El último, coloquial y desacartonado libro del Negro

El último, coloquial y desacartonado libro del Negro

CUENTOS NEGAR TODO Y OTROS CUENTOS ROBERTO FONTANARROSA (De la Flor - Buenos Aires)

23 Junio 2013

"Me han hecho reír estos cuentos nuevos: Negar todo es un relato magistral, maravilloso. Otros dos geniales son El hombre elefante y Temas para contar, que alude a una situación de una confitería en la que estuve con él, cuando lo acompañé a un médico", dice Divinsky del último libro de Fontanarrosa.

Tiene razón Divinsky: los 24 relatos que lo componen son geniales. En un lenguaje coloquial, lejos del acartonamiento literario, el rosarino deja en este volumen un legado imperdible, que provocará risas en más de una de sus historias y también llevará a la reflexión. Lo diálogos son fabulosos. Un ejemplo es La isla, donde dos amigos se encuentran y uno saluda con un "¿qué hacés, putazo?", para que el otro conteste "¿cómo andás, trolo?". "Unicef es el brazo armado de la pediatría", opina uno de los personajes de Clon. No abundan los de fútbol, pero alcanza con El Pampa, que abre la serie. Cumpleaños feliz es otro: una reunión familiar casi termina en tragedia por la división que provocan Central y Newell's. Perro en consorcio es imperdible de principio a fin. No sólo por la forma sino por la historia en sí, que tiene un final que lleva a la carcajada. En Cuestión de fe aparece el misterio: recién en la última frase se sabrá de dónde viene ese ruido en las paredes de una casa que tanto preocupa. En La guerra y la paz dan ganas de meterse adentro de las páginas para decirle al protagonista que no, que no afloje, que no se deje dominar por esa mujer que se torna insoportable desde su primera aparición. Coronel en duelo, Ciudad sagrada y El único árbol no tienen desperdicio. Y si hay que ponerle una frutilla al postre, para eso está el tremendo Los secretos de la comida china.

La lista de cuentos que el mismo Divinsky fue corrigiendo sigue, pero con esos ejemplos alcanza para asomarse a la última maravilla que nos dejó ese gran escritor rosarino que se llamó Roberto Fontanarrosa y que por cosas como estas, entre tantas otras, siempre se lamentará su ausencia.

© LA GACETA

Alejandro Duchini

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