Se ganó la ovación

Se ganó la ovación

Del Potro perdió ante Murray en tres sets pero sintió el cariño del público.

EMOCIONADO. “La Torre” Del Potro se retira del court Philippe Chatrier, en París.  Reuters EMOCIONADO. “La Torre” Del Potro se retira del court Philippe Chatrier, en París. Reuters

Días atrás el sorteo del cuadro de Roland Garros obligó a agendar el sábado correspondiente a los partidos de tercera ronda. Desde Roland Garros, la (¿mala?) fortuna había convocado al mundo tenístico porque quedaba pendiente, a dos victorias de cada uno, el primer Juan Martín Del Potro-Andy Murray de 2017, una nueva versión del cruce que ambos nos regalaron en la final de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y en la semifinal de la Davis, en Glasgow.

“Contra estos jugadores hay que estar a pleno física y mentalmente, y prepararse para correr mucho”. La idea previa de “Delpo” fue el anticipo de un rasgo indiscutible del partido. El tandilense debió correr mucho. Y, pensando en las dudas sobre su estado físico por la carga en el aductor derecho, lo hizo muy bien. Apoyado en la agilidad de los traslados, su tenis fue una exhibición de velocidad y valentía en el primer set. Fue por la iniciativa, la consiguió, dispuso de ventaja en el marcador...y se quedó sin nada. “Jugamos casi 1h30’. Saqué 5-4 y, en el tiebreak hice doble falta cuando estaba 7-6. Fueron muchas oportunidades que dejé pasar. Me costó aceptar que había perdido el set”, dijo, resignado, el tandilense. Su estado anímico se notó en el inicio del segundo. Murray tomó un quiebre de ventaja, tuvo chances para otro, y pareció dominar el escenario. “Es el jugador más inteligente de todos. Trabajó sobre mi revés, me jugó drops, no me dio apoyos. Mi mérito fue haber sostenido el ritmo, incluso, para tener chances en el segundo”, explicó Del Potro. Otra vez, en esos puntos que cuentan igual pero valen doble, el escocés marcó diferencias: levantó dos break point en el duodécimo game y se llevó el parcial 7-5. Iban más de 2h30’. La idea de la victoria quedó muy lejos en la mente del tandilense. Tan lejos, que dejó de verla. “Tuve que pelear contra el pensamiento de las chances perdidas que volvía una y otra vez a mi cabeza. Fue más cansancio mental que físico”, reconoció. Con la guardia del rival baja, Murray no dudó y firmó su mejor actuación en el certamen que lo vio finalista la temporada pasada: ganó 7-6 (10-8), 7-5 y 6-0.

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El final del partido marcó un pico de emotividad, el más alto del día y, al menos hasta ahora, del torneo. La ovación hacia el argentino fue mucho más profunda que un aplauso que despide a quien se extrañó durante cinco años. Al ritmo de “ole ole ole, Delpo, Delpo”, el público francés le dijo gracias.

A ellos, también a ellos, los conmueve la historia de su regreso. “Sin dudas es lo más lindo que me llevo de estos días. El cariño de la gente me empuja a seguir y seguir”. Y así será. Juan Martín llevará su tenis y sus objetivos a la gira de césped. Allí, en otro idioma, lo volverá a acompañar la misma admiración.

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