Guardó el pijama

Guardó el pijama

Alperovich volvió a mostrarse como un mandatario que toma decisiones, en una semana de gestos públicos forzados. El mentado relanzamiento del Gobierno podría ser riesgoso para a ex radicales, ex bussistas y familiares

Guardó el pijama
Un gobierno que no toma decisiones fracasa. Desde los saqueos de diciembre, cuando la sociedad quedó a la intemperie por la conjunción de un gobierno groggy y de una Policía indolente, el alperovichismo no podía tomar decisiones. Fue el peor momento. Le pegaron a diestra y siniestra. No tenía capacidad de reacción con su líder sentado en un sillón y con la mirada en lontananza. José Alperovich y sus “sijosesistas” salían a ver obras, con la intención de que se los vea, como esos boxeadores a los que se les doblan las piernas y que se mantienen en pie con ayuda de las sogas. En los últimos 15 días el gobernador empezó a tomar decisiones. Dejará el sillón de mando, su heredero saldrá de una interna y modificó la forma de relacionarse con su gabinete. El mandatario empezó a reunirse con cada ministro y su equipo y dejó en segundo plano los multitudinarios desayunos en su casa, donde hasta llegó a recibir en pijama a los funcionarios. A veces las formas contribuyen a la ejecución de las acciones.

La foto de la semana política tenía dos rostros, el de Alperovich y el de Domingo Amaya. Fue una señal. La desconfianza es lo más común que tiene la relación entre ambos. Se necesitan mutuamente. Saben que el futuro va a ser menos agreste si logran construir conjuntamente. Por eso sonrieron para la foto. No fueron gestos sinceros, fueron gestos obligados. Sin embargo, tanto Amaya como Alperovich se sintieron aliviados. Por ahora son dos huérfanos de la Nación. El Gobierno de Cristina apenas puede con él como para ocuparse de mimar a otros.

Las tres cajas
El despertar de Alperovich es más el resultado de su instinto de supervivencia que de su habilidad y de su proyecto político. Sin el juego nacional al que lo empujaba Néstor Kirchner, sin un horizonte político más que el de una banca de senadores, sin un equipo que le asegure trascendencia, sin heredero propio, sin poder ejercer la política como lo hacía al principio de su gestión, no le quedan más opciones que diagramar su año y medio de gestión para que no lo afecte el síndrome del mozo y se quede sin café. Su preocupación central llegar al final de gobierno sin crisis y seguir caminando por la calle después de decir adiós.

El instinto le ha permitido acceder a las claves de seguridad. Una de las peores mañas heredadas del siglo pasado es que la construcción política se hace con muy mucha plata. Sin ella es difícil augurar un triunfo. Quien maneja las finanzas del Estado corre con el mejor caballo. En Tucumán hay dos cajas fundamentales: la del Poder Ejecutivo y la de la Universidad. Muchos de los principales referentes de la política tucumana han llegado con esos apoyos. Alperovich en estos últimos días ha puesto en el casillero del medio de la Universidad Nacional de Tucumán a José Hugo Saab, un “sijosesista” de primera línea. La foto con Amaya también es una señal de que no deberían desviarse “ayuditas” a nadie.

El encuentro del intendente con el gobernador también fue una señal para la oposición. Cuando el radicalismo busca construir su gran movimiento sueña con una pata peronista y Amaya nunca dejó de ser una opción a la hora de las especulaciones. Después del encuentro de esta semana en el que además Alperovich le endosó algunos fondos a Amaya, aquellas ideas de armar sociedades quedaron guardadas en un cajón.

Los tres ejes
Después del triunfo con sabor a paliza de octubre, el alperovichismo aprendió la primera lección para 2015: o llegan todos juntos o corren serios riesgos de perder la hegemonía de tantos años. La segunda fue que el dedo de Alperovich ya no funciona y por lo tanto se acerca la hora de los consensos o de las internas. El autoritarismo que le vino tan bien al principio ya fue.

Ahora en la etapa de la construcción del futuro la discusión es si el peronismo que debe estar unido incluye a los paracaidistas de la última década. En el entorno alperovichista se ha empezado a discutir si los peronistas comprenden a ex bussistas, a ex radicales y a familiares. La década alperovichista ha construido poder dándoles mucha importancia a esos tres ejes. Fue caricaturesco ver cómo a Francisco Sassi Colombres no lo dejaron llegar a la Corte Suprema de Justicia cuando los principales “sijosesistas” recurrieron a bussistas para despegar políticamente. Los hombres de la UCR sirvieron de bastón cuando Alperovich no confiaba en nadie en el peronismo, a pesar de haberse servido del PJ para conducir la provincia. Los familiares, el tercer eje, fue un factor fundamental para armar no sólo candidatos sino también funcionarios. Este esquema fue un dominó en toda la provincia. Los intendentes lo imitaron y algunos funcionarios a la hora de constuir políticamente, también.

Llegó la hora del cambio y en el entorno del mandatario se comentan los riesgos que traen hoy en día los ex bussistas, los ex radicales y los familiares. Como buenos “sijosesistas” lo dicen en los alrededores y en los pasillos pero no se animan a comentárselo a Alperovich.

La única foto
Las fotos no duran. El paso del tiempo las va desgastando, aún cuando son digitales. La imagen de Alperovich y Amaya sonrientes es muy nueva aún, aunque seguramente Osvaldo Jaldo (el peronista más peronista entre los herederos “sijosesistas”) debe tener alfileres listos. La foto que ha empezado a desdibujarse es la de las peatonales del centro tucumano. En medio de la oscuridad en plena 25 de Mayo durante estos días hay tucumanos que no tuvieron problemas en comprar DVD truchos y hacerse cómplices de la ilegalidad. No fue el único lugar. También se vio a la señora sentada en la Mendoza al 700 con enormes bolsas llenas de zapatillas para el ocasional comprador de mercadería ilegal. Si esa va a ser la forma de controlar del Poder Ejecutivo y de la Municipalidad en muy pocos días el gran logro y cumplimiento de que la venta ambulante no va más en Tucumán, habrá sido un bluf.

La estrategia inicial fue la de hacer tomar conciencia a los ambulantes de que estaban en la total ilegalidad y para hacérselos comprender se aplicó la mano dura. Delante de ellos había una pared construida por la Municipalidad y por la Federación Económica que no admitía ni el diálogo y el otro muro fue levantado por el Poder Ejecutivo dispuesto a hablar y lograr una salida. No obstante, esta postura última más flexible, los ambulantes fueron cosificados y se convirtieron en los enemigos de todos. Esa posición puede haber sido útil para los primeros días y para los momentos iniciales de este conflicto que promete mantenerse en las marquesinas por varias temporadas más. Ahora, en una segunda etapa, cada uno de los protagonistas podría avanzar en la transformación y sin embargo se mantienen en sus posiciones como si se tratara de una pulseada y no de una cuestión social y de una cadena comercial en la que hay más de un cómplice. Tanto en el PE como en el municipio y como en la FET dicen conocer quiénes son los “comerciantes” que proveen la mayor cantidad de la mercadería. ¿Por qué los empresarios de la FET no los denuncian? ¿Por qué el Poder Ejecutivo no aplica sanciones? ¿A qué se debe que la Municipalidad no recurra a la Justicia para que se esclarezca quién es el proveedor mayorista de los ambulantes o multe a los vehículos que se estacionan mal para dejar los productos? Si alguna de estas preguntas -o mejor todas- tuvieran respuestas se encontraría a los cómplices del comercio ilegal, que no es sólo el ambulante que pone la cara en las peatonales sino una aceitada cadena comercial con nombres y apellidos y con vehículos perfectamente identificables que transportan cada una de las mercaderías. Las decisiones deberían ser acompañadas por acciones convencidas y convincentes. Las que sirven para las fotos, a la larga, se desdibujan.

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