La herencia para las nuevas generaciones

La herencia para las nuevas generaciones

25 Mayo 2014

Inés Yamúss- Doctora en Finanzas (UCEMA) - Directora del Dpto. de Posgrado y Coordinadora de la Licenciatura en Finanzas de la Universidad San Pablo T

El equipo económico nacional ya ha experimentado casi todas las recetas conocidas: Precios Cuidados, leve apertura al cepo, suba de tasas y su posible segmentación para evitar el enfriamiento del consumo, tope a los activos en dólares de los bancos, suba de salarios y jubilaciones, el cuestionado arreglo con Repsol, a lo que se suma el intento de ingreso de divisas por el mercado oficial de cambio. Subir la tasa de interés sirvió para ganar tiempo hasta fijar un plan económico sustentable. Pasado un período razonable sin que eso aparezca, los mercados desconfían. El movimiento del dólar en los últimos días ha puesto la brecha del paralelo nuevamente en los titulares, luego de un tiempo de calma posterior a la devaluación experimentada en enero. Dólar oficial, ahorro, turista, paralelo, contado con liquidación son términos que se van internalizando en la sociedad y de los que habla todo el pueblo. Las minidevaluaciones hacen suponer un nuevo episodio similar al de enero pasado.

Los escenarios posibles se focalizan entonces en continuar “intentando” controlar la cotización del dólar, con aumentos de tasas y avance de recesión; o fomentar el consumo descuidando los movimientos que pueda tener la divisa extranjera.

Proyectada y concretada la suba del dólar y las tasas, superando la primera a la segunda, optamos por el ahorro en dólares; porque el reajuste de las tasas sin medidas concretas contra la inflación conlleva mayor recesión, en un marco de estadísticas cuyos basamentos de determinación no son claramente explicables. Deberíamos pensar en otras viejas recetas: bajar el gasto fiscal de modo significativo, crear alternativas confiables de inversión para el pequeño ahorrista que frente a la inseguridad jurídica que ha demostrado el mercado financiero argentino históricamente sólo se vuelca al dólar billete, cuya custodia no confía al banco a pesar del costo del 20 % que ello le genera, y la inseguridad de trasladar el físico. Incluir en la agenda el fomento a las economías regionales, en temas de producción, industria y turismo, -entre otros- ajustando los presupuestos locales a los ingresos que genuinamente se generen. Porque la tensión que realmente importa no es la dada entre los miembros del equipo económico (Ministerio de Economía/BCRA), sino entre los argentinos que se quedan sin trabajo o que conservan el suyo con un salario que ha perdido valor adquisitivo y se ven presionado por una carga fiscal que no ajusta al ritmo inflacionario, ni logra siquiera su tratamiento por los representantes del pueblo. La salida podrá buscarse en los libros de historia y los manuales de economía: las crisis son cíclicas, y los argentinos nos hemos acostumbrado a su exposición y conocemos como transitarla, pero algunos siempre quedan en el camino.

La solución de fondo estará dada en la adecuada productividad y el fomento a la inversión. El gobierno deberá buscar políticas económicas que generen mayores ingresos tributarios sin ahogos financieros a los contribuyentes, moratorias genuinas y, por supuesto, el recurso al endeudamiento público a tasas competitivas externas, para lo que se requiere resolver los problemas pendientes con acreedores. Tendremos que cuidar en ese mecanismo la composición de la herencia a las “generaciones” futuras. Nos quedan piezas a nuestro favor: los recursos de los productores y exportadores, a quienes deberá persuadirse de cómo y cuando liquidar sus divisas, la entrada de dólares y el control de la emisión. Aprovechemos esto que puede permitirnos avanzar y abandonar este juego de suma cero en el que el perdedor resulta siempre el pueblo argentino.

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