Selección gourmet

Córdoba amanece antes del canto del gallo. El ritmo de la ciudad no varía demasiado en cualquier día de la semana laboral. Falta poco para el viernes, menos de 24 horas. Entonces sí habrá ritmo de cuarteto, de finde adelantado cuya fiesta empezará en el "Mario Alberto Kempes" con la presencia de Argentina recibiendo a Paraguay, por una nueva fecha de las Eliminatorias para el Mundial de Brasil 2014.

El clima entra en ebullición a medida que las horas consumen el punto muerto de esta cuestión. El fervor, esa sensación latina envidiada en otras tierras, donde la pasión cruza la meta apenas con un aplauso, crece a partir de un canto, de un halago, de una caricia hacia Lionel Messi, "Pipita" Higuaín y todo aquel actor que comparte el cartel de la Selección.

La historia se repite en La Docta, como ocurrió otras tantas veces. El combinado nacional hará de las suyas, intentará sumar los tres puntos y calmar la ansiedad de un pueblo ansioso de conseguir, además de un buen show en la cancha, una mirada, un autógrafo, un algo de quienes les quitan el sueño cada vez que lo visitan. A decir verdad, el hincha común y corriente exige amablemente un mimo, una caricia a tanta devoción. Y la hospitalidad del aliento surge ya desde el momento en que Argentina pisa el aeropuerto internacional cordobés y empieza a moverse por las calles de la ciudad.

Hola, viejo amigo
"No son estrellas, loco, no", jura desde sus entrañas "Kelo" D'Amico, la única persona en este planeta que podrá confirmar que el equipo de Alejandro Sabella comió de su mano. No vale la pena llamarlo por su nombre real, por Miguel. "No me conoce nadie así. Decime 'Kelo'. Aunque eso vos ya lo sabés", ríe a la distancia con el cronista de LA GACETA, con quien cruzó palabras este pintoresco anfitrión durante la Copa América 2011, y quien servirá por cuarta vez al combinado criollo.

'Kelo' no oculta su tristeza por no ver a Carlos Tevez en el plantel, pero tampoco archiva su algarabía de estar cerca de la "Pulga", Mascherano, etcétera. "No sabés lo que son, unos tipazos, excelentes personas. Tranquilamente podrían ser estrellas, como lo dice su posición en el fútbol mundial", defiende el pequeño gigante a los cracks criollos de los malos pensamientos.

Cual dèja vù, el menú se repite en las exigencias del Departamento de Selecciones Nacionales. "Nada del otro mundo", afirma D'Amico. "Mucha variedad de verduras crudas y cocidas; pollo, pescado, lomo, pastas (caseras), vacío al horno. En síntesis, la carta es de comidas comunes con buena nutrición", describe.

Falta el asado. "Y, no sé. Si me piden que lo haga yo, lo hago, no tengo drama. Pero todavía no me dijeron nada. Veré si después del partido contra los paraguayos los sorprendo, si se puede", se ilusiona el amigo, quien recibió tiempo atrás una camiseta oficial firmada por todos los jugadores.

"La ligó mi hijo Juan, de 11 años. Si tengo la suerte de que me den otra, esa va para Benjamín (9); es fanático del fútbol", dice. Desfachatado y comprador, "Kelo" juega en primera, y lo disfruta. Es uno de los pocos hinchas que podrá romper la barrera de seguridad del hotel en el complejo donde se alojará la delegación argentina.

Nada de rock star
La lista de notables que compone la Selección invita a redactar una larga lista de exigencias a cumplir por parte de los hoteles donde se realiza la concentración. Nada de eso. Salvo pequeños detalles, como cerrar el piso completo (por seguridad), después, el resto más bien son imposiciones al grupo. Por ejemplo: - Llamadas telefónicas. Están prohibidas las 'entrantes' no así las salientes, inclusive internacionales. Por emergencias, se transfieren al profesor Pablo Blanco. - Zona húmeda. Sauna seco/vapor y pileta/jacuzzi de agua fría (6º a 10º C). - Gimnasio. Nada extravagante.

- Internet. Wi-fi en los cuartos.

- Mini bar. Dos botellas de agua y frutas de estación por persona.

"Ves, lo dije. Son estrellas con los pies en la tierra", ratifica "Kelo".