1918: Juan B. Terán conversa con Hipólito Yrigoyen

1918: Juan B. Terán conversa con Hipólito Yrigoyen

Por Carlos Páez de la Torre (h) - Para LA GACETA TUCUMAN.

JUAN B. TERAN, SENTADO, AL CENTRO, CON PROFESORES Y ALUMNOS DE LA ESCUELA DE AGRICULTURA. JUAN B. TERAN, SENTADO, AL CENTRO, CON PROFESORES Y ALUMNOS DE LA ESCUELA DE AGRICULTURA.
16 Octubre 2005
Alguna vez nos hemos referido, en estas páginas o en otras (1) , al tema de la nacionalización de la Universidad de Tucumán, por lo cual son inevitables algunas repeticiones. La casa había nacido, como se sabe, provincial, y se inauguró en 1914. Su fundador Juan B. Terán, al presentar el proyecto en 1909, había sugerido que ese status no era definitivo, y siempre tuvo la intención de modificarlo. Esto por que, librada a las solas partidas del presupuesto de Tucumán, habría terminado por desaparecer. Y también porque un peligro evidente de la dependencia provincial, era que ella ataba la casa a los vaivenes de la política aldeana.
El doctor Ernesto E. Padilla -quien, como gobernador, había puesto en marcha la Universidad- no era partidario de esa variante. Terán le expuso sus razones, en una carta personal: "La nacionalización significa no aumento de riesgo y seguridad de vida. Hoy dependemos de la Provincia, mañana dependemos de la Nación. Cuando dependemos de la Provincia, dependemos en absoluto, porque no tenemos seguridad de estatutos, y sobre todo del dinero". Además, "¿quién responderá de un instituto técnico cuando se desee dar satisfacción a una ambición o a una venganza política? Para la Nación, la Universidad es una cosa pequeña, para la Provincia puede ser una gran presa. De manera que partiendo, como en Lope de Vega, del mal de vivir, es preferible vivir lejos del lobo".
Las gestiones -no por discretas menos empeñosas- que el rector Terán hizo en esa dirección, recibieron un decisivo apoyo de los jóvenes reformistas: el Congreso Nacional de Estudiantes, convocado por la FUA en Córdoba en 1918, aprobó, entre otras postulaciones, la nacionalización de la Universidad de Tucumán. Esta podría lograrse recién en 1921, cuando Terán logró hacer incluir en el presupuesto nacional de 1920, un ítem que disponía fondos con tal propósito. Ni bien se aprobó ese presupuesto, sostuvo que implicaba una demostración de la inequívoca voluntad de nacionalizar la casa, y la puso en manos del gobierno federal. Este no tuvo más remedio que aceptarla.
Pero no es muy conocido otro aspecto de las diligencias practicadas por Terán. Lo que deseamos rescatar, ocurrió en julio de 1918. Terán lo registró en el "diario" personal que llevaba, y que constituye una fuente riquísima para quienes deseen acercarse a la intimidad de su acción y de su pensamiento. El "diario" está en poder de sus familiares. Una selección de muchas de sus páginas -fechadas en diversas épocas- sería publicada, años después, en Norte Argentino. Revista de Orientación Tradicional, publicación que fundó y dirigió el doctor Juan B. Terán (h). En este "diario", Terán se confesaba a solas con absoluta franqueza. Todo episodio de cierta importancia que ocurría en su vida, el hilo de reflexión que tiraba de alguna lectura o de un hecho cotidiano, tenían allí su versión personal y sin tapujos. Eran asientos breves y bastante salteados, por lo que puede deducirse.
Ese mes de julio, Terán estuvo durante "algunas semanas" en Buenos Aires. Le pareció necesario anotar, en el "diario", el clima que palpaba en la gran capital. "He asistido a las explosiones de alegría de la ciudad, causadas por la firma del armisticio de la Guerra Mundial. La gente bailaba, cantaba, gritaba, enarbolaba banderas en todas las casas: reunidos diez hombres, formaban manifestación por las calles y entonaban La Marsellesa". Todo eso le merecía un comentario. "Era un delirio de gozo, de alegría, de júbilo, una verdadera locura", sin duda. Se preguntaba: "¿Pasada la guerra, el porvenir está más claro? No lo creo; la recomposición será tan grave como la descomposición".
Pero Terán hizo algo más que contemplar, como espectador pensativo, las celebraciones del fin de la contienda. Cuenta que pudo llegar hasta el despacho del presidente de la Nación, Hipólito Yrigoyen, "después de varios días de haberme concedido la audiencia", por el secretario, doctor Benavídez. La entrevista debió durar, aproximadamente, "una media hora". El propósito de Terán era, obviamente, lograr apoyo de la Casa Rosada para la nacionalización.
Examinemos el respectivo asiento -que entiendo muy poco conocido- en el "diario" del rector. Ni bien enunció su criterio, Yrigoyen le dijo que "como hombre de principios, aplico al problema mis principios: los de la descentralización y de la autonomía, que son las llaves del progreso de los pueblos". Apunta Terán que "desenvolvió el pensamiento durante un momento, y agregó: - La difusión de la superior cultura (trato de conservar sus palabras) debe ser atendida preferentemente, y debe haber siempre dinero para ello, pues que es dinero que vuelve centuplicado a la Nación. Tiene usted ahí -dijo terminando- sintetizado mi pensamiento sobre las Universidades".
Terán contestó que esas palabras le producían "gratísima impresión". Y "me agregó entonces, como conclusión, que él apoyaría la acción nuestra. Le expliqué detenidamente los caracteres y trabajos de la Universidad, mostrándole sus aspectos sociales. Recayó entonces, sin recordarlo exactamente, la conversación sobre las fuerzas morales; y díjele que algunos de sus actos discutidos tenían a mis ojos, como explicación, la prevalencia que él daba a las fuerzas morales sobre otras condiciones". Yrigoyen replicó, entonces: "Si usted así lo ve y concibe ¿por qué no ha de ser ésa la explicación?".
El recuerdo escrito de Terán volvía sobre el tramo en que el presidente expuso sus ideas sobre las Universidades. Cuando el rector le expresaba su satisfacción por ellas, Yrigoyen dijo: "Sí, doctor, créame que si no consigo y doy a los pueblos todas las venturas, no es porque me falte ni energía, ni porque mi mente no irradie ideas, sino porque los hombres y sus pasiones se oponen a ellas".
Sigue el diario. "Cuando se piensa -me dijo sin interrupción- lo que es el país y lo que ha podido ser, lo que han llegado a ser otros países en igual tiempo, se ve el tiempo que hemos perdido y que debemos recuperar, pues es indudable que estamos todavía entre la civilización y la barbarie".
El asiento termina con estos renglones: "Quise poner fin a la entrevista, arguyendo el cúmulo de sus preocupaciones, y con toda afabilidad me dijo: -No solamente por la función pública de usted, sino por lo que fuera de ella crea usted que interesa al bien público, no vacile en hacerme llegar sus sugestiones, que recibiré con gran complacencia" (2).
(c) LA GACETA NOTAS
1) Ver nuestros artículos "La curiosa nacionalización de la Universidad de Tucumán en 1921", en : Desmemoria. Revista de Historia, Nº 15, junio-setiembre (Bs.As, 1997) y "1921. La Universidad de Tucumán se hace nacional", en: LA GACETA Literaria, 4-VII-2004. También, CARLOS PAEZ DE LA TORRE (h), Crónica histórica de la Universidad Nacional de Tucumán. Período 1914-1923. La etapa provincial y los comienzos de la nacionalización (Tucumán, 2004).
2) JUAN B. TERAN, "Diario (fragmentos) VI ", en: Norte Argentino. Revista de Orientación Tradicional , Nº 67, noviembre (Tucumán, 1947)

Carlos Páez de la Torre (h)- Abogado, periodista, historiador. Miembro de número de la Academia Nacional de la Historia. Su último libro es La cólera de la inteligencia. Una vida de Paul Groussac (Emecé, 2005)

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