Por tercera vez, halló un bebé abandonado en la Terminal

Un llanto agudo y desconsolado de bebé le partía el alma. ¿Estaría enfermo? ¿Le pasaría algo?, se preguntaba mientras repasaba con fuerzas la mesada de uno de los baños de la Estación Central de ómnibus. Mirta Frías trabaja allí desde hace 14 años.
"¿Por qué tarda tanto esa mamá en cambiarle los pañales?", se decía a sí misma, impaciente. A los cinco minutos -que parecieron eternos- una de las puertas se abrió y salió una señora con una niña de la mano. Desconcertada, Mirta corrió a golpear la puerta de cada box.
Los gritos se escuchaban cada vez más cerca. Todos estaban vacíos. Hasta que en el cuarto, sobre el piso, al lado del inodoro, encontró a la criatura agitando sus manitos.
La levantó y la apretó contra su pecho. Era una niña que no tendría más de 15 días. "Al principio creí que era varón, porque tenía puesta una manta polar color celeste. Parecía sana, de no ser por un ojito inflamado y con lagañas", contó luego a LA GACETA Mirta, de 43 años.
De inmediato llamó a la seccional 11ª de la Policía provincial, cuyo personal trasladó a la pequeña a la Maternidad.
"Antes de que se la llevaran, le cambiamos los pañales, porque estaba muy sucia y le dimos un poco de leche", dijo la empleada, todavía emocionada por lo que le había sucedido. Añadió que cuando la bebé se calmó, le sacó una foto con su celular para tener un recuerdo.
"No sé cómo alguien pudo abandonar a una criatura de esa manera. Ni los animales tratan así a sus crías", expresó indignada, mientras miraba la imagen de la beba en su celular.

La historia se repite
Pronto la indignación se transforma en llanto. Es que esta no es la primera vez que le toca vivir una experiencia de esta naturaleza y ella siente que el destino volvió a elegirla para salvar a otro bebé. El 30 de julio de 1999 vivió una situación similar, que también fue registrada en las páginas de LA GACETA. "Ese día tres bebés habían sido abandonados. Eran dos varones y una nena. Yo encontré a la pequeña en este mismo baño y en las mismas circunstancias, cumpliendo mi trabajo, como ahora", evocó.
Mañana se cumplen 10 años desde que Mirta encontró a la primera bebé. "Lo recuerdo con mucha emoción, porque mi hija tenía un año. Levanté a la recién nacida y le di de mamar de mi pecho. Después se la llevaron a la Sala Cuna y luego el matrimonio que la adoptó la llevó a Salta", relató. "La chiquita ya tenía cuatro años cuando la adoptaron, y eso me dio mucha pena; nunca me imaginé que tardaría tanto tiempo conseguirle una familia. Hasta hoy mi hija me reclama por qué no la hicimos quedar nosotros. Yo le digo que hice lo correcto", añade con melancolía esta salvadora de bebés. Mirta vive en el barrio San Cayetano con sus hijos, Jonathan, de 19 años, que ya le dio una nieta, y Morena, sus padres y dos hermanas.
Aunque a Mirta no le gusta recordarla, vivió una segunda experiencia similar hace tres años. "Limpiando, encontré un bebé muerto en un tacho de la basura, cerca de la plataforma 19. Tenía unos siete meses de gestación y estaba envuelto en trapos llenos de sangre. Fue un horror. No entiendo que algunas mujeres puedan hacer eso con sus hijos. Nosotros fuimos 10 hermanos y mis padres nos hicieron valorar la vida desde el primer momento", se desahoga.
"Quizás ese sea el mensaje que me quiere dar Dios para que yo lo difunda", reflexiona mientras su familia la escucha con respeto y orgullo a la vez.