Entre renuncias, ganas de irse y falta de interlocutores

Entre renuncias, ganas de irse y falta de interlocutores

14 Junio 2012

Walter Schmidt - DPA

BUENOS AIRES.- Lejos de tratarse de un signo de fortaleza y de renovación, Cristina Fernández decidió hace tiempo refugiarse en los inexpertos jóvenes de "La Cámpora" como único sostén. Mientras, el resto de los miembros del Gabinete nacional comenzó a manifestar sus diferencias a través de renuncias, no aceptadas, e intentos de dejar el elenco ministerial.

El ministro de Economía, Hernán Lorenzino, desplazado en los hechos del cargo por Axel Kicillof, presentó dos veces la renuncia a su cargo, entendiendo que era evidente que la Presidenta no lo tenía en cuenta, al menos, como responsable de área económica. Un ejemplo: debió ser Lorenzino -más allá de su viaje a los Estados Unidos- y no Kicillof quien el martes presentara la línea de créditos para viviendas. "De acá no se va nadie", fue la respuesta que Lorenzino recibió. No de Cristina Fernández, sino de su lugarteniente, Carlos Zanini. Está claro que el ministro de Economía continúa en su cargo, pero desgastándose como funcionario.

La situación del ministro de Planificación, Julio de Vido, es vox populi. Cansado por ocho años de intensa gestión y con ganas de cuidar más su salud que las espaldas de la mandataria, varias veces le planteó a la Presidenta la idea de dejar la función pública. Siempre recibió una negativa del otro lado. A modo de "resarcimiento" por esa negativa, le propusieron quitarle mochilas a la gestión en Planificación, como al traspaso de Transporte al ámbito del Ministerio del Interior.

Sin embargo, más allá de las diferencias con la situación de Lorenzino, De Vido termina desdibujado. El gestor, nuevamente es Kicillof.

Para colmo de males, con el opacamiento de la función de De Vido se apaga un interlocutor del Gobierno para otros sectores. Sin ir más lejos, detrás de las cortinas, De Vido funcionaba como un nexo de la Casa Rosada con el sindicalismo y con el gobierno de la Ciudad. Esos sectores ya no hablan prácticamente con nadie del Poder Ejecutivo.

Lo que era una avenida de doble mano no sólo se transformó en una calle, sino que está pronto a convertirse en un callejón sin salida. Por lo bajo, en el amplio espectro del oficialismo comienzan a observar la necesidad de tomar decisiones por parte de la Presidenta. Esto es, un cambio de Gabinete, que categorice el elenco ministerial. No en vano, muchos funcionarios y legisladores comenzaron a tomar contactos con ex integrantes del Gobierno -Alberto Fernández, Roberto Lavagna- preocupados por un escenario sin cambio alguno.

En esa lista también se anotó Daniel Scioli, quien se reunió el martes con Lavagna, el mentor del programa económico de Eduardo Duhalde y de la primera etapa de Néstor Kirchner. Con Alberto Fernández, Scioli mantiene una larga relación.

Pero lo más claro es que el gobernador bonaerense ya no oculta sus mensajes a la Casa Rosada. No obstante, eso lo ubica en una situación determinante para los próximos meses, porque ya mostró sus cartas y deberá apostar.

A modo de recuerdo, a principio de año desde el kirchnerismo embistió, a pedido de Cristina, contra la terna Scioli, Hugo Moyano y Mauricio Macri. Por lo que sólo había que esperar hasta que estos dirigentes mantuvieron contactos en público.

En el caso de Moyano, eso pasó el domingo pasado, con la excusa de un partido de fútbol. Hay quienes sostienen que el próximo partido del equipo de Scioli sería contra el de Macri, el mes próximo.

Al margen de las especulaciones, Scioli y Moyano estarían dispuestos a converger en un mismo espacio. Quizás también Lavagna y Alberto Fernández. ¿En una misma lista para las legislativas de 2013? Por qué no. (DyN)

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