Dejaron la rutina de arrear ovejas para conocer la ciudad

Dejaron la rutina de arrear ovejas para conocer la ciudad

Invitados por chicos del Colegio del Sol, niños de Alto de Anfama visitaron durante una semana la ciudad. Descubrimientos y alegrías

FELICES. Alumnos de la escuela 215 de Alto de Anfama y del Colegio del Sol disfrutan de una experiencia de intercambio inolvidable. la gaceta / fotoS de antonio ferroni FELICES. Alumnos de la escuela 215 de Alto de Anfama y del Colegio del Sol disfrutan de una experiencia de intercambio inolvidable. la gaceta / fotoS de antonio ferroni
03 Octubre 2014

Tiene los cachetes colorados como dos manzanas y cuando ríe se le forma un “hoyito” en la mejilla. No puede ocultar su alegría que demuestra con un par de “paletas“ blancas que descubre apenas se choca con alguna mirada. Mario es así, risueño. Con sus siete años conoce lo que sus compañeros de la escuela n° 215 de Alto de Anfama, algunos de 15 años, recién están viendo por primera vez: la ciudad capital. Le pega una última patada a la pelota de fútbol que le acaban de regalar y viene corriendo porque lo llama el maestro. “Mario, ¿qué es lo que más te ha gustado de este viaje?” Transpirado, con las mejillas calientes y dos “velitas” transparentes que se le caen de la nariz, contesta sin dudar: “los autos. ¡Aquí hay muchos autos y motos!”


Mario ni siquiera tiene un caballo como sus demás compañeros. Camina dos horas para llegar a la escuela que está enclavada en los valles calchaquíes a 2.000 metros sobre el nivel del mar. “Salgo de la casa a las seis y media de la mañana. Bajo un cerro, subo otro, lo bajo y vuelvo a subir otro más... Ahí cerca está la escuela. Pero antes de cruzar el río lo espero a Marcelino y nos venimos caminando los dos. Por el camino se van juntando otros chicos”, cuenta con timidez, pero sin ocultar sus paletas.

Durante 14 años los chicos de la escuela Virgen de la Merced de Alto de Anfama recibieron la visita de los alumnos del Colegio del Sol. Quizás soñaban con volverse con ellos, cuando los veían alejarse después de una jornada de juegos y regalos. Florencia Abdala siempre escuchada fascinada a sus hermanos más grandes cuando narraban aquellos viajes emocionantes a la montaña. “Cuando llegué a 4° año y me tocó hacer la experiencia, se ocurrió que había que probar algo distinto: invitarlos a ellos a venir a la ciudad”, así surgió el proyecto de la visita de los chicos de Anfama a la capital, contó la alumna.

Durante esta semana los chicos rompieron la rutina. Por primera vez en sus vidas no van a recoger leña para la cocina ni van a arrear a las ovejas ni van a cruzar el río para ir a la escuela . Esta vez 25 chicos, de los 59 que tiene la escuela desde el jardín hasta el primer ciclo del secundario, fueron turistas: visitaron Casa Histórica, el Museo Miguel Lillo, la reserva de Horco Molle, el canal 10 (la única señal que llega a Anfama) y un shopping. Pero lo que más les llamó la atención fueron las cosas más simples, como la cantidad de autos que se amontonan en las calles, el ruido ensordecedor de los bocinazos, el magia del cine y esa comida que enloquece a los chicos de la ciudad: las hamburguesas de Mac Donalds. “¡Estaba muy rica la mortadela!” le agradeció uno de los chicos a Florencia. En tanto que Luciana preguntó “¿qué son esas lucesitas verde, amarilla y roja que se prenden en la esquina?” “El primer día les dolía la cabeza y la panza. El médico dijo que era porque no estaban acostumbrados a las luces de la ciudad y al calor. El dolor de estómago podía deberse a que fueron recibidos con muchos caramelos”, cuenta Florencia. En la Quinta Agronómica, el Departamento de Luminotecnia le regaló una pelota de fútbol con la que se pusieron a jugar inmediatamente.

“En la escuela los chicos juegan al fútbol y al volley. Tienen un aro para básquet pero les falta una cancha de cemento”, lamenta el maestro de técnicas agropecuarias Ernesto Fazzio. Pero lo que realmente necesitan los chicos es poder continuar sus estudios al terminar el ciclo básico del secundario. “La mayoría se va a vivir a Raco o a Tafí del Valle, para seguir la escuela media, pero no todos tienen esa posibilidad. Algunos se van directamente a trabajar a la ciudad, en la construcción o en casas de familia”, cuentan Anabel Guerra y Ester Chocobar, de 15 años, y Aída Reyes de 13. Anabel irá a Raco a casa de una tía en cambio Ester y Aída a las casas de sus parientes en Tafí del Valle.

“Haría falta una secundaria con orientacion agroforestal para que los chicos no tengan que viajar ni dejar de estudiar”, coinciden los profesores Fazzio y María Cecilia Risso Patrón. Comentan que por la necesidad de la población de cortar leña para combustible, se han perdido muchos ejemplares y hace falta reforestar. “Hace tres años hicimos un proyecto para la creación de un secundario pero nunca tuvimos respuesta de Educación”, dijo Risso Patrón.

No obstante los chicos recibieron las netbooks, solo que la antena satelital para conectar internet no funciona desde hace dos años. Los chicos se conforman con los programas que trae la portátil, entre ellos un simulador de internet.

La escuela 215 es de jornada completa y período común. Cuando bajaron del cerro pararon un momento en la ermita que los docentes hicieron construir en memoria del maestro Daniel Rizo, en el lugar donde falleció hace dos años mientras bajaba del cerro en moto de enduro, y el río había crecido. Todos eran alumnos del profesor Rizo por eso se emocionaron cuando vieron el monumento.

Gonzalo Carrazo de 13 años vive en El Duraznito. Cabalga dos horas a caballo todos los días para llegar a la escuela. En época de tormentas la escuela queda vacía. Es muy difícil cruzar el río de la Ollada cuando crece porque ni siquiera hay un puente. Todavía en Alto de Anfama ir a la escuela depende de los humores del tiempo.

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TE LOS PRESENTAMOS

1
Quiere ser policía

El sueño de Luciana (11 años) es ser policía. “No hay ninguno por allá, y sí hay robos en almacenes”, contó la pequeña.

2
Va a la escuela a caballo

Edith sale temprano cada mañana para llegar antes de las 8.30 a la escuela. El delantal va en la mochila para que no se ensucie.

3
Si llueve no va a clase

Gonzalo tiene 13 años y vive en El Duraznillo. Todos los días cabalga dos horas para llegar a la escuela. Si el río crece, no puede avanzar.

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