Divididos provocó un nuevo tsunami de rock en Tucumán

Divididos provocó un nuevo tsunami de rock en Tucumán

Una multitud vibró el sábado con el “Power trío” en CC.

VIOLA. Uno de los tantos momentos en los que Mollo hizo delirar a los fans. la gaceta / foto de franco vera VIOLA. Uno de los tantos momentos en los que Mollo hizo delirar a los fans. la gaceta / foto de franco vera
Resumiendo, se sabe que el sonido se propaga a través de la materia, mediante ondas. Al igual que las olas en el mar. En ese sentido, no se equivoca quien afirme que la música de Divididos semeja un tsunami que se lleva puesto, con máxima potencia, todo aquello que se interpone en su camino.

Así ocurrió el sábado. El epicentro del fenómeno se registró en el estadio de Central Córdoba. Allí, una vez más, el “Power trío” que conforman Ricardo Mollo, Diego Arnedo y Catriel Ciavarella hizo tronar un repertorio que dejó más que conformes -y agotados- a sus fieles seguidores, que colmaron el lugar.rz

A las 23.10 sonaron los primeros acordes desde la viola de Mollo con el tema Elefantes en Europa; Catriel empezó a dejar la vida en la bata y el segundo Diego más querido por los argentinos comenzó a martillar con el bajo. El público acusó el golpe, y segregó adrenalina; pero la “Aplanadora del rock nacional” no dio tiempo a que termine el conteo de protección, y lanzó un uno-dos con Libre el jabalí y Haciendo cosas raras -tema que le da nombre a su primer disco, “40 dibujos ahí en el piso”-.

De esta manera, y ya desde el inicio del recital, la banda dejaba bien en claro que no estaba en sus planes defraudar a la multitud de fanáticos -según la organización, unos 4.000- que había colmado el estadio, desafiando una noche fría y mojada que invitaba más a actividades de entre casa.

El pequeño “descanso” -si cabe ese concepto en un recital de Divididos- llegó promediando el recital. Ahí sonaron los temas más tranquilos. Se sucedieron: Vientito de Tucumán -ya un clásico cada vez que tocan aquí, desde que con este abrieron su primer recital en nuestra provincia, en 2003-, Dame un limón, Brillo triste de un canchero, Spaghetti del rock, Par mil, El burrito y El arriero. Y basta. De nuevo máxima potencia: Tatu carreta, Tengo (cover homenaje a Sandro), Amapola del 66 (ilustrada en las pantallas con imágenes de los inicios del rock nacional), Paraguay, Sucio y desprolijo (homenaje a Pappo), Paisano de Hurlingham, Rasputín-Hey Jude, El 38 (infaltable) y Ala Delta -primer plano para Arnedo-. Y para el cierre, el siempre reclamado por los fanáticos popurrí de temas de “Sumo”, que arrancó alto, con Crua-Chan y Nextweek.

No faltaron los shows individuales: Mollo mostrando que no precisa de púas para sacarle los mejores sonidos a su guitarra. Arnedo y sus solos de bajo, aplaudidos y ovacionados. Catriel y su potencia, que hace recordar a la mejor versión de Federico Gil Solá, el segundo de los cuatro bateristas que integraron Divididos.

La “Aplanadora del rock nacional” fluctúa; negarlo implicaría pecar de necio. Como sucede con toda banda, algunos de los recitales que brinda son mejores que otros. Pero también resulta absurdo desconocer que incluso en una mala noche suena con una fuerza inimitable. El de la noche del sábado fue de los mejores recitales que brindó en Tucumán. Prueba de ello son los rostros satisfechos que empezaron a salir del estadio pasada la 1.30 del domingo, luego de más de dos horas de rock. No importaba la lluvia; aun mojados nadie sentía frío. Todos quedaron encendidos, y con ganas de no regresar todavía a casa.

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