La misión del Instituto Nacional de Música

La misión del Instituto Nacional de Música

23 Noviembre 2013
Se suele decir que los artistas necesitan de los productores para difundir su trabajo: desde un escritor que recurre a una editorial para publicar su obra, a un músico que apela a las empresas discográficas o a un pintor que acude a un marchante. Se suman luego los medios de difusión y se conforma de ese modo el negocio del arte. Pero suele suceder que los artistas independientes, es decir aquellos que se autoproducen quedan en inferioridad de condiciones y deben diseñar sus propios caminos alternativos para divulgar su trabajo. En ese y en otros sentidos, el Instituto Nacional de Música (Inamu) que se puso en marcha a principios de octubre pasado, puede brindar un apoyo importante a los intérpretes.

Creado el 28 de noviembre de 2012, es un organismo que fomentará la producción fonográfica y de videogramas nacionales, su distribución y su difusión. Propiciará entre los músicos el conocimiento de los alcances de la propiedad intelectual, de las instituciones de gestión colectiva, así como de aquellas instituciones que defienden sus intereses y derechos como trabajadores. Contribuirá a la formación y perfeccionamiento de los músicos en todas sus expresiones y especialidades y estimular la enseñanza de la música.

El presupuesto de la flamante entidad se conformará con el 2% de la recaudación de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca), es decir unos $14 millones, de los cuales el 80% al fomento se destinará al fomento y el 20% a gastos administrativos. El Instituto de Teatro obtiene el 10% de la Afsca más un porcentaje por juegos de azar.

El Inamu será conducido y administrado por un directorio, una asamblea federal y un comité representativo. El presidente y el vice del primero fueron recientemente designados por el Poder Ejecutivo Nacional. De acuerdo con la ley de su creación, la asamblea federal estará presidida por el titular del Inamu e integrada por un representante gubernamental del ámbito de la cultura por provincia y del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Tomará sus decisiones por mayoría absoluta de sus miembros que ejercerán sus funciones ad honórem y sus gastos serán financiados por las jurisdicciones de procedencia.

Se trata, por cierto, de la concreción de un sueño que ya lleva varios años y si cumple con sus objetivos se convertirá en una eficaz herramienta para los músicos. Sería positivo si este organismo llevara a la realidad la tan declamada práctica del federalismo. En ese sentido, hubiese sido consecuente con esta idea que los representantes de la asamblea federal fuesen elegidos por los artistas y no designados por los gobiernos de cada provincia. De ese modo, se evitaría la politización o el amiguismo con el poder de turno y se ganaría en transparencia. Sería importante también cada región estuviese en un plano de igualdad con sus pares y que el presupuesto se distribuyera en partes equitativas.

Con frecuencia en el negocio de la música, el que menos gana suele ser el artista, lo mismo ocurre en el ámbito de la literatura, y aunque todo está interrelacionado en esta cadena, sin obra no existirían ni las discográficas ni las editoriales.

Bienvenida sea la puesta en marcha del Instituto Nacional de Música si ayuda a que la labor creadora e interpretativa de los artistas de nuestro país llegue al pueblo a través del apoyo económico y de la difusión.

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