Jimmy Hogan, el padre del fútbol total

Jimmy Hogan, el padre del fútbol total

“Mientras nosotros moríamos en las trincheras defendiendo a la patria, vos le enseñabas a jugar al fútbol a los enemigos”. Palabras más, palabras menos, ese fue el mensaje que recibió al volver a su país Jimmy Hogan, uno de los técnicos más importantes -y paradójicamente desconocidos- en la historia del fútbol mundial. Su caso es uno de las más apasionantes que descubrí al realizar distintos trabajos sobre qué sucedía con el deporte mientras se libraba la Primera Guerra Mundial. A 100 años del conflicto, que mató a unos 10 millones de personas, y dejó heridas o mutiladas a otros 20 millones, el mundo del fútbol, homenajeará en diciembre próximo con un monumento a los cientos de jugadores que murieron en el frente. Pero no habrá siquiera un acto de reivindicación al DT que más influyó un siglo atrás para que la pelota, que por entonces volaba mucho por los aires o era llevada en carreras individuales, comenzara a ser jugada más a ras del piso y de modo asociado. Hogan, aunque pocos lo conozcan, fue el pionero del fútbol de toque, posesión y ataque que, luego en tiempos más modernos, elevó a la cumbre primero la “Naranja Mecánica” de Johan Cruyff y después Barcelona de Pep Guardiola. El juego que, salvando todas las distancias, quiere jugar hoy en Argentina River, del “Muñeco” Gallardo.

A Hogan lo trató de “traidor” el secretario de la Federación inglesa de fútbol, Francis Wall. Una vez finalizada la Guerra, el DT, sin dinero y sin trabajo, pidió, como tantos, una ayuda oficial de 200 libras esterlinas. Pero Wall no lo trató como a los demás. A Wall, el “traidor”, le respondió abriendo una caja con medias y diciéndole: “Esto es lo que le mandamos a los muchachos en el frente y quedaron muy agradecidos”. La anécdota la cuenta el periodista Norman Fox en el libro “Prophet or Traitor: The Jimmy Hogan store” (Profeta o traidor: la historia de Jimmy Hogan). Al estallar la Guerra, cientos de futbolistas británicos dejaron sus equipos para ir al frente. Muchos de ellos murieron en el conflicto. Otros, la gran mayoría, rechazaron en cambio “el llamado de la patria”. Igual que millones de obreros, sintieron a esa Guerra como impopular, como una batalla de negocios más que de patria. Hogan estuvo entre ellos. Pero Hogan, además, cometió el “pecado” de ir a los países enemigos. Y, en pleno conflicto, enseñarles a jugar un fútbol distinto.

“Jugamos al fútbol como Jimmy Hogan nos enseñó. Cuando se habla de la historia del fútbol su nombre debería escribirse en letras doradas”. La frase corresponde a Gusztav Sebes, el DT de la fabulosa Hungría que en 1953 aplastó 6-3 en Wembley a la Inglaterra de Stanley Matthews y Alf Ramsey. La Hungría del gran Ferenc Puskas y de Nador Hidegkuti, uno de los primeros “falsos 9” (cambio táctico que desorientó a la defensa inglesa). Esa célebre selección húngara humilló aún más a los inventores del fútbol en la revancha de seis meses después (7-1). “Vuestro Jimmy Hogan -dijo el dirigente húngaro Sandor Barcs a la prensa inglesa- fue quien nos enseñó cómo jugar”. Hogan, ignorado, estaba la tarde de Wembley en la tribuna, invitado por la Federación húngara, a sus 71 años, rodeado de sus jugadores de entonces, juveniles del Aston Villa. “Hubo aquí gente que trató de traidor a este hombre”, reconoció tiempo después Billy Wright, capitán de esa selección inglesa. Un año después, en el Mundial 54, esa misma Hungría eliminó por el mismo marcador de 4-2 a los dos finalistas del Mundial 50. A Brasil en cuartos de final y a Uruguay en semifinales. En la final, después de un invicto de cuatro años y 31 partidos, Hungría cayó 3-2 contra Alemania, a la que había goleado 8-3 en primera fase.

Hogan, nacido en Inglaterra en 1882, estaba en Hungría cuando en 1914 estalló la Guerra. Había llegado procedente de Holanda. En 1910 visitó los Países Bajos en gira con el Bolton Wanders y goleó 10-0 al equipo holandés de Dortrecht. Con apenas 28 años, pasó a dirigir a Dortrecht y se convirtió en el DT inglés más joven en el extranjero. Cada jugador holandés se entrenaba con una pelota. “Pásensela, que la pelota no lastima al césped”, arengaba en las prácticas. Dirigió a la selección holandesa que ganó por primera vez en la historia a la de Alemania. Advirtió que los jugadores holandeses eran más inteligentes que los ingleses. Los convenció de que podían jugar en diferentes puestos. Versatilidad. Fue el “fútbol total”, pero 70 años antes de Cruyff. Austria le ganó de mano a Alemania y lo puso al frente de su selección. La clasificó a un inédito cuarto de final en los Juegos Olímpicos de 1912. Más que el resultado, lo que impresionó fue el estilo de control de pelota y pase. Estalló la Guerra. Sufrió un arresto breve, hasta que sus amigos jugadores lo sacaron de prisión. Pasó a dirigir al MTK bicampeón de liga húngara y que luego, con ese mismo estilo, ganaría 10 títulos seguidos. Todos los días debía reportarse en la comisaría.

Despreciado en su país apenas finalizó la Guerra, Hogan fue a trabajar a Suiza. Primero dirigió al Young Boys y luego preparó a la selección que, por primera y única vez en su historia, llegó a una final olímpica, en los Juegos de 1924 (perdió 3-0 contra Uruguay). Fue luego a Alemania. Asumió como DT del Dresden, donde dirigió a Helmut Schoen, mucho después técnico de la selección que fue campeona mundial y de Europa. Impresionada por sus métodos, la Federación Alemana lo contrató para que observara a miles de jugadores. La Federación reconoció su labor cuando Hogan murió en 1974, a los 91 años de edad. Envió a Frank, hijo del DT, una carta firmada por Hans Passlack, su secretario. “Jimmy Hogan -decía el texto- fue el padre del fútbol moderno en Alemania”. Después de Alemania, Hogan volvió a Austria. Creó, junto con Hugo Meis, lo que el mundo del fútbol conoció como el Wunderteam (Equipo de los sueños), la selección semifinalista del Mundial 34 y finalista de los Juegos Olímpicos de Berlín 36. En 1949, con 67 años, dirigió a la selección de Irlanda que derrotó por primera vez en su historia a Inglaterra en su suelo. El fútbol inglés comenzó a reconocer tardíamente su calidad.

La Primera Guerra estaba lejos y ya no era un traidor. Pero estaba viejo, decían dirigentes y periodistas. Apenas un año antes, en 1948, había enseñado su fútbol de toque y posesión en el escocés Celtic. Dirigió allí a Tommy Doherty, respetadísimo DT tiempo después de Manchester United y de Chelsea. “Fue el mejor de todos”, lo reconoció Doherty. Hogan, es cierto, no tiene la fama de otros. Pero hace algunos años, en el fútbol europeo se realizó una encuesta sobre los 20 técnicos “más influyentes de todos los tiempos”. Del décimo al segundo puesto, fueron elegidos, en ese orden, Bill Shankly, Vittorio Pozzo, Brian Clough, Valery Lobanovsky, Arrigo Sacchi, Herbert Chapman, Helenio Herrera, Rinus Michels y Victor Maslov.

El primero de la lista era Jimmy Hogan.

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