Peligra la capilla de Villa Chicligasta

Peligra la capilla de Villa Chicligasta

02 Enero 2012
Alguien podría preguntarse cómo pudieron llegar hasta nuestros días testimonios tan antiguos de la historia universal, como las pirámides de Egipto o las que erigieron los mayas y los aztecas en México. Catedrales, iglesias, puentes, palacios como el Taj Mahal, viaductos romanos, el Coliseo, la Muralla China, el Machu Picchu o el Partenón, por dar apenas unos pocos ejemplos, sobrevivieron afortunadamente al paso del tiempo, porque el hombre, en mayor o menor medida, se ocupó de preservarlos. Son, al mismo tiempo, no sólo el orgullo de los países donde están emplazados, sino también de la civilización. Aunque parezca obvia la importancia de preservar estas joyas para las futuras generaciones, existen, sin embargo, sociedades que inexplicablemente abandonan a la mala suerte su patrimonio o lo mutilan impiadosamente.

Hace pocos días, dedicamos un amplio espacio a la capilla Nuestra Señora de la Candelaria, de Villa Chicligasta, cuyo campanario corre el riesgo de caerse. Una profunda grieta de alrededor de tres metros se extiende desde la mitad de la torre hasta la cúspide. El templo se agrietó como consecuencia de un fuerte temblor ocurrido en 2005. "Todos estamos muy afligidos porque nuestra iglesia está cada vez peor. El campanario se va a caer en cualquier momento. Hicimos reclamos ante la Provincia para que vengan a arreglarla, pero desde hace años no se hizo nada", le dijo a nuestro diario una vecina.

La capilla, que data de 1797 de acuerdo con la fecha tallada en la puerta principal, fue declarada monumento histórico nacional en 1943. El comisionado rural dijo que está a la vista el daño en la torre y agregó que el techo es otro de los sectores afectados. "Hablé con los técnicos de Patrimonio y se comprometieron a venir a estudiar el problema para darle una solución. Es lamentable que al edificio se lo haya descuidado tanto. No podemos tocar nada sin la intervención de los técnicos de la Provincia", afirmó el funcionario.

Pero no sólo la capilla está abandonada, sino también el pueblo que tiene 3.081 habitantes, de los cuales más de 1.700 son niños. Por falta de trabajo, hay un éxodo constante de adultos. Pareciera inconcebible que en el siglo XXI haya poblados tucumanos que padezcan mal de chagas y enfermedades producidas por el hidroarsenicismo. El CAPS cuenta con un médico que asiste sólo tres veces a la semana y atiende de 8 a 13 y la ambulancia sólo puede ir hasta Concepción o Simoca. El peligro de que los desbordes del río Gastona los inunden nuevamente desvela a los pobladores. "Al río hay que drenarlo porque el cauce tiene un piso elevado. Antes, las barrancas del Gastona tenían unos cuatro metros de altura, ahora apenas uno. Estamos muy cerca de El Frontal y parece que el agua se nos viene encima. También hay que construir defensas", aseguró un vecino.

La capilla de Nuestra Señora de la Candelaria es uno de los edificios religiosos más antiguos del noroeste argentino. Ya en 2006 alertamos sobre su deterioro, no obstante, la clase dirigente pareciera no haberse enterado o está esperando desde hace seis años que la Nación se haga cargo de una restauración que nunca llega.

Mientras tanto, este valioso patrimonio que cualquier provincia o país se disputaría por tener y que seguramente sería una atracción turística, corre el riesgo de derrumbarse.

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