50 sombras K
50 sombras K
La seducción es potente, casi irresistible. Se convierte en pecaminosa, prepotente y fanática. A veces se oculta la predilección por su práctica, porque avergüenza o porque pone en duda las convenciones sociales con las que lidiamos desde hace décadas. No se trata de un comentario sobre el libro llevado al cine “50 sombras de Grey”, sino de la historia que instauró el kirchnerismo y que lleva al límite de la razón a los dos bandos en los que se ha dividido la sociedad argentina.

Ambas tropas juegan con la muerte. Están los antiK irracionales que desean la desaparición física de Cristina Fernández y no se ruborizan al expresar esos sentimientos nefastos en redes sociales, charlas de café o foros online. Pero también están los que se mofan de la muerte de Alberto Nisman, como los jóvenes de La Cámpora. Con una estupidez adolescente, los integrantes de esta agrupación política difunden entre ellos un fotomontaje que hicieron con el rostro del fiscal fallecido portando en su cabeza las características orejas negras de Mickey Mouse. Los pibes “revolucionarios” pretenden difundir la imagen mañana, cuando la Presidenta hable en el Congreso de la Nación, como metáfora de que el magistrado fue un agente del “imperio estadounidense”.

A ese nivel de inhumanidad llegamos los argentinos, que nos mofamos de la muerte o se la deseamos a los vivos. No importa si Nisman trabajó para EEUU, para la oposición o para la Patria. Finalmente terminó, al parecer, asesinado por intereses de los más diversos y de los más oscuros. ¿En qué nos convertimos los argentinos? ¿En justicieros que decidimos quién vive o quién merece morir? ¿Cómo exigimos seguridad y respeto si aplaudimos y desparramamos violencia desde supuestas posiciones políticas y hasta intelectuales?

La culminante era kirchnerista llenó de sombras sus logros, que existen y son reales: abrió la discusión sobre el matrimonio igualitario y sobre las libertades individuales, pero popes K invocaron una supuesta relación homosexual de Nisman para “explicar” su muerte; enjuició y buscó justicia con los impunes genocidas de los 70, pero permite que César Milani –investigado por la desaparición de personas- viole los derechos humanos espiando e intimidando a opositores y periodistas; instauró la Asignación Universal por Hijo para ayudar a los que menos tienen, pero los condena a la pobreza con una inflación imparable que golpea con más fuerza a los que menos tienen; peleó con EEUU, el FMI y los poderes hegemónicos, pero se alió a naciones con escaso respeto por la democracia o con iguales planes imperialistas (como China); cambió el eje de la discusión política en el país, pero mantuvo las prácticas de corrupción y a funcionarios pavorosamente enriquecidos.

Y así está la sociedad, como Christian y Ana, los protagonistas del polémico libro, debatiendo durante años si firma o no un contrato que parece de a ratos oscuro y de a ratos placentero, pero siempre rodeado de violencia y lujuria.

Sumas y restas

En Tucumán también predominan las divisiones. Tampoco nadie termina de rubricar los contratos electorales más importantes, pese a los “regalos” –como los de Grey a Ana- y a los operativos de seducción que ensayan desde los más diversos costados electorales. Es que los números están apretados y ningún dirigente se quiere quedar sin una porción de la torta política en este cargadísimo año electoral. Lo seguro es que Domingo Amaya ya nunca volverá al seno alperovichista. Los peronistas más temerosos del crecimiento del radical José Cano aún soñaban con que el “Colorado” volviera a abrazarse con José Jorge, pero la “Burra” Mansilla enterró esa chance: “Amaya es opositor”, dijo. Punto y aparte. También es casi imposible que Amaya y Cano fumen la pipa de la paz, porque ninguno está dispuesto a resignar la candidatura a gobernador. Los dos, sin embargo, enfrentan el mismo problema: los votos que pueden definir la elección se reparten entre ambos y favorecen al alperovichismo, cuyo piso histórico de sufragios (por aparato y arrastre) roza el 40%.

Por ello, los dirigentes con votos orejean las cartas y no definen a cuál de los tres candidatos con más chances de llegar a la Gobernación apoyarán. Uno de ellos es José Orellana. Él y su hermano mellizo le aclararon a Sergio Massa que lo apoyarán para la Presidencia, pero que aún no definieron qué harán a nivel provincial. Los “Melli” están dolidos por el trato que les dio el alperovichismo, afirman, pero no descartan terminar dando sus votos al equipo del gobernador. O al de Amaya. O al de Cano. No son los únicos. Los peronistas huelen el poder. También la derrota y, como el panorama todavía no está muy claro, muchos especularán hasta último momento antes de sumarse a algún equipo.

Con Rojkés a la cabeza

La muestra de la pelea voto a voto es que Alperovich decidió cerrar filas y, para ello, nada mejor que la familia. La última novedad electoral en el oficialismo es que Beatriz Rojkés sería cabeza de lista en la nómina de legisladores por el Oeste. Así, quien decida no acompañar a la esposa del gobernador, será lisa y llanamente un traidor. Con esa jugada, el mandatario desarticuló Acción Regional, el partido por el que Juan Antonio Ruiz Olivares iba a acoplarse con nómina propia a la lista del Frente para la Victoria. Con Betty a la cabeza, el armado de la “vieja guardia” peronista no saldría a la cancha en los comicios provinciales. El “Gallego” iría de segundo en la lista y el resto de los popes de la Cámara también irían en lugares “salibles”. Según cuentan en la Cámara, el pacto incluye la bendición para que Sisto Terán sea el candidato de José Jorge en Yerba Buena y el pulgar para abajo al “turístico” Bernardo Racedo Aragón. La jugada tiene un claro objetivo: llenar la Legislatura de fieles, por si con Alperovich fuera del Gobierno algunos “colegas” deciden desconocerlo. No se entiende, si no, por qué se baja a Racedo Aragón, el único peronista que mide bien en la Ciudad Jardín. Según encuestas de la oposición, Terán acumula un 60%. ¡De imagen negativa!

En la vereda de enfrente, Cano y Amaya se prestan el protagonismo y la preferencia de los votantes en esa suerte de “imaginario colectivo opositor” que es la llamada clase media. A veces parece que el “Colorado” gana espacio, otras que el radical lleva ventaja. El intendente afirma que las encuestas le sonríen y está envalentonado para luchar por la Gobernación. En estos días, habló animadamente con el secretario de Obras Públicas de la Nación. José López no oculta esos contactos y su sonrisa se amplía ante la chance de ser candidato a vicegobernador con Amaya. El funcionario nacional sabe que billetera mata galán, pero el dicho no se aplica para Alperovich, que lo aguanta por conveniencia, pero que no lo dejará crecer más allá de una postulación para diputado. Por ello López coquetea de frente con Amaya. La alianza parece difícil, pero no imposible. Habrá que ver cómo el secretario nacional arregla los tantos con la Presidenta y con el PJ local (del cual es autoridad) si decide irse con Amaya.

Cano, por su parte, logró bajarle el tono al vendaval interno que le provocó en el Acuerdo Cívico y Social la lucha por la intendencia de San Miguel de Tucumán. La foto con Gerónimo Vargas Aignasse indignó a los radicales, no porque el legislador sea peronista, sino porque creen que “ese” peronista le resta más que sumarle. Igual, los boina blanca están lejos de entender de acuerdos y de resignar espacios para pelear por todo –y todos- y no por uno.

Por el momento, el diputado nacional recorre la provincia, se reúne con vecinos y medita cómo lo está afectando el perfil en baja de Sergio Massa y qué hará con la vicegobernación de su espacio. También debería tomar nota de lo que dicen, en voz baja, algunos empresarios fuertes de la provincia sobre su persona: creen que a Cano le falta personalidad y poder de gestión para gobernar la provincia. Se lo comentaron a Mauricio Macri, cuando se reunieron con el bonaerense en Tucumán la semana pasada.

Sonrisa eterna

Los que lo conocen afirman que a Juan Manzur aún le duele el rostro de tanta sonrisa. El ahora ex ministro de Salud de la Nación está que explota de emoción. En lo personal, cerró una semana casi ideal. Primero, el encuestador estrella de Alperovich, Hugo Haime, le habría dicho que la dupla que integra con Osvaldo Jaldo está primera en intención de voto, seguida apenas unos puntos por detrás por Cano y, con otro tanto menos, por Amaya. Es la primera vez que los números le sonríen de esa manera, aunque ese presunto treintaypico sería superado por el casi 50% que sumarían Cano y Amaya juntos. Siempre según esos números, ambos opositores estarían separados por escaso margen. Más allá que ni el radical ni el intendente dan crédito a esa encuesta, Manzur recibió la novedad como un talismán desatanudos para los rumores de que, si no remontaba en las encuestas, Alperovich podría reemplazarlo. La otra buena nueva que recibió el vicegobernador es que ya puede “despegarse” de la Nación y regresar a la provincia. Y, casi en simultáneo, casi llora de la emoción al escuchar los elogios que le propinó Cristina en su despedida del Ministerio de Salud de la Nación. Dijo que Manzur era un “luchador”, un “optimista” y un hombre con “temple” ante la adversidad. Por todo ello está exultante.

No ve, en cambio, que los halagos de la Presidenta entierran la posibilidad de que lo voten aquellos que aún simpatizan con el alperovichismo, pero no con el kirchnerismo. Tampoco registra que la Justicia aún lo tiene en la mira y que su inocultable y sospechoso enriquecimiento mientras fue ministro nacional es una mancha que, cual carie sin tratamiento, puede provocarle un dolor intenso para sus aspiraciones.

Por ello nada está definido aún y nadie duerme con la tranquilidad del triunfo bajo el brazo para la ya fechada elección provincial del 23 de agosto.

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