Omar Paganini: “En el caos es más fácil la manipulación y la deriva autoritaria”
Vale la pena escuchar y leer al ex canciller uruguayo. Acaba de publicar Democracia y libertad para un mundo en crisis, un libro esclarecedor sobre los grandes desafíos de nuestro tiempo. En esta entrevista habla de los peligros de la IA, el deterioro del debate público, la relación de los principios liberales con el Estado, las consecuencias del enfrentamiento de Estados Unidos y China. “Este mundo ofrece mucha incertidumbre y esto genera terreno fértil para discursos que encuentran culpables externos y plantean remedios mágicos”, alerta.
-¿Cuáles son los principales desafíos de la democracia en estos tiempos?
-Podemos hablar de diferentes desafíos. Uno de ellos es la crisis de los partidos políticos y de la representación política, que está muy relacionada con los nuevos canales de participación política. Las redes potencian la participación de la gente, pero impulsan la simplificación y radicalizan el debate. La reflexión sobre problemas complejos se debilita. Por otra parte, los gobernantes están mucho más expuestos. En suma, los liderazgos políticos se desgastan, la gente no entiende sus decisiones, y los partidos tienen dificultades para canalizar a la opinión pública, se debilitan y fragmentan. Por otra parte, este mundo de cambios vertiginosos ofrece pocas seguridades y mucha incertidumbre, los problemas parecen eternizarse y no es fácil visualizar un futuro claro y prometedor. Todo esto genera terreno fértil para discursos populistas, de los que encuentran culpables externos y plantean remedios mágicos, todo para acumular poder.
-¿Cómo convergen la Inteligencia Artificial y los nuevos liderazgos autoritarios?
-Estoy convencido de que la IA nos va a traer enormes mejoras en muchos aspectos, desde la cura de enfermedades hasta mejoras en la seguridad, en los problemas ambientales y más. En la dimensión política, hay un problema que es el “deep fake”, es decir la capacidad de la IA de crear falsas noticias muy verosímiles. Si cada vez se vuelve más difícil saber qué es verdad y qué no, el debate democrático se vuelve caótico. En el caos es más fácil la manipulación y la deriva autoritaria. Pero hay otra dimensión inquietante de la IA. Con los datos que hay en las redes, la tentación del Gran Hermano se hace ahora posible. Uno puede imaginar una tecnocracia casi perfecta, una vida “en colmena” donde el Estado sabe todo y todo lo resuelve: anticipa enfermedades, crímenes, crisis económicas y previene y soluciona terribles problemas. Pero también puede –con potentes algoritmos– manipular a la opinión pública, detectar focos de descontento y neutralizarlos y, sobre todo, eternizarse. ¿Sería la autocracia perfecta?
-¿Qué perspectivas, y consecuencias para el resto del mundo, tiene el conflicto de Estados Unidos y China?
-Está muy generalizada en EEUU la percepción de que estaban perdiendo terreno, de que el comercio libre solamente favoreció a China y los debilitó a ellos, por más que eso sea discutible. Por eso, Trump borró de un plumazo las reglas multilaterales del comercio internacional, colocó arbitrariamente aranceles, los modificó a piacere, y entró en una fase donde hace valer su poder de mercado para recuperar lo que supuestamente estaban perdiendo. Obviamente, al resto del mundo todo esto nos perjudica: los aranceles y toda barrera al comercio suele debilitar el crecimiento económico, la incertidumbre creada enlentece inversiones y frena proyectos, y el acceso a nuevos mercados también se debilita. Por otra parte, si China, que es un mercado cada vez más importante, también se enlentece o se protege como parte de esta guerra comercial, seguro que nuestros sectores exportadores sufrirán también allí. En algunos lados, podrían haber mega inversiones de EEUU por razones geopolíticas, para compensar eso, pero serán puntuales.
-¿A qué llama “la falsa democracia de los colectivos”?
-Cada vez más se siente el peso de los “colectivos” en la toma de decisiones políticas. Me refiero a grupos intensos, organizados, que pretenden imponer su relato a los demás, definir qué es bueno y qué está mal y, sobre todo, reclamar derechos para sí. Entonces, estamos avanzando hacia sociedades donde formar parte de un determinado colectivo me da derechos, y si estoy “a la intemperie” no los consigo. A eso llamo “falsa democracia de colectivos”, porque no existe la igualdad ante la ley. Uno deja de ser ciudadano y pasa a ser integrante de un colectivo, que negocia con otros colectivos por derechos y privilegios.
-¿Cómo se conjugan las ideas liberales con un Estado de bienestar moderno?
-El Estado es necesario para la vida en sociedad, porque son necesarias las leyes y asegurar su cumplimiento. Pero también el poder del Estado debe ser limitado, para permitir a las personas desenvolverse en libertad. Por otra parte, la libertad económica y el comercio libre han demostrado ser claves para el crecimiento de la economía y la prosperidad de la gente. Pero, ¿de qué libertad podemos hablar cuando una persona no tiene las necesidades básicas satisfechas? ¿Qué libertad futura se ofrece a un niño que no accede a la educación? ¿A un anciano que no tiene cobertura de seguridad social? Por eso, el Estado debe ser “habilitador” de la libertad, generar una serie de servicios básicos que permitan a los ciudadanos encontrar su camino. Que es algo muy diferente de un Estado paternalista, que hunde a la sociedad en la uniformidad y la burocracia.
© LA GACETA
Perfil
Omar Paganini es ingeniero electricista, tiene un máster en dirección de empresas y estudios en emprendedurismo y negociación en las universidades de Stanford, Berkeley y Harvard. Fue director de la UCU Business School, vicerrector de Gestión económica y desarrollo y decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Católica del Uruguay, canciller y ministro de Energía y Minería durante el gobierno de Luis Lacalle Pou.






