Nuestro Teatro, la sala que vio la luz hace medio siglo

Nuestro Teatro, la sala que vio la luz hace medio siglo

El espacio conducido por Rosa Ávila y Oscar Quiroga se consolidó como grupo y marcó una época inolvidable en las artes escénicas tucumanas.

LA FACHADA. El tradicional farol daba la bienvenida al público en la sala ubicada en Entre Ríos 109. LA FACHADA. El tradicional farol daba la bienvenida al público en la sala ubicada en Entre Ríos 109.

1967. Ese 22 de octubre, los nervios se hacen nudo en la panza de la siesta dominguera. Corridas. Un concierto grosso de martillazos hace soñar la escenografía. Ansiedad casi controlada. Toques de maquillaje, de vestuario. Las puertas estrenan la tarde. La sonrisa y el asombro de chicos y padres ingresan. Los envoltorios de los caramelos inician un diálogo tal vez dodecafónico. El telón se abre. El alboroto cesa. Los actores despliegan la magia de los gestos. De la palabra. Cautivan a los changuitos. El director Alberto Díaz transpira hasta en los tobillos debutantes. Tras bambalinas, un largo cigarrillo se fuma la excitación de Oscar Quiroga, el autor. Aplausos, vocinglería y los ¡bravo! de los papis coronan “El tesoro de Margarita”, la pieza con que el grupo Nuestro Teatro acaba de inaugurar su sala propia en Entre Ríos 109, donde aún vive Rosa Ávila, alma y flor mater del elenco.

“Corría el año 1967. Ya cansados del peregrinaje por tantas salas de Tucumán, después de haber dejado la calle Mendoza al 720, la Sociedad Italiana, la Sociedad Francesa, la Sociedad Sirio Libanesa... mis compañeros, muy señoritos, me tendieron la cama. Me invitaron a tomar el té y me propusieron construir una sala de teatro, en lo que había sido la fábrica de la Casa “La Novia”, en ese momento, con los galpones deshabitados de fogones, hornos, pailas, dulces... Una parra había quedado prisionera de un muro; mi abuelo Pedro le había hecho una ventana hacia el patio y allí creció, hermosa, en una glorieta, también fabricada por él. Hoy está tachonada de una enredadera de glicinas. La antigua Casa La Novia de mis abuelos pasó a ser Nuestro Teatro”, evoca Rosita.

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Los viejos galpones fueron transformados por el arquitecto Pedro Prioris. Alberto Díaz rescató un viejo farol que iluminó tantas funciones en la calle Entre Ríos 109. La sala, producto de varias pasiones aunadas por el oficio, guardaba en su memoria martillazos, aserradas para las tarimas, el cansancio de limpiar esa fábrica, de levantar los piletones de granito, de sacar “el palo de alfeñique”...

“¿Y diai?”

“La sala escuchó los sufrimientos del actor con su personaje, las discusiones con el director, los enfrentamientos y cuestionamientos. Vivió alegrías y vinos en las noches de estreno, y las caras largas al pasar por boletería: ‘¿Y diai…? ¿Nada todavía?’ Ver el casi vacío tablero de las ubicaciones y el rictus de tristeza transformarse en sonrisa plácida al descubrir que, con su clásica impuntualidad, los tucumanos iban cubriendo las localidades de la sala”, cuenta la protagonista de “Madre Coraje y sus hijos”, de Bertolt Brecht.

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Con una sonrisa nostálgica en la mirada, la destacada actriz dice: “allí se dieron obras para chicos, para grandes. Se cobijó a tantos hermanos de teatro; se realizaron cursos, talleres para chicos y adultos, muestras en las que participaron provincias vecinas. Ese teatro independiente que siguió durante casi veinte años, fue producto de la persistencia en el trabajo que marcó verdaderos hitos en la cultura teatral de Tucumán. En 1985 dejó de funcionar, pero dejó suspendidos en el aire a los personajes que nacieron, que vivieron en él y el espíritu de quienes lo parimos”.

Aunque ya nada queda de esa sala, murmullos de tragedia y comedia, susurros de poesía, un misterio de duendes, sobrevuelan ese lugar, donde el teatro tucumano vivió momentos gloriosos. Dicen que durante las noches de luna llena, en el corazón del patio, un hombre espera a Godot, un enfermo imaginario anda recordando con ira al gran Dios Brown, mientras un malentendido se filtra en la conversación de una cantante calva con Arlequín, servidor de dos patrones, mientras la María y el Gamuza saborean un guiso caliente.

“El tesoro de margarita”
los protagonistas de la primera obra 
El elenco de “El tesoro de Margarita”, obra infantil de Oscar Quiroga, estaba integrado por Graciela Ovruski, Luis Domínguez, Jorge Quiroga, Olga Lilia Roldán, Héctor Marcaida, Enrique Zapata y Ángel Rojo. La escenografía y el vestuario estuvieron a cargo de Julio César Augier, la banda sonora fue confeccionada por Fernando Luna; la música fue creación de Carlos Suárez y en su ejecución intervinieron Felipe Terrazas, Roberto Gesell, David Kot (flautas dulces), Miguel Muñoz (órgano y percusión) y en las partes vocales el Coro de Niños de la Escuela Tiburcio Padilla, dirigido por Andrés Aciar. La confección del vestuario fue de María de Assaf; la utilería, de Edmundo Figueroa; el electricista fue Ernesto Lobo, y el maquinista, José Avelino Medina.

“El tesoro de margarita”
Los protagonistas de la primera obra 

El elenco de “El tesoro de Margarita”, obra infantil de Oscar Quiroga, estaba integrado por Graciela Ovruski, Luis Domínguez, Jorge Quiroga, Olga Lilia Roldán, Héctor Marcaida, Enrique Zapata y Ángel Rojo. La escenografía y el vestuario estuvieron a cargo de Julio César Augier, la banda sonora fue confeccionada por Fernando Luna; la música fue creación de Carlos Suárez y en su ejecución intervinieron Felipe Terrazas, Roberto Gesell, David Kot (flautas dulces), Miguel Muñoz (órgano y percusión) y en las partes vocales el Coro de Niños de la Escuela Tiburcio Padilla, dirigido por Andrés Aciar. La confección del vestuario fue de María de Assaf; la utilería, de Edmundo Figueroa; el electricista fue Ernesto Lobo, y el maquinista, José Avelino Medina.

> Un acto para celebrar 50 años 

Hoy, a las 20, en Entre Ríos 109, la Dirección de Cultura de la Municipalidad de San Miguel pondrá una señal que recuerda que en ese lugar, hace 50 años, nacía la sala propia de Nuestro Teatro, grupo independiente, impulsado por Rosa Ávila y Oscar Quiroga, que dejó una importante huella en las artes escénicas tucumanas. La sala que fue bautizada con el nombre de Guido Parpagnoli, fue demolida en 1985. Habrá anécdotas, música y sketches teatrales a cargo de actores de nuestro medio.


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