“Nadie cree que se haya suicidado el padre”

“Nadie cree que se haya suicidado el padre”

Los vecinos de La Florida sienten miedo y están seguros de que al cura lo mataron los narcos

LA PARROQUIA. Vecinos dejaron múltiples mensajes en la verja del lugar. la gaceta / fotos de jorge olmos sgrosso LA PARROQUIA. Vecinos dejaron múltiples mensajes en la verja del lugar. la gaceta / fotos de jorge olmos sgrosso
08 Octubre 2016
Son varias las fajas de “clausurado” que rodean a la parroquia Nuestra Señora del Valle: hay una en el portón de entrada y en cada uno de sus accesos, otra en la casa cural y otra adherida a la EcoSport que le pertenecía al sacerdote Juan Viroche. En los alrededores lo que reina es el temor. No hay un solo vecino que siquiera dude de que el sacerdote fue asesinado y todos temen por lo que se vendrá.

“Tenemos miedo, y con esto que le pasó al padre, muchísimo más”, confesó Lorena, una joven que vive cerca de la parroquia. En ese sentido, se preguntó: “si fueron capaces de hacerle esto a él, ¿qué queda para nosotros?”. Como el resto de La Florida, ella está convencida de que a Viroche lo asesinaron los “narcos” para vengarse por las constantes denuncias que realizaba el religioso ante la comunidad. “Una vez hasta organizó una marcha con todas las iglesias de todos los cultos para protestar contra la droga”, recordó Lorena.

“Hace un mes, cuando bautizamos a mi hija, vino a almorzar a mi casa y dijo que andaba muy preocupado por los adolescentes adictos”, comentó Ana, otra mujer que asistía a la parroquia. “En sus homilías, siempre decía a las madres que hablemos con nuestros hijos adolescentes y nos fijemos en sus entornos para evitar que caigan en las adicciones”, agregó.

“Yo no soy de la parroquia pero mi cuñada es catequista”, aclaró Luján, que pasaba por la puerta del templo. “Nadie cree que se haya suicidado. Este cura tenía mucha gente en contra porque vivía denunciando la venta de drogas y las autoridades nunca lo ayudaron”, remarcó. “Él iba al frente y siempre atacan al que va al frente, por eso hoy todos estamos con miedo”, analizó”, Lucrecia Ortiz.

Como el resto de los vecinos, la mujer expresó su bronca ante los rumores de que el sacerdote mantenía relaciones amorosas con algunas mujeres. “Eso no lo creo ni viéndolo. Además la vida privada de las personas tiene que respetarse. Me da mucha pena que salgan con esta historia ahora que él no puede defenderse”, criticó. La misma pena sentían Rosa Vilchez y su hija María Emilia Jaime, ambas muy cercanas a Viroche, a quien recibían en su casa para cada celebración familiar. “Venía y compartía la mesa con nosotros, era muy cercano”, dijeron. “Últimamente andaba muy triste, me contó que lo amenazaban y que amenazaban a sus sobrinos, que eran todo para él”, comentó Rosa. “Él se desesperaba por sacar a los chicos de la droga, por eso lo amenazaban y se quería ir. A nosotros no nos había comentado que había pedido el traslado porque sabía que todos nos íbamos a poner mal”, agregó. Días antes de su muerte, Viroche pasó por la vereda de la casa de María Emilia y la notó cabizbaja. Cuando la joven le dijo que estaba triste, le respondió: “ya somos dos”, según relataron. “Cada vez que estaba mal, parecía que Dios me lo mandaba porque aparecía y siempre tenía una palabra de aliento”, dijo la joven. “Más que miedo lo que siento es que ahora sí nos quedamos solos, se van a perder muchas cosas con su partida. La pérdida va a ser irreparable para el pueblo”, insistió.

El día del velatorio, el arzobispo Alfredo Zecca le dijo a la prensa que ya había nombrado al sacerdote Enzo Romero para que reemplazara a Viroche, quien una semana antes le había pedido el traslado. Sin embargo, aún se desconoce cuándo se hará cargo de la parroquia el nuevo cura, ya que el fiscal Diego López Ávila ordenó que el templo permanezca cerrado hasta que realicen las últimas pericias. “Hay que apoyar al nuevo sacerdote, no hay que dejarlo solo. Seguro va a significar comenzar todo de nuevo, pero no creo que ninguno se involucre tanto en la lucha como lo hizo el padre Viroche”, consideró Ana.

A las catequistas y a las madres de los niños que asisten al catecismo les preocupa la llegada del 8 de diciembre, cuando en el pueblo deban realizarse las fiestas patronales. “¿Cómo les vamos a explicar a los chicos que el padre Juan no va a estar para darles su primera comunión?”, se cuestionó una de ellas, entre lágrimas.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios