Un panteón incómodo

Un panteón incómodo

Por Federico Lorenz -Para LA GACETA - BUENOS AIRES

28 Marzo 2010
Como sembrados por gigantes, en cada rincón de la república Argentina hay monumentos a los caídos en Malvinas. Imponentes o discretos, religiosos o laicos, en la Patagonia, en el Norte, en la Mesopotamia, asoman como reconvenciones para recordarnos a quienes murieron a manos de los británicos, en una guerra provocada por la dictadura militar más sangrienta de nuestra historia.
En este año del Bicentenario, deberíamos pensar que la guerra de Malvinas y la dictadura cuestionan el imaginario patriótico en el que nos educamos millares de argentinos. Para combatientes y civiles, tanto la guerra contra Gran Bretaña como la represión ilegal fueron ejecutadas en defensa de estos valores. Ver qué significan, qué se está dispuesto a hacer en nombre de ellos, es aún una discusión no saldada, que muchos zanjan mediante la reducción a la "experiencia" o amparándose en el territorio intangible de lo sagrado.
La principal forma de recordar a los ex combatientes en un relato colectivo fue el de inscribirlo en el discurso patriótico construido desde finales del siglo XIX. En ese sentido, aunque con objetivos distintos, confluyeron las iniciativas de los gobiernos militares y civiles desde 1982. La Ley 24.950 declara a los 649 caídos en Malvinas como Héroes nacionales. ¿Qué es lo que otorga el título de héroe?: haber muerto en la guerra, porque la muerte iguala. La ley deja afuera, sólo por señalar un simple elemento, a quienes murieron después de la guerra, víctimas de sus secuelas físicas, o psicológicas, como es el caso de las decenas de ex combatientes que se suicidaron.
Alrededor del 80% de los combatientes en Malvinas eran jóvenes conscriptos con una historia claramente diferente a la de los militares de carrera, muchos de ellos involucrados en la represión ilegal. Pero la Ley contribuye a una generalización que borra los nexos de muchos de los muertos en la guerra -y, por extensión, de los vivos- con la represión ilegal. El general Martín Balza, veterano de Malvinas y figura central en la profesionalización del Ejército Argentino y su autocrítica en la década del 90, señala esta dualidad: "La prensa en general se ocupó sobradamente de Galtieri y de algunos de sus adláteres, pero demasiado poco de cómo lucharon y murieron nuestros soldados, mientras que los primeros se guiaban por unas ansias de gloria mal habida y llegaron a traicionar a la República disfrazados de honor y patriotismo, los segundos actuaron guiados por un sano sentimiento de Patria".1
Las memorias de la guerra de Malvinas presentan para los argentinos una perturbadora dualidad: aquella consistente en que un anhelo compartido por buena parte del pueblo argentino fue conducido por un gobierno ilegítimo, perpetrador de violaciones sistemáticas a los derechos humanos cuyo juzgamiento sentó jurisprudencia a nivel mundial.
Si el acervo histórico del siglo XIX y las guerras por la independencia ofreció mártires y héroes para canonizar, la apelación a estos recursos, en la posdictadura, no debería ser posible. A causa de los intentos por lavar los crímenes cometidos durante la represión ilegal con algunos de los hechos protagonizados en las islas, la guerra de Malvinas, en consecuencia, también está manchada por esa historia.
© LA GACETA

Federico Lorenz - Historiador.
Autor de "Malvinas. Una guerra
argentina" (2009), "Fantasmas de
Malvinas" (2008) y "Las guerras
por Malvinas" (2006).

Nota:
1.- Martín Balza, Malvinas. Gesta e incompetencia, Buenos Aires, Atlántida, 2003, p. 8.


Tamaño texto
Comentarios
Comentarios