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Aidé Morales aprovechó para que le tomaran la presión, le realizaran un examen de glucemia, la pesaran y le midieran la altura. Hace rato que no lo hacía, pese a que intuye que puede tener algún factor de riesgo y que sabe que los chequeos, a su edad, deben ser regulares. Ayer, en la galería de entrada del Centro de Salud, enfermeros ofrecieron exámenes gratuitos a quien se acercara. A las 11 de la mañana ya habían pasado por el stand más de 150 interesados. "A los que les detectamos algún factor de riesgo los derivamos al servicio de Endocrinología o de Cardiología, si es que no tienen un médico de cabecera", explicó Marcelo Barrionuevo, del departamento de Enfermería.

Además de los chequeos, en otros stands ofrecían información sobre coberturas de salud, donación de órganos y hasta dieron turno para mamografías y papanicolau. Todo esto por la Semana de la Mujer -el viernes se celebra el Día Internacional-, organizado por el Ministerio de Salud Pública.

Mitos
"Derribando mitos" se llamaba el juego que proponían miembros del Observatorio de la Mujer. "Los hombres no lloran", "me cela porque me quiere", "le gusta que le peguen", "él me dice que va a cambiar", eran algunas de las frases (o mitos) escritas en unas latas apiladas. "La idea es que las mujeres elijan qué mitos quisieran derribar de su vida y le apunten con la pelota", explicó Guadalupe Páez. Hasta el mediodía unas 40 mujeres habían probado su puntería. "La frase que más eligen es 'él me dice que va a cambiar' y 'le gusta que le peguen'", contó.

Necesitan una sede
En el puesto de la Red de Mujeres, un grupo vendía sus artesanías: bijouterie, cajas decoradas, perfumeros con popurrí y tejidos. La coordinadora, Violeta Cruz, contó que quienes trabajan en la red también pertenecen a la fundación Suyana, que ayuda a mujeres y niños afectados por conflictos de violencia. Les dan apoyo y contención y les enseñan algunas manualidades que les sirven para vender, y como un pasatiempo que las distraiga de sus problemas.

"Viví momentos duros en mi adolescencia mientras estuve en pareja y embarazada. Luego logré separarme y volví a formar una pareja. Pero eso que viví nunca se va a borrar de mi mente", contó una de las mujeres que fabrican rosarios.

Violeta contó que hace poco tuvieron que cerrar la sede de la fundación porque se les venció el contrato de alquiler. Ahora están buscando otra casa para retomar las actividades y, esta vez, incluir el trabajo con discapacitados. "Mucha gente quedó a la deriva y ahora estoy usando mi casa, pero necesitamos un lugar más grande", explicó.