, que ponen énfasis en innovación educativa. Justamente, estuve participando en una propuesta de cambio educativo para Tucumán con Unicef (N. de la R.: Planea, nueva escuela para adolescentes). Participé en la elaboración de la propuesta y ya están empezando a implementarla. Algunos elementos de esa propuesta son los que creo que hay que hacer: un cambio en la práctica del aula, que derive en un alumno capaz de investigar, de buscar materiales, de construir proyectos, de solucionar problemas. Y un docente capaz de plantear esos problemas y esos proyectos, y guiar al alumno en esa elaboración.

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