Cuestión de creer o reventar

Cuestión de creer o reventar

Nalbandian-Zeballos vencieron a los galos, favoritos en dobles, y con un punto más, a "semis".

EUFORIA TOTAL. Zeballos lo grita, Nalbandian va su encuentro, el resto del equipo y el público en éxtasis. El 2-1 era un hecho. EUFORIA TOTAL. Zeballos lo grita, Nalbandian va su encuentro, el resto del equipo y el público en éxtasis. El 2-1 era un hecho.
¿Cuántas veces se ha dicho que los resultados del tenis se explican desde lo que pasa en los puntos importantes? Hoy es una más. Y hasta podría afirmarse que lo ocurrido ayer entre Argentina y Francia solo se puede entender si, antes, se encuentra la exacta dimensión de un momento del partido. Con los números iguales a set por lado, Michael Llodra y Julien Benneteau andaban cómodos con break de ventaja el tramo central del tercero. Entonces llegó el momento. Argentina se escapó de dos set-point en contra, y David Nalbandian le pegó un pelotazo en la espalda a Llodra. Sin querer, claro. Pero una vez que pasó, el cordobés lo puso sobre la mesa. La gente explotó, jugó su rol en el desarrollo y la dupla francesa sintió el impacto. Argentina se transformó en una fuerza imparable que barrió con cada una de las virtudes ajenas, casi intocables hasta ese tramo.

Confianza pura
Las devoluciones hicieron daño, los passing limaron la confianza rival. Y hasta los sutiles y nostálgicos toques de Llodra en la red fueron presa fácil para el hambre voraz de Nalbandian y Horacio Zeballos

Ese lapso del 2-5 al 7-5 del tercer set fue, por mucho, lo mejor de David en el día. Con eso le alcanzó para marcar el ánimo de todos. Para dos, los rivales, se convirtió en el talento admirado y temido en el mundo entero. Para otro, su compañero, en la reserva de confianza que permite animarse a todo. Zeballos soltó su cabeza, con ello también sus golpes, y desde su soltura le aportó notas lujosas a casi todas sus intervenciones.

El cierre
El final no tuvo incógnitas. La mejor dupla pareció vencida bastante antes del cierre del partido (que terminó 3-6, 7-6 (7-3), 7-5 y 6-3). La otra, la argentina, se llevó una incuestionable victoria que, como tantas otras veces, tuvo la convicción como bandera. 

Es esa misma bandera la que, en este domingo inesperadamente favorable (con los singles a cargo de Juan Mónaco y de Carlos Berlocq), deberá flamear un largo rato para conseguir el punto que falta hacia las semifinales.

Comentarios