“Esta debacle no es el fin del capitalismo”

“Esta debacle no es el fin del capitalismo”

Claudio Loser dijo que ante el grado de emborrachamiento financiero que afecta a las economías, es posible que se incrementen las supervisiones. El ex director del FMI dijo a LA GACETA que espera que aquellos que fueron los causantes del problema absorban los costos.

Claudio Loser. Claudio Loser.
28 Septiembre 2008

Claudio Loser no cree que la profunda crisis que embarga a la economía mundial signifique el fin del capitalismo. Y que, ante el nuevo escenario, es necesario que países como Estados Unidos realicen una severa evaluación. “Lo que en la Argentina se llama autocrítica”, indica el ex director para el Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI). En una charla telefónica con LA GACETA desde Washington, Loser indicó que el Gobierno hizo en un buen momento el anuncio de renegociar la deuda en default, pero advirtió que las autoridades argentinas aún están ciegas a lo que está pasando con la economía.  

- ¿Qué lectura hace de la crisis financiera? ¿Es un problema del propio capitalismo?
-Pienso que esta es una crisis financiera muy seria, una de las más fuertes que han existido desde el período de posguerra, como ha dicho el mismo presidente de la Reserva Federal (FED), (Ben) Bernanke. Ahora, de allí a decir que esto es un socialismo de (George W.) Bush o el fin del capitalismo es una profunda exageración. Esta es una crisis que fue consecuencia de un desarrollo muy marcado del sector financiero, a partir de la creación de instrumentos que la gente no tenía una idea perfecta de sus consecuencias que podrían generar. En este sentido, debe haber una evaluación, lo que en la Argentina llamarían autocrítica. Evidentemente, ahora estamos en una situación en la que, debido a la magnitud de esta crisis, se perdió la confianza en el sistema y cómo funcionaba; hubo que realizar una intervención muy grande, porque es la única manera en que la estabilidad del sistema puede mantenerse. La extrema izquierda dice que esto muestra que el capitalismo no es estable; y desde la extrema derecha, dicen que se trata de una demostración de que hasta el presidente Bush es un socialista porque dispone la intervención estatal, en vez de dejar que el mercado opere. En esto, lo importante es una solución al problema, para que no haya una brusca caída en la actividad económica y, además, que aquellos que fueron los causantes no saquen provecho de esto. Debe haber un sistema de castigos y de recompensas. Lo que ha pasado es que los dueños y los gerentes de muchas de estas grandes empresas han perdido su trabajo. Algunos han recibido compensaciones muy fuertes, pero los accionistas han perdido mucho. Creo que las cosas están puestas en la dimensión correcta.

- ¿Con qué puede comparable estas crisis? ¿Tal vez con la Gran Depresión de 1929?
- En términos de intensidad y de nerviosismo, es comparable con la crisis del año 29. Sin embargo, aquella crisis fue tan horrible, porque el Gobierno no intervino para nada. Solamente en el año 33 empezaron a actuar en forma muy fuerte. Sólo cuando llega Franklin Roosevelt al poder, con la influencia de John Maynard Keynes; es decir, con una cierta noción de estatización y de entender el proceso monetario, la crisis empezó a solucionarse. Desde entonces, no ha habido nunca una crisis de este tamaño, aunque en 1987 hubo una caída abrupta (del 30%) en el mercado en un solo día.  

- De la crisis han surgido algunos cuestionamientos a gurúes de la economía, como Alan Greenspan, a quien se le atribuye no haber advertido lo que significaban las subprime; o Henry Paulson. ¿Cree que los gurúes han tenido responsabilidad?
-Yo no creo que sean culpables. Había cierta percepción de que las cosas estaban todas bien, y se pensaba que el mercado estaba operando en forma muy ordenada. El mismo Greenspan decía que el mercado se está expandiendo, y que había que regular, pero no tanto. Lo cierto es que hubo un período durante los últimos 15 años de gran expansión, que se debe en buena parte a la diversificación de herramientas del sector financiero. Hay una cosa interesante: los bancos comerciales, que ahora están muy regulados, y que en los años 30 e, inclusive, en los 80 no estaban tan regulados, no han sufrido tanto la crisis como los bancos de inversión. Lo que sucede es que, inclusive el mismo FMI, mi antigua institución, hablaba de la necesidad de aumentar la supervisión a muchas de esas entidades, por el peligro que implicaban en términos del ahorro público. Acá, digamos, está el beneficio privado, pero hay que tener en cuenta también la estabilidad del sistema para todos. Ahora, lo que ocurrirá es que habrá un aumento importante de la supervisión. Pero esto no quiere decir que sea el fin del capitalismo. Estamos hablando de economías altamente productivas. La economía de EE UU es sumamente eficiente. Sí, la parte financiera se escapó de los cánones normales de funcionamiento. Había un grado de emborrachamiento. Siempre, después de la batalla, todos somos generales. Ahora todos dicen: “sí, yo me la veía venir, y los gurúes no sabían”. La gente se preocupaba por estas cosas. E incluso había gurúes que decían que esto podía pasar. (Nouriel) Roubini decía que se venía una crisis muy grande. Paul Krugman, también. (Kenneth) Rogoff, que fue el consejero económico del FMI, también mostró preocupación. No es que la gente no hablaba de estas cosas. Había gente preocupada por este grado de emborrachamiento financiero.   

- Entonces, ha sido una desatención sistémica y no se puede echar la culpa a los más influyentes...
- Había riesgos, como en el pasado, por ejemplo, con la burbuja tecnológica. Y uno puede irse al siglo XVI, cuando hubo un gran fenómeno de especulación en tulipanes. Hubo, en Holanda, una gran crisis. Los precios subían y subían y de pronto se encontraron con una situación similar y tuvo que intervenir el gobierno holandés. Y no fue el fin del capitalismo (se ríe). Durante los últimos 250 años han habido crisis muy serias. Lo que pasa es que son momentos de éxtasis, después de los cuales llegan momentos de sobriedad. Creo que por supuesto hubo excesos, y lo que espero es que de esto surja una mayor transparencia; que aquellos que fueron los causantes del problema absorban los costos de esto.

- Hace unas semanas, cuando le bajaron la calificación a la deuda argentina, la presidenta, Cristina Fernández, reaccionó y señaló la subjetividad de las calificadoras. ¿Cree que la Presidenta tiene razón en este sentido? ¿Hace falta un replanteo de su rol?
- No son subjetivas, sino demoradas. Es decir, siempre las calificadoras anuncian las cosas en el peor momento de la crisis. Creo que no están equivocadas en cuanto a los problemas que perciben. Llegan tarde. A esta experiencia la he visto claramente en las crisis de algunos países, cuando todo estaba yéndose al diablo. Cuando se empezaban a arreglar, bajaban la calificación, entonces agravaban las crisis. Ahora, yo creo que no es como dice la señora Presidenta. No creo que ella sea una experta financiera muy profunda.

- ¿La crisis puede representar algún obstáculo en el reingreso del país al mercado del crédito?
- En este momento no es fácil para ningún país entrar en el mercado internacional. Los inversores están escapando del riesgo. Inclusive, por ejemplo hoy, había tanta demanda por los bonos del gobierno de los Estados Unidos, que los bonos tenían tasas negativas. Es decir, la gente estaba dispuesta a pagar U$S 1,01 para que les dieran un dólar dentro de seis meses. Esto indica que se piensa que el lugar más seguro es Estados Unidos, a pesar de la crisis. En este momento hay miedos. Pero, en este sentido, yo creo que la Argentina hizo este anuncio sobre los hold-outs en un buen momento. Está aprovechando inteligentemente la situación internacional. Puede sacarle provecho al hecho de que haya tanta turbulencia. Dice: “voy a pagar”. Y la gente estará dispuesta a analizar ofertas.

- ¿Qué cree que puede pasar con el sistema financiero argentino, a causa de estos descalabros?
- Creo que la Argentina, o por lo menos las autoridades argentinas, están ciegas a lo que está pasando. El precio de las principales exportaciones ya cayó de la máxima, en un 32%. Ahí ya hay un efecto real. Lo que se pensaba que era el gran regalo que se recibía por producir bienes agrícolas, de repente no es tan así. Hay un impacto porque exportadores y también los bancos dependen del sistema financiero internacional para obtener créditos de corto plazo. Además, el Gobierno necesita dinero prestado. En una situación como la actual la Argentina se encontrará muy pronto con una situación crítica en materia de acceso al crédito, porque habrá una retirada en líneas de crédito de países que se consideran riesgosos. Hay que recordar que los argentinos, los que tienen ingresos altos, tienen una cantidad muy importante de fondos en el exterior, y uno se olvida de que la situación financiera les va a pegar a los ahorristas, y eso va a reducir el poder de compra de la gente de medianos y altos ingreso. En resumen, son todos elementos que ya están y que no se han visto en la Argentina y yo creo que van a tener un impacto importante.

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