Arranca el acelerador de partículas que busca reconstruir el Big Bang

Arranca el acelerador de partículas que busca reconstruir el Big Bang

El Centro Europeo para la Investigación Nuclear prevé que colisionen protones casi a la velocidad de la luz. El Large Hadron Collider , que se pone en marcha hoy, es considerado el proyecto científico más ambicioso de la historia.

10 Septiembre 2008
BUENOS AIRES y GINEBRA.- En el Consejo Europeo para la Investigación Nuclear (CERN) en Ginebra comenzará a funcionar hoy la mayor máquina de investigación del mundo: el gran colisionador de hadrones ("Large Hadron Collider", LHC), un acelerador de partículas con el que se busca desvelar todos los enigmas sobre el "Big Bang", y al que en la jerga se ha bautizado como " la máquina de Dios". Con una fuerza nunca antes alcanzada se harán chocar partículas atómicas en un túnel anular de 27 kilómetros de largo. Esta miniexplosión tendrá lugar en el futuro 600 millones de veces por segundo.El colisionador está destinado a desentrañar cómo fue que se creó la materia y qué pasó con la antimateria en el momento del Big Bang.
Considerado el experimento científico más ambicioso de la historia, el LHC intentará identificar con total certeza los ladrillos fundamentales con que se construyeron las estrellas, los planetas y hasta los seres humanos.
En el proyecto participan 500 universidades del mundo y alrededor de 6.000 físicos e ingenieros, entre los cuales hay ocho argentinos, cuatro egresados de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y otros cuatro de la de La Plata (UNLP). La cita será cerca de Ginebra, bajo la frontera franco-suiza, en el Laboratorio para la Física de Partículas, del Centro Europeo para la Investigación Nuclear (CERN). Los argentinos que trabajan en "La Máquina de Dios" son Ricardo Piegaia, Gastón Romeo, María Laura González Silva y Francisco González Pinto, de la UBA, y María Teresa Dova, Martín Tripiana, Fernando Monticelli y Javier Anduaga, de la UNLP.
El proyecto, que costó 4.000 millones de euros, comenzó a gestarse hace 12 años cuando el CERN empezó a construir, a 100 metros bajo tierra, un anillo metálico de 27 kilómetros de circunferencia, en el que se instalaron cuatro detectores.
En el núcleo, que fue enfriado a 271 grados bajo cero, se producirán grandes colisiones de protones -partículas de la familia de los hadrones- a unos 299.000 kilómetros por segundo, es decir, casi la velocidad de la luz. Las 600 millones de colisiones por segundo que se producirán generarán partículas, algunas nunca observadas, y los datos recogidos serán enviados a 500 instituciones del mundo.
Dos de los detectores, el Atlas y el CMS, fueron diseñados para estudiar el bosón de Higgs, o "partícula elemental de Dios", supuestamente encargada de dotar de masa a otras partículas.
A su vez, el detector LHC dilucidará qué pasó con la antimateria en el momento del Big Bang, y el Alice se centrará en las colisiones de iones de plomo, para recrear la "sopa" de quarks y gluones que formaban la materia en los primeros microsegundos del Universo, antes de la aparición de los protones.
La física María Teresa Dova, que dirige al grupo de argentinos que trabaja en el experimento, sostuvo que el Atlas "es el detector de partículas más complejo que se ha construido en la historia". "Fue diseñado para responder preguntas tan fundamentales como cuál es el origen de la masa de las partículas y por qué, si en el Big Bang se creó igual cantidad de materia y antimateria, sólo se observa materia en el Universo que nos rodea", afirmó.
Millones de protones recorrerán hoy los 27 kilómetros del LHC en un solo sentido, pero no se producirán choques de protones hasta pasados unos meses, cuando se haya verificado su buen funcionamiento a máxima potencia.
La idea es inyectar un primer haz, para comprobar si recorre sin problemas el anillo, y luego, si todo va bien, hacerlo en dirección contraria, sin producir colisiones.
En junio, un grupo de científicos denunció ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos que "La Máquina de Dios" podía generar agujeros negros, capaces de aspirar la Tierra y hacerla desaparecer. La denuncia fue firmada, entre otros, por el teórico del caos Otto Ressler, y el vienés Markus Goritschnig, pero el CERN afirmó que no hay motivos de preocupación, pues "el LCH no hace nada que no se produzca de forma natural en el Universo".
La idea de hacer chocar partículas para luego estudiar los resultados de esa colisión no es nueva: los primeros aceleradores comenzaron a construirse a mediados del siglo pasado. El más grande era hasta ahora el Fermilab, que funciona en Chicago, y que trabaja con un rango de energía siete veces menor que "La Máquina de Dios". (Télam y DPA)

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