Lula afirma que dejará a Rousseff un país próspero

Lula afirma que dejará a Rousseff un país próspero

El 1 de enero Brasil tendrá nuevo presidente.

04 Diciembre 2010
RIO DE JANEIRO.- A semanas del final de su mandato, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, vaticinó que el "momento mágico" de prosperidad del país se mantendrá durante el Gobierno de su sucesora, Dilma Rousseff, aunque parecía menos esperanzado sobre futuras reformas en la economía.

Lula, que por momentos se mostró filosófico, a la defensiva y que hasta hizo bromas, dijo que las grandes inversiones en infraestructura, como vías férreas y equipamiento para la producción de petróleo, eran la mejor garantía de que el crecimiento se mantendrá después de que Rousseff lo reemplace el 1 de enero de 2011.

"Este momento mágico que está viviendo Brasil no es sólo algo pasajero", afirmó Lula, de 65 años, ante un grupo de corresponsales extranjeros en Río de Janeiro. "No resolvimos todos los problemas de Brasil, pero dimos pasos extraordinarios", agregó.

El ex líder del sindicato de los trabajadores metalúrgicos consiguió el estatus de héroe tanto en casa como en Wall Street por una administración económica estable y programas sociales que han sacado a 20 millones de brasileños, o más de un 10% de la población, de la pobreza extrema desde que asumió el primero de sus dos mandatos, en 2003.

Brasil, que anteriormente era conocido por convivir con la crisis y la hiperinflación, es ahora uno de los pocos puntos económicos brillantes en el mundo junto con otros mercados emergentes, como China y la India, y se prevé que este año su economía crecerá más del 7%.

Sin embargo, Lula habló con cautela sobre un tema que muchos inversores consideran una precondición para el crecimiento continuo y robusto: si Rousseff será o no capaz de aprobar reformas impositivas, laborales y fiscales para reducir los aún altos costos de negocios de Brasil.

"A mucha gente le gusta hablar sobre reformas, porque es chic. Pero en la práctica, es difícil", remarcó Lula, al reconocer su propio fracaso a la hora de impulsar esa reformas en el Congreso, pese a los índices de aprobación de casi el 80% de la gente, y de contar, al menos en el papel, con una clara mayoría legislativa. (DPA)

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