Por Daniel Fernández
08 Abril 2013
Una ama de casa, de unos 60 años, tenía turno con la dermatóloga. Iba presurosa para no llegar tarde. Pero, cuando intenta cruzar por la zona de Chacabuco y Crisóstomo Alvarez, frente al Tribunal Oral en lo Federal Criminal, donde se desarrolla el juicio por la Megacausa Arsenales II-Jefatura II, se encuentra con el tránsito cortado y llega tarde.
Cuando la doctora la atiende, la señora le pide disculpas por la demora y le dice que fue por culpa del "juicio de porquería". Sin pensar ante quién estaba descargando su bronca, continuó diciendo: "acá hubo una guerra, no sé para qué tanto juicio ni tanto juicio, si todos esos que desaparecieron eran unos asesinos".
La doctora, de unos 45 años de edad, la sorprende: "la gente que desapareció no era asesina". Le cuenta que su mamá era una profesora universitaria y que desapareció en el 76. "Lo único que hizo fue decir lo que pensaba", le aclara. "A usted le molesta el tránsito, pero a mí esos militares me han destruido mi familia", le reprocha.
La paciente sólo atinó a pedir disculpas. Aunque estaba dolida, porque habían ofendido a su madre, la doctora la siguió atendiendo normalmente.
En la Redacción había un compañero que llamaba "boquifloji" a los que, por hablar de más, "metían la pata". En esta Argentina dividida, hay que saber medir nuestros comentarios, porque pueden resultar intolerantes, discriminatorios y ofensivos para quienes no piensan igual que nosotros.
Cuando la doctora la atiende, la señora le pide disculpas por la demora y le dice que fue por culpa del "juicio de porquería". Sin pensar ante quién estaba descargando su bronca, continuó diciendo: "acá hubo una guerra, no sé para qué tanto juicio ni tanto juicio, si todos esos que desaparecieron eran unos asesinos".
La doctora, de unos 45 años de edad, la sorprende: "la gente que desapareció no era asesina". Le cuenta que su mamá era una profesora universitaria y que desapareció en el 76. "Lo único que hizo fue decir lo que pensaba", le aclara. "A usted le molesta el tránsito, pero a mí esos militares me han destruido mi familia", le reprocha.
La paciente sólo atinó a pedir disculpas. Aunque estaba dolida, porque habían ofendido a su madre, la doctora la siguió atendiendo normalmente.
En la Redacción había un compañero que llamaba "boquifloji" a los que, por hablar de más, "metían la pata". En esta Argentina dividida, hay que saber medir nuestros comentarios, porque pueden resultar intolerantes, discriminatorios y ofensivos para quienes no piensan igual que nosotros.
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