Un día de campo con serenidad monástica

Un día de campo con serenidad monástica

El predio "Rincón del Monasterio", ubicado en El Siambón, ofrece a las familias el lugar ideal para dejar atrás el estrés y disfrutar de una jornada atravesada por la naturaleza. Juegos y asados entre los pinos. Video

PASEO REFRESCANTE. En el río, algunos construyen piletas para bañarse.  LA GACETA / JULIO MARENGO PASEO REFRESCANTE. En el río, algunos construyen piletas para bañarse. LA GACETA / JULIO MARENGO
21 Enero 2011
Llegan las visitas y una brisa de eucaliptos les da la bienvenida. Se han recorrido nada más que 63 km de la capital tucumana y el clima, el viento y la música de los pájaros hablan de otro mundo, uno que se esconde entre las sombras de pinos, cedros y árboles frutales.

Una alfombra verde tapiza las lomadas del camping "Rincón del Monasterio", emplazado en los campos del monasterio benedictino Cristo Rey, en El Siambón y, camuflados entre la arboleda, los quinchos y asadores esperan con paciencia de monje a las familias y grupos de amigos que van a pasar el día abrazados por la naturaleza.

El otoño se ha enamorado de este lugar: a lo largo y a lo ancho del predio la hojarasca se enreda entre el césped y dan ganas de recorrer de punta a punta este bosque y dejarse llevar por su sintonía espiritual. A la noche, la luna se cuela entre los árboles eternos y el encanto se escribe en mayúsculas.

"El clima es hermoso, durante el día hace un poco menos de calor que en la ciudad y cuando cae el sol, casi siempre es necesario ponerse algún abrigo, aunque sea livianito", explica Patricia Roldán, la encargada del camping y también responsable del comedor. "La idea es que la gente venga y elija: si quiere, puede traer para hacer un asado y si no, en el comedor servimos empanadas, tamales, humitas, milanesas y pastas caseras", ofrece la encargada.

En "Rincón del Monasterio" se mantiene un ambiente más bien familiar, aunque también están abiertas las puertas a los grupos de amigos que suelen, por ejemplo, festejar cumpleaños u otras celebraciones. "Lo único que pedimos es que el volumen de la música no sea excesivo, porque arriba está el monasterio. De ahí, pueden estar tranquilos, guitarrear y reunirse, pero siempre con respeto a las familias que puedan estar pasando el día", dice Patricia.

El camping cuenta además con una pequeña cancha de fútbol y otra de volley, los atractivos principales durante el fin de semana. "Tenemos también algunas reposeras para tomar sol, pero son pocas, así que el que llega primero gana", se ríe la encargada, al tiempo que aconseja, si es posible, llevar la propia reposera.

Los fines de semana, los que conocen el camping saben que tienen que llegar temprano. Alrededor de las 10, los mates empiezan a ponerse en funcionamiento. Un poco más tarde, llega la hora de las parrillas y el olor a asado se apodera del bosque. Consejo: llegar temprano.

Para refrescarse

El día de campo perfecto no es completo sin algo de agua, y mucho menos en Tucumán. A unos 200 metros del camping, el río El Siambón refresca las tardes de los visitantes, quienes apalean la escasez de agua armando piletas de piedra y dándose unos chapuzones.

"Por la tarde, la gente se baña en el río y arma piletones a lo largo de todo el curso. Como son habitués de la zona, el fin de semana siguiente vuelven y sus piletitas siguen ahí, tal cual las dejaron", relata Patricia.

Las carpas también son bien recibidas en el camping. El pasto acolchonado y las generosas sombras lo hacen perfecto para instalarse una o más noches. En este caso, si se llevan alimentos perecederos se los puede dejar en las heladeras del comedor. Allí también se consiguen bebidas frescas y servicio de cafetería.

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