Julio Bárbaro: “la Argentina necesita sustituir fanatismo por ideas”

Julio Bárbaro: “la Argentina necesita sustituir fanatismo por ideas”

El siglo XXI encuentra a los argentinos sin un proyecto nacional, dijo. Definiciones políticas de un peronista histórico.

 JULIO BÁRBARO JULIO BÁRBARO
08 Abril 2018

“Vivimos una absoluta decadencia. Yo fui diputado en un país con un 5% de pobreza y una deuda externa que rondaba los 6.000 millones de dólares. Desde el 76 para acá, esta sociedad retrocedió de una manera brutal. Fui parte de un país en el que se podía caminar por el suburbano a cualquier hora; y que podía viajar en tren a La Quiaca o a Bariloche”, reflexiona Julio Bárbaro, del otro lado del teléfono.

Peronista “histórico” (fue diputado nacional entre 1973 y 1976) y secretario de Cultura de Carlos Menem, a quien hoy critica con todas las letras, como lo hace también con Cristina Fernández de Kirchner. En la charla con LA GACETA previa a su visita a Tucumán (diserta el martes, en los festejos del 65 aniversario de la Federación Económica de Tucumán), tampoco pasará por el cedazo el presidente Mauricio Macri, a quien le puso el voto en la última contienda electoral.

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- ¿ Qué pasó en el camino?

- En el camino se destruyó una sociedad que estaba cercana al bienestar, y que estaba construida a imagen de una Europa que siempre había intentado el bienestar de sus ciudadanos. Y copiamos el modelo estadounidense: dos modelos casi antagónicos.

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- ¿ En qué momento marca usted ese punto de inflexión ?

- En la dictadura del 76; los números de la deuda y de la pobreza lo dicen; y esto se profundiza con el peor de los gobiernos de la Argentina: el de Menem, Dromi y Cavallo, con la privatización de los monopolios con el cuento de la libre competencia.

- Pero usted fue funcionario de Menem...

- Estuve dos años (fue secretario de Cultura de la Nación entre 1989 y 1991). Fui parte del plan Bunge y Born, que soñaba con la integración de un país capitalista con primacía de la burguesía nacional; y terminamos en un país capitalista donde la mayoría de las empresas son extranjeras. Entonces uno se miraba en el modelo de la burguesía nacional brasileña.

- En su visión, ¿ por qué fracasó ese proyecto?

- Por la decadencia de la dirigencia política. Los países a veces tienen dirigencia, a veces, no. China estuvo ausente de la historia hasta que llegó Mao; la India, hasta que llegó Gandhi. A la Argentina, que era uno de los seis con industria aeronáutica, le llegó con Onganía la Noche de los Bastones largos, que implicó la destrucción de una universidad que había sido construida para un país industrial; una universidad pensada en la década de 1930, sostenida por el peronismo, por Frondizi y por Illia. Onganía es la destrucción de la Universidad, Videla es la destrucción de la sociedad y Menem es la destrucción de la estructura productiva.

-¿ Cómo nos paramos en este siglo XXI?

- Sin proyecto nacional. Al día de hoy, nosotros no sabemos cuál es nuestro lugar en el mundo. Chile sabe qué hacer, Uruguay sabe qué hacer; Brasil lo supo, y ahora se extravía. Y Bolivia nos deslumbra con el liderazgo de Evo Morales, que le permite ser hoy el país con más lógica de América latina.

- ¿ Qué se necesita entonces para poder encarar un proyecto nacional?

- Con la unidad nacional. Veamos cómo sufre Brasil por la fractura. Caemos en la estupidez de insistir en el concepto de “populismo” degradando el sentido de lo popular; como si del otro lado existiera la “lucidez de las elites”. En nuestra sociedad es la fractura la que marca la decadencia. Es lo que hoy vive Brasil como no lo vivió nunca antes. La Europa de la fractura fue la Europa de la decadencia; los países, cuando encuentran un rumbo colectivo, crecen; y cuando caen en la fractura, que la Guerra Civil Española debe ser la demostración más cabal de la fractura, que termina con el Pacto de la Moncloa. Un pacto que sólo para un imbécil como Durán Barba es “un detalle de la historia”. Porque algunos creen que la unidad nacional es también un barniz; algunos confunden con barniz lo que es esencial.

- ¿Con qué actores imagina usted esa unidad nacional?

- Con el gobierno convocando a todos los que quieran participar. Nada más. Cuando un gobierno deje de soñar con ser el dueño de la verdad, viene la unidad nacional. Cristina creía que su proyecto era el único. Y Macri también piensa lo mismo; cuando en realidad son dos mitades de la población, o mucho menos. Sin proyecto común compartido con las otras fuerzas políticas democráticas, el modelo que Macri plantea es de un orden capitalista que es suicida. La base de la decademcia es cuando se cree que la economía es más importante que la política.

- ¿ Urge una reforma política, en su criterio?

- No, proyectos concretos en economía para dar mano de obra, saber qué producimos, qué compramos y qué vendemos; tener en claro que a un país no lo define la codicia de los inversores ni de los ricos sino la estatura de los políticos. La política es aquel lugar desde el que se piensa una Nación.

- ¿Como analiza la visión política de Macri?

- El cree que el empresariado es una instancia de la conciencia superior a la política. El empresario es aquel que piensa el espacio de una empresa; y el estadista es el que piensa la inserción de la conciencia colectiva, que no la hace el mercado. La Argentina es el único país del mundo que cree que el estatismo y el privatismo son elementos ideológicos; porque somos unos imbéciles. Para todo el mundo, Estado y privado son instrumentos, no una definición ideológica. Haber privatizado aquello que es monopólico es suicida. A nadie se le puede ocurrir que pueden ser privados los aeropuertos o los servicios públicos, porque convierten al ciudadano en esclavo de estrucuturas privadas ambiciosas y desmesuradas que nadie controla.

- ¿ Como la ve hoy a Cristina Kirchner?

- Cristina es un instrumento que necesita el gobierno para ganar. Si no estuviera ella, podría correr el riesgo de perder.

- ¿Y la reconstrucción del “peronismo federal?

- Creo que tiene que sumar ideas, y no hombres. Necesitamos la configuración de un espacio popular; parecido a lo que es Uruguay o Chile. El peronismo estaría cerca de lo popular, en este país en el que -insisto- la imbecibilidad pública llama a lo popular populista, sin llamar a la contracara como elitista y ambiciosa; que eso es lo que realmente son. Pero no lo veo al peronismo, sino que veo al movimiento nacional; veo una buena parte del radicalismo, veo parte del socialismo de Santa Fe. Nuestro drama es cuando se cae en la izquierda. La izquierda argentina es el lugar del resentimiento. El peronismo fue válido porque nunca fue de izquierda. Cristina lo hizo de izquierda, con lo cual lo sumergió en la rebeldía de las calles y en la derrota en las urnas.

- Usted habló de un país en decadencia ¿ Qué dice de escándalos como la trata en el fútbol?

- Toda decadencia tiene los mismos elementos que la definen. Su usted lee a Curzio Malaparte, la Europa de posguerra, entre el hambre y la trata, las madres italianas entregaban sus hijas a los soldados estadounidenses. A la decadencia la mueven valores universales. No descubrimos la pólvora.

- Entre la esperanza y el pesimismo, ¿dónde se ubica usted?

- El pesimista es el que cree que nada tiene arreglo; y el optimista cree que no tiene que involucrarse porque cree que todo va a ir bien. Yo pienso que nuestro pequeño granito de arena puede ayudar a concretar un mundo mejor.

- El debate de ideas parece pasado de moda, pero usted insiste en debatir ideas..

- La Argentina necesita que el fanatismo sea sustituido por el pensamiento. Hay debates de fanatismos. Pero la idea exige la duda. Yo adhiero a la frase de Camus de que debería existir el partido de los que no tienen seguridad de nada, de los que no estén seguros de tener razón. Si ese partido se fundara, yo sería el primero en afiliarme.

Invitados por el 65 aniversario de la FET

• El martes, a las 19, Julio Bárbaro y Carlos Melconian hablarán en el Catalinas Park. El tema: Perspectivas políticas y económicas en Argentina.

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