El padrino, otra vez

El padrino, otra vez

La versión digital del clásico de Francis Ford Coppola puede disfrutarse en el cine.

UN VERDADERO ICONO. Marlon Brando construyó un personaje de leyenda en la piel del mafioso Vito Corleone. UN VERDADERO ICONO. Marlon Brando construyó un personaje de leyenda en la piel del mafioso Vito Corleone.
03 Diciembre 2011
Hace casi 40 años, fuimos al cine a ver "una de gángsters", y nos encontramos con una película destinada a entrar en la historia del séptimo arte. El estreno de "El padrino" marcó a una generación de espectadores que, con el paso del los años, aprendimos a degustarla con mayor placer, como los chicos que disfrutan cada vez que les cuentan el cuento que ya conocen.

La película de Francis Ford Coppola llegó para instalar una formidable serie de hitos en la pantalla: la incomparable personificación de Marlon Brando, desde entonces y para siempre el único e insustituible Vito Corleone; la música de Nino Rota, identificada definitivamente con la figura del capomafia; algunas frases, como "le haré una oferta que no podrá rechazar" o "no es nada personal, son negocios", que quedaron para siempre en las antologías del cine; escenas inolvidables, como la larga secuencia de la boda de la hija de Corleone que abre el filme, la escalofriante escena de las sábanas ensangrentadas del director de cine, la infernal balacera contra Sonny, el operístico ajuste de cuentas del final antes del bucólico cierre con don Vito y su nieto en la huerta familiar. Y la estremecedora imagen del nuevo "Don" antes de los títulos.

"El padrino" se convirtió a lo largo de los años en un clásico imprescindible. Se emitió en incontables oportunidades por las señales de cable de la televisión; confieso que cada vez que, haciendo "zapping", paso por un canal que la está transmitiendo, me quedo a verla hasta el final, hechizado por la potencia de la trama y por la precisión del relato.

Brando inventó todo para convertirse en Corleone: desde los carrillos inflados hasta la voz raspada. Al Pacino les demostró a todos los que habían dudado de su capacidad para interpretar a Michael que estaban profundamente equivocados. John Cazale comenzó a trazar el destino trágico de Fredo y James Caan se convirtió en Sonny hasta que se cruzó en su camino ese puesto de peaje. Y Robert Duvall. Y Diane Keaton. Y Talia Shire.

El estreno de "El padrino" nos produjo una profunda impresión. Es de suponer que algo parecido les habrá pasado a quienes, en 1941, fueron a ver "El ciudadano" y se encontraron con la obra maestra de Orson Welles. Es por eso que, quienes no la vieron en los cines, tienen ahora una oportunidad preciosa para vivir esta singular experiencia; y, quienes ya lo hicimos hace cuatro décadas, tenemos la ocasión de volver a disfrutar de las casi tres horas de narración densa y atrapadora, en pantalla grande y en la oscuridad y el silencio de la sala (si están apagados los inevitables celulares). En homenaje al cine.

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