La invención literaria del Noroeste Argentino

La invención literaria del Noroeste Argentino

Valiosa recopilación de textos de un autor ineludible.

15 Mayo 2016

REEDICIÓN

OBRAS COMPLETAS

MANUEL J. CASTILLA

(Fondo Editorial de la Secretaria de Cultura de de Salta / EUDEBA). 

Toda reedición de una obra completa suele ser la conmemoración de la continuidad de un autor; quizás la forma sutil de afirmar que aquellas páginas son tan necesarias como lo fueron en vida de quien las escribió. Por eso, la reaparición de las Obras Completas de Manuel J. Castilla (colaborador durante décadas de LA GACETA Literaria) vuelve a colocar al lector ante una poesía fundacional: sus versos, como decía Harold Bloom de Shakespeare, fueron la invención imaginaria de lo humano (en el Norte Argentino) y sus zambas, la imprenta de la memoria de los pueblos a la ladera de la modernidad.

Aquella poesía, que apela a un goce del cosmos, recuerda a Neruda y Walt Whitman y las búsquedas locales de crear una literatura que emergiera de la tierra (Juan Carlos Dávalos, Bernardo Canal Feijoo y compañía). Sin embargo, la parte menos citada es quizás el núcleo más personal y lanzado hacia el futuro de su obra: el Castilla prosista, memorial y proustiano. La última parte de la reedición está dedicada a los libros De solo estar (que vio la luz originariamente en 1957) y ¿Cómo era? (un libro póstumo que publicó su hijo Leopoldo Castilla en el 2000). En ambos textos, mezcla de poesía en prosa y recuerdo de los días de la infancia, hay una meditación sobre el tiempo que apela a la urbanidad: “Afuera quedaba el polvo en el aire y la tarde se hundía disuelta en vagas tenuidades moradas, amarillas. El tiempo estaba, pero muerto”. No sólo se trata del reflejo de una época ya perdida para los pueblos norteños (el campo está despoblado y las ciudades se expanden en sus conflictos literarios) sino también una prosa palpable y tendida con el filamento del lenguaje de los valles: una prosa de la cadencia, del rito de la espera y la acumulación en la memoria. Como todo clásico, Castilla es la expresión diáfana de un filamento de lenguaje que ya consideramos propio.

© LA GACETA
SALVADOR MARINARO

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