Al taxista lo mataron con alevosía para robarle

Irma del Valle Pajón sostenía una estampita en sus manos y rezaba en voz baja. Faltaban pocos segundos para que sus hijos escucharan la sentencia por el crimen del taxista Mario Barrientos, por el que estaban acusados. En el otro extremo de la sala de juicio, Susana Núñes y su hija Priscila Barrientos temblaban.

Las tres mujeres comenzaron a llorar cuando el prosecretario Ramón Plaza leyó que, por unanimidad, los tres jueces habían decidido condenar a prisión perpetua a Juan Manuel Pajón y Aníbal José Albornoz por el homicidio doblemente agravado del taxista.

La sentencia se conoció pasado el mediodía, luego de que los camaristas Eduardo Romero Lascano, Carlos Caramuti y Dante Ibáñez deliberaran durante tres horas. A las 9 había comenzado la audiencia, y ninguno de los acusados quiso dirigirse al tribunal por última vez.

El crimen

Barrientos falleció el 5 de mayo de 2013. Le habían realizado tres cortes en el cuello con un cuchillo (uno de ellos fue profundo), y luego lo habrían transportado en el asiento trasero del Fiat Uno que conducía. En un camino vecinal de la localidad de Lolita Sur, unos 100 metros hacia adentro desde el kilómetro 25 de la ruta provincial 303, a la altura de Los Ralos, lo hicieron descender, le ataron las manos y lo arrollaron con el auto varias veces. El crimen habría ocurrido alrededor de las 3.30.

El taxi fue encontrado a media mañana del 5 de mayo de 2013 en Reconquista primera cuadra, en Banda del Río Salí. A la mañana siguiente, un vendedor de taxímetros leyó la noticia del crimen en LA GACETA, y recordó que el día anterior a las 6, su vecina Mabel Guaraz había golpeado las puertas de su casa junto a un hombre, para venderle un reloj taxímetro. Regresó a su casa, según declaró en el debate oral, y comprobó que se trataba del auto de Barrientos, por los datos que arrojó la ticketera. Fue hasta la división Homicidios y les contó lo que había pasado.

Guaraz era en ese entonces pareja de Pajón, y dijo que la madrugada del 5 de mayo de 2013 habían llegado su concubino y su medio hermano (Albornoz), y que le pidieron que acompañara al segundo para vender el reloj taxímetro.

La otra condena

Por esa venta, Guaraz fue imputada por encubrimiento. El defensor oficial Guillermo González pidió que se aplique una probation, a lo que el tribunal accedió. Entre otras reglas que deberá cumplir durante tres años, la mujer tendrá que realizar tareas comunitarias dos veces por semana limpiando en una escuela.

La condena de los hermanos Pajón y Albornoz, por su parte, estuvo basada en los distintos indicios que habían enumerado el fiscal de Cámara Daniel Marranzino y la defensora oficial Marta Contreras Cuenca (que fue querellante de la familia). El abogado Cergio Morfil había pedido la absolución, al considerar que no había pruebas directas en contra de los acusados.

Entre los distintos puntos que tuvo en cuenta el tribunal, se encuentra el hecho de que Pajón conocía a la víctima, ya que también había trabajado como taxista e incluso llegaron a conducir el mismo horario. Barrientos lo habría reconocido, y lo habrían matado para asegurarse el resultado del robo (homicidio criminis causa). La muerte también se produjo con alevosía, ya que el taxista estaba atado y herido cuando le pasaron por encima con el auto.

Los fundamentos de la sentencia se conocerán el 5 de junio. Morfil adelantó que buscará que la Corte Suprema revise el fallo condenatorio, pero mientras tanto Pajón y Albornoz seguirán presos.