Alejandro Grimson: “El espacio nacional y popular todavía no entendió el papel de la inflación”

ANÁLISIS. “Hace 10 años no existían ultraderechas masivas; hoy son parte estructural del panorama mundial”. la gaceta / foto  de inés quinteros orio ANÁLISIS. “Hace 10 años no existían ultraderechas masivas; hoy son parte estructural del panorama mundial”. la gaceta / foto de inés quinteros orio

De visita en Tucumán presentó su último libro, en el que analiza los cómo y los porqués de las ultraderechas masivas. “Se disparan emociones como el odio, el rechazo al otro”.

Guillermo Monti
Por Guillermo Monti 28 Septiembre 2025

“Los paisajes emocionales de las ultraderechas masivas” se titula el último libro de Alejandro Grimson, un estudio orientado a desentrañar lo que hace pocos años se veía como un fenómeno y hoy luce consolidado como la realidad de una época. Y como en todo camino, el ensayo tuvo un punto de partida. “Lo primero que nos propusimos fue tratar de comprender algo que parece incomprensible, que parece irracional, casi un disparate, pero que sucedió: que un panelista de televisión se convierta en Presidente de la Nación y lleve adelante el cuarto ajuste neoliberal de la historia argentina”, plantea Grimson. Esa imagen -tan contundente como precisa- marcó el rumbo de una charla con LA GACETA donde la pregunta central no fue sólo cómo se explica un gobierno, sino cómo nombrar una época.

De visita en Tucumán para dar clases del Doctorado en Letras de la UNT, Grimson fue invitado por las autoridades de la Universidad para presentar el libro. Lo hizo en el Espacio Cultural de la Facultad, que funciona en el parque 9 de Julio.

Según Grimson, la clave está en ampliar la mirada. “Ya había ganado Donald Trump en 2016 en Estados Unidos. Ese fue el inicio de una nueva época”, explica. Un tiempo atravesado por lo que denomina “el reino de la incertidumbre”: la pandemia, el cambio climático, un récord de guerras desde 1945 y, en particular, la sensación de imprevisibilidad que erosiona la confianza en el futuro. A esa crisis se sumaron estos liderazgos políticos novedosos.

La incertidumbre no sólo cambió las reglas del juego, también los estados de ánimo. “Se disparan emociones como el odio, el resentimiento, la xenofobia, la misoginia, la homofobia: el rechazo al otro”, señala. Ya no basta con analizar la economía para entender los fenómenos políticos -advierte-, porque las emociones se han convertido en combustible central de las derechas radicales, consolidadas en buena parte del mundo.

Diferencias

Durante décadas, recuerda Grimson, la política se organizó alrededor de lo que llama la “injusticia vertical”: la brecha entre ricos y pobres. Hoy, en cambio, muchos ciudadanos miran con recelo al vecino. “¿Por qué él recibe un subsidio y yo no? ¿Por qué su hijo accede a una beca y el mío queda afuera?”, ejemplifica. Esa “injusticia horizontal” transforma lo que antes era una disputa contra la concentración de riqueza en una competencia entre pares, donde los agravios personales eclipsan las desigualdades estructurales.

El dato duro sigue ahí: “la fortuna de los magnates argentinos creció un 50%, mientras la mayoría se empobrecía en la última década”. Sin embargo, la atención pública se concentra en disputas menores, que terminan debilitando cualquier reclamo frente a la concentración y el retiro del Estado de funciones esenciales.

Otro análisis

Ese corrimiento ayuda a explicar por qué sectores populares parecen votar “en contra de sus intereses”, como lo indica desde la tapa del libro. Grimson sostiene que se debe complejizar el concepto: “es un error creer que el único interés de los argentinos es tener un poco más de plata en el bolsillo. Si al ir al supermercado los precios se disparan y no sabés cuánto valdrán las cosas la semana siguiente, nadie quiere vivir así.” En ese escenario, la inflación se convierte en un factor decisivo: más que el monto de ingresos, lo que define la experiencia cotidiana es la estabilidad.

A su juicio, allí estuvo una de las claves del triunfo de Javier Milei. “El espacio nacional y popular todavía no entendió el papel de la inflación y del desorden macroeconómico”, recalca. De hecho, Grimson enfatiza que uno de los grandes desafíos es articular justicia social con orden macroeconómico.

“Hay que construir un país con bienestar, con justicia social y sin inflación. ¿Es imposible? Por supuesto que no -subraya-. Lula en Brasil, Bolivia, Chile, Uruguay, México o España mejoraron la distribución sin inflación”.

En consecuencia, reconocer necesidades no alcanza. “Allí donde hay una necesidad nace un derecho, pero ese derecho para ser auténtico tiene que estar financiado. Si no, es una formalidad”, dice Grimson. El financiamiento, insiste, es condición de realidad, y por eso plantea revisar el sistema impositivo y enfrentar la evasión: “hoy muchos millonarios se mudan a Uruguay o a paraísos fiscales. El sistema tributario fue pensado para otro tiempo; ahora debemos repensar cómo sostener universidades, jubilaciones o políticas de discapacidad”.

Grimson lo resume sin eufemismos: “es importante volver a instalar la injusticia vertical en el centro de la agenda a través de la tributación y el financiamiento de derechos, entendiendo que eso debe hacerse con orden macroeconómico y sin inflación”.

Los alcances

El fenómeno de las ultraderechas, advierte, no se agota en los nombres propios. “En Brasil, por ejemplo, Bolsonaro perdió, pero sigue siendo una potencia política en votos y en el Congreso. Eso demuestra que no hablamos de un gobierno, sino de una época”. La consolidación de estas fuerzas, apunta, marca un cambio profundo: “hace 10 años no existían ultraderechas masivas. Hoy son parte estructural del panorama político mundial.”

Incluso fuera del poder, su influencia desestabiliza las democracias. “Ya vivimos el asalto al Capitolio en Estados Unidos y el ataque a la Plaza de los Tres Poderes en Brasil”, dice. Por eso habla de “democracias de frontera”: regímenes híbridos donde conviven elementos democráticos con rasgos autoritarios, con divisiones de poderes debilitadas y libertades bajo presión.

“No estamos en una situación puramente democrática, pero tampoco en una dictadura. Es una mezcla, distinta en cada país, que hay que observar con detalle y sin caer en simplificaciones binarias”, explica.

Un desafío

Nada está escrito, repite Grimson. La posibilidad de que estas derechas deriven en regímenes autoritarios depende de la correlación de fuerzas. Por ahora, lo que existe es un terreno inestable, donde la política democrática se juega en condiciones de tensión permanente.

En ese contexto, recuperar la centralidad de la justicia social requiere algo más que discursos éticos. Implica ofrecer certezas materiales y marcos institucionales sólidos: frenar la inflación, garantizar el financiamiento de los derechos y reconstruir la confianza en que la política puede mejorar la vida cotidiana.

Pero de algo Grimson parece seguro, y se ocupó de reiterarlo en distintos pasajes de la entrevista: “creo que estas derechas van a estar presentes más allá de la suerte de sus líderes”.

› El especialista

Alejandro Grimson es Doctor en Antropología, docente de la Universidad de San Martín e investigador del Conicet. “Mitomanías argentinas”, “Cómo hablamos de nosotros mismos” y “Los límites de la cultura” son algunos de sus libros. Fue asesor presidencial durante los primeros años de la gestión de Alberto Fernández.

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