Docentes abrazaron la plaza con su reclamo

Docentes abrazaron la plaza con su reclamo

Una multitud de educadores salió a la calle para reclamar por mejores salarios y para repudiar las críticas de la Presidenta hacia el sector. Con consignas locales, maestros y profesores (independientes y afiliados gremiales) se sumaron a las medidas de alcance nacional.

ELOCUENTE. La indignación de maestros y profesores tucumanos quedó expuesta con la marcha de ayer a la plaza Independencia: repartieron severas críticas a los Gobiernos nacional y provincial. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI ELOCUENTE. La indignación de maestros y profesores tucumanos quedó expuesta con la marcha de ayer a la plaza Independencia: repartieron severas críticas a los Gobiernos nacional y provincial. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI
"Cuando escuché las palabras de la señora Presidenta me dolió el alma. Si hubiera tenido maestras como las mías, no pensaría así. Es una vergüenza". De espaldas a la Casa de Gobierno, Lisandro (11 años) se animó a agarrar el micrófono para defender a su mamá, Carolina, y a sus "seños". Emocionado, el niño cerró el acto que miles de docentes protagonizaron ayer en la plaza Independencia.

La protesta fue la réplica local al paro convocado en todo el país por las centrales docentes nacionales. Sin embargo, tuvo consignas propias porque los educadores tucumanos rechazaron el acuerdo salarial que el Frente de Gremios Estatales acordó con el Gobierno. Además, repudiaron las palabras de la Presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, que funcionaron como nafta sobre el enojo. La jefa de Estado había manifestado que los docentes trabajan cuatro horas y que tienen tres meses de vacaciones.

La bronca congregó una multitud de uniformes y guardapolvos que abrazaron la plaza Independencia, pasadas las 10. En grupos o solos, los manifestantes arribaron de a poco desde diversos puntos y fueron alimentando el heterogéneo grupo integrado por miembros de gremios disidentes, sectores autoconvocados de sindicatos y profesores que fueron con sus familias.

Tras dar varias vueltas al paseo público, la columna se detuvo para improvisar un acto. Como al inicio de una clase, tomaron asistencia. Dijeron presente Sadop (privados), UDT, Adiunt (universitarios) y los autoconvocados de ATEP (primarios), AMET (técnicos) y APEM (medios). Mientras que los ausentes fueron -según los alaridos- para el gobernador, José Alperovich, y para la ministra de Educación, Silvia Rojkés de Temkin.

"¿Están de acuerdo con lo que dijo la Presidenta?", preguntó una maestra por megáfono. El "no" y la silbatina fueron ensordecedores. La misma respuesta brindó el gentío cuándo les preguntó si trabajaban sólo cuatro horas y tenían largas vacaciones. Tomados de las manos, los asistentes entonaron el Himno Nacional. Luego, representantes de los sectores que participaron expresaron sus posturas particulares. En general, coincidieron en la importancia de que la docencia se exprese y en la necesidad de reabrir las paritarias.

La medida duró cerca de dos horas. Cuando la mayoría de los docentes se dispersó, parte de la columna de UDT marchó hacia la sede de ATEP, en San Lorenzo al 400. Allí, pintaron consignas en la calle en contra de sus dirigentes.

"Cuando 30 o más niñitos dependen de vos, no cumplís un horario de cuatro horas. Eso sólo lo puede decir quien no asistió a la escuela o no tiene ni idea de qué se trata la educación". La contundente opinión de Ana María está avalada por 34 años de manos ajadas por el polvo de las tizas. Parada en una de las veredas de la plaza, aplaudió con entusiasmo la manifestación hasta que le dolieron las palmas. La maestra jubilada dio clases en escuelas de las afueras de Alberdi, de Famaillá y del Gran San Miguel de Tucumán y se mostró preocupada. "Cada vez me apena más la realidad de la educación. Es mucho discurso precioso nada más, pero conozco niños de las periferias que no van a la escuela. Tengo la suerte de conocer todos los ambientes, y los niños son adorables en todos. Pero muchas veces el sistema no ayuda a tratarlos como corresponde", lamentó. De inmediato, la mujer de 66 años clamó por una mayor inversión en el área.

A Osvaldo y Lorena, de 32 y 30 años respectivamente, no sólo los une el amor por la docencia, sino también una pequeña hija. Empujando el cochecito en el que iba la nena, ambos participaron de la marcha. "Nos parece una burla el aumento que nos quieren dar. No se puede vivir con eso. Un legislador se duplica el sueldo; ¿ y nosotros?", disparó él., indignado. Afirmó que las horas que da clases durante la mañana, la tarde y la noche (tiene tres empleos) suman más de las cuatro que mencionó Fernández de Kirchner. "La Presidenta me parecía inteligente. Pero me doy cuenta de que no es así. No puede decir algo que no es real", consideró. Lorena, en tanto, aseveró que todos los días deben llevar material para corregir en sus casas, donde también preparan sus clases: "nuestra tarea nunca termina en el aula. Es injusto lo que se dice". Aída, 44 años, asistió con sus compañeros de un colegio privado de Tafí Viejo. La docente fue clara al manifestar que reconoce que la situación de los trabajadores mejoró como nunca antes durante los últimos años. Sin embargo, consideró que "hay cosas que no están bien". En esa lista de asuntos para ajustar inscribió a los salarios y a algunas políticas educativas: "el acuerdo salarial es vergonzoso. Además, el facilismo que se les da a los chicos no es la forma correcta de educar, hay que volver a exigir". La profesora de inglés, que lleva 20 años en ejercicio, le habló a la Presidenta. "En mi casa me dicen que tengo más reuniones (por la escuela) que usted, la Presidenta. Infórmese antes de hablar. Trabajamos con personas y no con una a la vez, sino con grados superpoblados. Formamos ciudadanos y eso lleva tiempo", refutó.

Para llegar a la escuela en la que enseña, en ómnibus, Damián demora cuatro horas sólo en ir y volver. El profesor de Música de 31 años trabaja en Burruyacu y estuvo en la marcha para expresar su enojo: "ninguno de nosotros trabaja cuatro horas, eso está claro. La Presidenta está errada".

Lisandro, el niño que enmudeció a todos con sus palabras y que robó el protagonismo a los gremialistas, siguió con atención la marcha y los discursos. Luego, se abrazó con su mamá. "Estoy orgullosa del hijo que estoy formando", cerró ella con la voz quebrada.

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