El silencio no es salud, enferma

El silencio no es salud, enferma

Las denuncias refieren a la dictadura: hablan del sonido ecoico de las botas en las aulas; del abuso de autoridad; del ingreso al lugar de personal de civil y uniformado con armas desenfundadas; de allanamiento sin orden judicial, y de trabajo previo de inteligencia sobre jóvenes. Sin que deba mediar instrumento legal que los obligue, los responsables en cuestión -la interventora del IPLA, Clara Tapia, y el ministro de Seguridad Ciudadana, Mario López Herrera- deberían haber salido a hablar, a decir, a explicar, a argüir, a contar, a precisar, a detallar. Pero optaron por no hacer declaraciones. Alguien del IPLA dijo que una autoridad de Psicología llamó al ente para pedir que actúe; pero no dice quién: siembra la sospecha sobre muchos inocentes. La referencia a la dictadura no se agota en las denuncias de alumnos y de autoridades de la UNT. La decisión de López Herrera y de Tapia, de no hablar, recuerda una consigna de esa época: "el silencio es salud". En casi 30 años de democracia aún no se aprende que callarse resulta insano.

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