Historias de amor y cemento

Historias de amor y cemento

El hincha "ciruja" dio muestra de su pasión por la camiseta "albirroja"

Historias de amor y cemento
26 Marzo 2012
OLAVARRIA, Buenos Aires (Marcelo Androetto, especial para LA GACETA).- Hay historias de amor que saltan a la vista y otras que subyacen, escondidas. Pero la pasión que despierta el ¨santo¨ de La Ciudadela atraviesa unas y otras. Ezequiel viste una musculosa albirroja y viaja a los arrumacos con su novia, Natalia. Ambos dejaron atrás unos 1.400 kilómetros, la distancia entre San Miguel de Tucumán y Olavarría. Ninguna luna de miel: los mueve el deseo de ver en vivo a San Martín en su visita a Racing Athletic Club. ¨Más este partido, que no se televisa en nuestra tierra¨, justifica Ezequiel su travesía.

Un asiento más allá, Silvana escucha la historia ajena y cuenta la propia. También San Martín la convoca en Olavarría, pero por motivos indirectos: va a encontrarse con su esposo, que es miembro de la barra del ¨ciruja¨ y viaja en micro desde Tucumán. Ella vive en Buenos Aires y espera con ansiedad el encuentro con su Romeo, que se dará sobre los escalones de cemento del estadio ¨José Buglione Martinese¨. No habrá mucho tiempo para más, después del partido cada uno emprenderá la vuelta hacia su lugar de residencia. ¨Yo soy de Boca, pero quiero estar con él un rato", explica esta moderna Julieta.

Amor es lo que sobra: también lo experimenta Marcelo, un tucumano transplantado hace tres décadas a la zona de Ezeiza, que viaja en soledad para ver al ¨santo¨ enfundado en la camiseta del Centenario. ¨No me lo quería perder por nada del mundo. El lunes viajaré a Pergamino¨, avisa. Ezequiel, de 22 años, no tiene ni idea que la cancha que visitará con su novia quedó inscripta en la historia del fútbol argentino. Allí, a principios de los 80, el modesto Loma Negra sorprendió a propios y extraños.

El dinero de Amalia Lacroze Fortabat hizo milagros y algunos varios buenos jugadores -Mario Husillos, Félix Orte, Carlos Squeo, Osvaldo Rinaldi-, entre otros-, desembarcaron en el corazón de la patria cementera y realizaron un par de campañas notables en el viejo torneo Nacional. Le ganaron a Ferro y empataron con River. Y también vencieron a San Martín, en La Ciudadela. Pero el mayor impacto lo dieron el 17 de abril de 1982, cuando Amalita se dio el gusto de traer a Olavarría a la selección de la Unión Soviética, con Oleg Blojin y demás estrellas. El triunfo de Loma Negra por 1-0 (gol de Husillos) cortó un invicto soviético de 18 partidos y dio la vuelta al mundo. Y suscitó una fiesta sin igual en la ciudad bonaerense, acicateada por el fervor nacionalista de aquellos días de guerra en Malvinas. Pronto todo cambió. El chorro de dinero de la cementera Loma Negra se cortó y el equipo celeste desde hace tiempo languidece en la liga local. Con todo, cualquier habitante de estas tierras que peine canas y se precie de tal afirma haber estado ese día allí, en el estadio ¨José Buglione Martinese¨, casi como si se hubiera tratado del partido debut de Diego Maradona y sus cientos de miles de supuestos asistentes.

Nunca más Olavarría vivió un jolgorio deportivo como aquel. De hecho, en la soleada siesta dominguera, los olavarrienses se sacudieron la modorra con los bocinazos de una caravana y se sorprendieron. No era un casamiento ni una despedida de solteros, pero sí una historia de amor albirroja en la patria cementera.

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