El rostro detrás de la máscara

El rostro detrás de la máscara

UN DIOS SALVAJE | Drama, PM13, 80'
BUENA

El rostro detrás de la máscara
26 Marzo 2012

Un chico es atacado por un compañero de escuela. Los padres del agresor y los del agredido se reúnen en un coqueto departamento de Nueva York para tratar de darle una solución civilizada al conflicto. La reunión, que comienza en muy buenos términos, termina en una desagradable y violenta pelea.

Este tipo de películas siempre han planteado la duda sobre el sentido que tiene hacer teatro filmado. La primera respuesta que surge es que todo está bien si se trata de buen teatro correctamente filmado. En este caso, el material es de primera: una obra de Yasmina Reza (también autora de la excelente "Art"), la dirección cinematográfica de Roman Polanski, y un elenco actoral con muy buenos antecedentes. Sin embargo, el resultado no termina de redondear una propuesta sobresaliente. Es innegable que el veterano realizador polaco conoce como pocos los secretos de la narración cinematográfica y de la creación de climas en la pantalla. Pero en esta oportunidad no alcanza las alturas de algunas de sus grandes obras (entre otras, "El cuchillo bajo el agua", la aterradora "El bebé de Rosemary", la divertidísima "La danza de los vampiros", la angustiante "El pianista"). 

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La película está correctamente planteada: el sostenido crescendo de violencia que se desata puertas adentro de un departamento neoyorquino deteriora a medida que transcurren los minutos la relación entre los cuatro protagonistas, a partir de la reunión que celebran para zanjar civilizadamente la situación planteada como consecuencia de la agresión sufrida por el hijo de una de las parejas a manos del hijo de la otra. Pero hay notas falsas en ese desarrollo, porque a pesar de los esfuerzos de los actores (quienes a menudo caen en la sobreactuación), la disección de las parejas y las eventuales alianzas y ofensivas que se declaran entre los personajes no alcanza el tamaño dramático indispensable para terminar de convencer al espectador. Con todo, hay momentos interesantes: son aquellos en los que el conflicto parece encarrilarse, hasta que a alguno de los protagonistas se le ocurre pronunciar la frase que los pone nuevamente en guardia y que vuelve a desenmascarar los verdaderos sentimientos de cada uno con respecto a los demás, a pesar de que todos pretenden mantenerlos celosamente escondidos debajo de un barniz de maneras civilizadas y corrección política.


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