Tucumanos por el país

Tucumanos por el país

08 Julio 2012
- En Rosario.- José Fernández Alonso (foto) tiene 32 años. Se mudó a Rosario en 1998, adonde cursó la carrera de Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). "El traslado no fue traumático, ya que me adapté rápido a la ciudad. Después de obtener la licenciatura, decidí quedarme para continuar un doctorado. De momento, la opción de volver a Tucumán resulta lejana ya que encontré inserción laboral. Pero por sobre todas las cosas, encontré el amor y el proyecto de formar una familia. Con todo, no dejo de extrañar a Tucumán, a la familia, a los amigos -y mucho- los sandwich de milanesa", contó.

- En Baires.- Lucas Spelzini (foto), de 33 años, partió a Buenos Aires en marzo de 2002. "Me había recibido de comunicador social y viajé para conseguir trabajo. No fue fácil, así que decidí hacer una maestría en Psicología Organizacional y Empresarial. Con el paso del tiempo conseguí varios empleos en el área de recursos humanos. Actualmente trabajo en una empresa en un proyecto para España", contó el joven, que vive en Belgrano. "Al principio, Buenos Aires te deslumbra con tantas cosas por hacer y conocer. Pero con el paso del tiempo, ese encanto se va perdiendo y te vas transformando en un porteño más. El ritmo de vida acelerado te va contagiando y terminás viviendo a las apuradas, corriendo de aquí para allá, malhumorado, frío. Hago un esfuerzo enorme por no perder mi esencia tucumana", cuenta Lucas, y confiesa que nunca perdió la tonada. "De Tucumán extraño el verde, la tranquilidad, la siesta, las empanadas, el locro, las tortillas, los sándwich de milanesa, los asados. Buenos Aires me mata. Volvería a vivir a mi provincia, pero no en un futuro cercano", concluyó.

- En Jujuy.- Sergio Ayusa, de 29 años, vive desde hace dos meses en un pueblo de Jujuy ubicado a 300 kilómetros de la capital. Es ingeniero industrial y, aunque tenía trabajo en Tucumán, dejó todo en busca de ganar experiencia en el área de la minería. Ahora vive en medio de la montaña, alejado de todo. Está feliz. "Esto me conviene económicamente y estoy seguro que me abrirá muchas puertas", dice.

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