"Estaba en el piso, desesperado, me mordían la cara hasta que me levanté y logré escapar"

"Estaba en el piso, desesperado, me mordían la cara hasta que me levanté y logré escapar"

El bombero que vendía rifas y fue atacado por dos perros se recupera de las heridas y agradece el apoyo de sus compañeros de La Florida. Molina tiene cortes en el rostro, el brazo y la pierna. "El médico me decía que me quedara tranquilo, que ya estaba en el hospital"

EN EL CUARTEL. Roberto Molina en la puerta de los Bomberos Voluntarios de La Florida, rodeado por sus colegas Carlos Acosta (izquierda) y Luis Cáceres. LA GACETA / FOTO DE INES QUINTEROS ORIO EN EL CUARTEL. Roberto Molina en la puerta de los Bomberos Voluntarios de La Florida, rodeado por sus colegas Carlos Acosta (izquierda) y Luis Cáceres. LA GACETA / FOTO DE INES QUINTEROS ORIO
25 Noviembre 2012
Desesperación. En su recuerdo, nadie lo ayudaba. Era una presa de los perros pitbull que lo atacaban, y creyó que no iba a poder zafar. Así resumió Roberto Molina la difícil situación por la que pasó el viernes, cuando dos animales lo mordieron mientras ofrecía los bonos contribución de la Asociación de Bomberos Voluntarios de La Florida.

En la sede de la institución, ubicada en el barrio Quilmes de La Florida, el hombre de 47 años recibió a LA GACETA luego de que le dieran el alta, y relató cómo ocurrió el ataque, en Inca Garcilaso al 1.200 de esta ciudad.

"Me acerqué a una señora para ofrecerle los bonos y ella me contestó que no tenía plata. Entonces se me vinieron encima los perros, que estaban en la vereda", dijo Molina. Primero fue uno de los animales que lo tomó del brazo derecho. El bombero voluntario forcejeó y logró sostener al pitbull entre sus brazos, cuando el otro can se sumó al ataque y le mordió la cara.

"Tuve que soltarlo al primero y con las manos le abrí la boca al segundo, para que me soltara la cara. Estaba en el piso, desesperado, me mordían la cara, hasta que me levanté y logré escapar", siguió contando Molina.

No recuerda si saltó una reja o entró por la puerta. Sólo sabe que entró a una casa, que en una cama estaba un hombre durmiendo, que lo abrazó, y que luego se desmayó. "Por suerte reaccionó bien, porque podría haberme pegado con un palo", dijo el bombero. Lo que siguió se lo contaron. Su compañero, con el que vendía los bonos contribución, consiguió un taxi y lo llevó al Padilla.

Cuando se despertó, Molina levantó los brazos para seguir protegiéndose de los colmillos de los perros. "El médico me decía que me quedara tranquilo, que ya estaba en el hospital. Recién ahí empecé a darme cuenta de lo que había pasado", comentó.

Hacer la calle
Molina es bombero voluntario desde hace siete años. Su familia vive en el barrio Cruz Alta, Colombres. Desde hace un tiempo, él se queda a dormir en el cuartel. "Me permiten hacerlo y de paso cuido un poco aquí", dijo el hombre. 

Entre las múltiples actividades que tienen, deben salir a recorrer distintas zonas de la provincia para ofrecer los bonos contribución, que son la principal fuente de financiamiento.

"Es la primera vez que iba a ese barrio. A veces la gente te trata muy bien y colabora, pero en otras sufrimos el maltrato. Y mirá lo que me pasó ahora", se lamenta.

El hombre tiene la esperanza de que su caso sirva para que alguien ayude económica a la institución y no tengan que seguir saliendo a vender los bonos. "Nosotros vivimos de esto. Ojalá el gobernador (José Alperovich) o quien sea nos ayude", invocó.

Para Molina, los Bomberos Voluntarios de La Florida son su vida. Lo mismo sucede con Luis Cáceres, uno de los que fundó la organización hace 16 años, y con Carlos Acosta. Les tocó intervenir en accidentes de tránsito, en incendios en casas y galpones, y en inundaciones. Por la zona, el fuego en áreas forestales o plantaciones de caña son su principal enemigo, según ellos mismos lo definen.

En total son ocho los integrantes de esta "familia", y siempre hay por lo menos tres que están de guardia. Allí se recupera Molina, que aún se muestra temeroso por lo que pasó. "¿A vos te gustan los perros?", se le consultó. "Después de esto...", respondió, levantando el brazo. Aseguró que nunca antes tuvo malas experiencias con animales.

Cuando posaba para la foto en la puerta del cuartel, un perro chiquito se le acercó. "Mirá, si te siguen los perros a vos", bromeó un compañero. Molina sonrió, y volvió a repetir, como en casi toda la nota: "ojalá esto sirva para que alguien nos ayude".

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